viernes, 15 de enero de 2016

Dime lo que lees y te diré quién eres



Un elemento que siempre nos va a definir son nuestras lecturas, no sólo cuanto leamos, sino lo que leamos. Lo primero nos llenará de conocimiento, satisfacción y competitividad, como individuos y como nación. Se dice que los países desarrollados leen en promedio 24 libros al año por persona y en Colombia no llegamos ni a un libro al año en promedio, lo cual ya de por sí es deprimente.

Esto me motivo, como docente, a promover en todas mis cátedras que mis estudiantes dedicaran tiempo a la lectura, buscarán en ellos el acceso a nuevos mundos, nuevas vidas, nuevos viajes. Darse la oportunidad de recorrer el mundo a través de unas páginas y tinta; quizá  resolver un misterioso crimen; tal vez viajar en el tiempo al pasado y recorrer los caminos de la antigua Roma, Grecia y hasta los bellos parajes de la media luna fértil.

Sin embargo me llegue a encontrar con mentes cortas, llenas de basura en su interior, capaces de presumir que en sus 20 o 30 años nunca se habían leído un libro completo, algo así como presumir que tengo cáncer cerebral terminal o Virus de Inmunodeficiencia Adquirida, y a los 4 vientos sin vergüenza ni pena alguna. En esos momentos no sabía si reír o llorar por la triste juventud que va a llegar al mercado laboral en tan solo unos años.

Disertando un poco no sólo sobre cuánto leemos, sino lo que leemos, recordé los últimos años de mi formación secundaria cuando muchos de mis tiempos de ocio los pasaba en la biblioteca y como en muchas ocasiones "cape" clase para sentarme a leer el diario y sus columnas de opinión o alguna novela o libro de historia. Tenía la certeza que ningún maestro me buscaría en la biblioteca y mientras nutria mi curiosidad e intelecto, además de hacer algunos nuevos amigos y amores.

Fue ahí donde me di cuenta que lo que lees te define mucho, los huecos y superficiales llegaban todos los días a buscar el diario para leer una sola cosa "el horóscopo del día", los que crean en él me disculparán, pero tomar un diario con múltiples informaciones solo por ver que me dicen las estrellas, debe cultivar bastante el intelecto; otros solo buscaban las páginas deportivas, que no se diferencian mucho de los anteriores.

No faltaban las que sólo leían la "Farándula" para ver su actor predilecto con quien  se casó, mostrando que su interés no iba más allá de un día ser la portada de "Play Boy" (en esa época no existía SoHo). Lo más interesante del asunto es que estos públicos, asiduos de lecturas superficiales, estaban compuestos de estudiantes y docentes. Habían los que solo buscaban tareas y sin leer, sino como vulgares copiadoras, transcribían lo encontrado quedando sus mentes tan vacías como al principio.

Muy pocos dedicaban este tiempo a leer sobre opinión, sobre cómo estaba el país o a leer una buena novela, un buen libro de poesía o una narración histórica. Fueron tan pocos que dejaron huella, dejaron una marca tanto en su generación, como en muchas que llegaron después que ellos. Tenían criterio, sabían defender sus derechos, SABÍAN HABLAR, pero sobre todo aprendieron a ser diferentes.

Leer un libro no te va a convertir en millonario o en un genio de las ciencias; pero si cambiara tu forma de ver el mundo... Por eso al igual que los amigos, hay que saber elegir lo que lees, como ellos (los amigos) hay los que te aportan, enriquecen tu vida y tu intelecto, pero también hay los que te quitan y llenan de trabas tu conocimiento.

Recuerda siempre, que tan importante como leer un libro, es aprender a escoger que libro leer. Ya lo dijo el poeta "... Como tú dicha es mi afán, no busques falsos testigos, tus libros y tus amigos, preséntamelos mi Juan" (Amigos y libros. Juan De Dios Peza).

¿Quién quieres ser?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario