miércoles, 15 de marzo de 2017

Amor $incero


Una de las actitudes sociales más criticadas y menoscabadas, de forma general, por casi todos los grupos de personas, es el amor centrado en el materialismo. Es comidilla y chisme en casi todas las mesas de reunión el ver una vieja o un man "arrivista" sacando provecho de su juventud o su belleza, para obtener una mejor posición económica o una mejorar calidad de vida.

Obviamente, ni que decir de las referencias sociales que generalmente se hacen, acerca de quienes se dedican a la venta de favores amorosos, a cambio de unos cuantos centavos (aunque a veces terminan siendo más de lo que recibimos los honrados trabajadores). Ahí si que se llega a altos niveles de ofensas y expresiones de alto calibre. 

Sin embargo, y muy a pesar de que considere que el amor debe tener algo de interés (lo cual será material para otro post) hoy no voy a profundizar en este tipo de amor materialista, sino en uno que considero, con el perdón de ustedes, mucho más dañino y autodestructor, y son las relaciones cimentadas en la conveniencia y no en el amor.

Disertando un poco sobre el tema, y esperando aclarar las dudas que haya generado con el párrafo anterior, las relaciones basadas en conveniencia económica no siempre son tan destructivas como parecen, pues para empezar cada uno de los involucrados sabe exactamente que esperar del otro y es consciente de lo que va a recibir del otro, no hay mentiras, ni engaños, más allá de los que socialmente quieran vender. Pero, por lo demás, es una relación bastante sana y honesta, nadie puede resultar realmente herido.

En cambio, aquellas relaciones basadas en otro tipo de conveniencias terminan siendo dañinas para ambos, destructivas y nocivas en todo el sentido de la palabra, el primer caso que conocí fue el de el amigo de un amigo, el mio... en algún momento de mi vida y en esos afanes de no estar solo, decidí incursionar en una relación con una persona altamente nociva para ella y para los demás, mi afan de no estar solo y recibir los favores de la intimidad me llevo a vivir 2 y medio maravillosos años en el infierno, metido donde no quería estar.

Lo único por lo que estaba en esa relación era por no estar solo y por tener quien me ayudara a liberar mi libido, pero todo lo demás era destructivo y nocivo para ella y para mi,  discusiones todo el tiempo y alegatos, chantajes en fin, mi contraparte en la relación (que parecía una guerra) también estaba en la búsqueda materialista de sustentar su necesidad de no estar sola, así que el juego, aparentemente claro,  terminó minando la tranquilidad y la paz de ambos. 

En muchas ocasiones me escuche decir a mi mismo, Me quiere, porque no aguantarse un poco más así no la quiera... y eso me daba fuerza para tolerar una semana más, hasta que llegó el momento de decir no más, tiene que haber algo más en la vida que estar por necesidad con alguien.

El segundo caso que conocí no fue menos patético que el mio, un amigo cercano mantenía un relación con una chica que conoció en medio de la rumba y que la frase más profunda de amor de ella fue: es que el me da tantas cosas. Que era claro el motivante de ella, el de él era más profundo y destructivo, el quería tener un motivo para ser infiel, para justificar su perradas y necesitaba alguien que no estuviera por amor en su vida.. Y mantuvo esta relación lo más que recursos pudieron.

Años más tarde, la vida me llevo a conocer una mujer físicamente hermosa y aparentemente intelectualmente muy inteligente, hasta que en una conversación soltó que ella no estaba con su esposo porque lo amara, sino porque él la amaba, y que obviamente ella solventaba su necesidad de amar en los brazos de los caballeros que llenaran sus expectativas, manteniendo claro que no dejaría nunca su relación de amor $insero. El le brindaba seguridad, estabilidad y la hacía sentir especial.

Pero más allá del interés, nada los unía. Materialismo del más puro y detestable, porque por dentro te vas consumiendo, al saber que estas con alguien por necesidad y no por amor, por costumbre y no por satisfacción, por lastima y no por deseo.

Cuanto se va consumiendo nuestro corazón cuando lo único que nos une a una persona es el interés, el interés de sentirme seguro, de sentir libertad o estabilidad, de sentir lastima y no querer hacer sufrir al otro como yo lo he hecho y sin embargo, sin darnos cuenta, estamos envenenando el corazón al decirle que el amor no importa.

Vamos envenenando nuestro ser, nuestra capacidad de amar, al decir a nuestro espiritu que no es importante amar, que es importante sentirse seguro, que es importante la estabilidad... en fin... esto es importante... pero con amor... con amor puro y verdadero, porque me nace, porque siento pasión por hacerlo... porque con todas las fuerzas de mi corazón y de mi alma quiero estar con esa persona... no porque me conviene hacerlo.

Al final, de estas relaciones llenas de sinceridad solo queda frustración y dolor, solo quedan lamentos, heridos y maldiciones... quizá no se diferencie de algunas relaciones de amor, pero lo triste es que a diferencia de las apasionadas... al final de estas todo es amargura.

Una pareja no es una decisión de juegos de azar, no es una decisión de conveniencias... es elegir el mejor compañero de viaje para la vida, es elegir alguien no que me borre o no se vuelva un ser simbiotico... es alguien que me acompañe... ayude y enseñe... y que me guste viajar con él o ella...

Así que mis queridos amigos... los invito a revisar su viaje... .a veces es mejor solo, que mal acompañado... y al preguntarte porque estas con esa persona, las respuesta no es porque la amo... no es una buena compañía.


Fuente imagen: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisTqniQtkJLQR4BUax3zo8f6_Cp-I9pMTEjdXciArJU-Zbo8f17kLGCwXSxfYIxy7YFId4Yn-9CQSk8XFm61NJzGXNQLnOxfNuwlhPwYmJxRA7YuVQduZ4d1uewuroUX07GPxM1cGTCcw/s1600/MATERIALISTA.jpg


lunes, 6 de marzo de 2017

¿Mejor despartarla que sentirla?


Hace algunos años un comercial de televisión, creo que relacionado con productos de belleza, popularizó la expresión “Envidia, es mejor despertarla que sentirla”, dejando en el ambiente la sensación de que en la vida solo existen estos dos caminos, frente a esta dañina emoción humana, la despiertas o la sientes.

Es aquí donde, a raíz de algunas experiencias de vida, me puse a disertar un poco frente a este generalizado dilema de la sociedad: la despierto o la siento… Lo primero fue tratar de entender un poco sobre esta común emoción humana, presente en casi todos los entornos de la sociedad.

Y me encontré que está en todos los espacios donde el ser humano se encuentra. Siempre alguien desea con fervor lo que otro tiene, lo anhela, lo busca. Incluso hay momentos donde este deseo no es siquiera tener lo mismo que el otro, es que el otro no lo tenga. Esta emoción va carcomiendo el corazón y el alma de quien la padece.

Creo, de corazón, que no existe sentimiento que destruya más vidas, corazones y almas, que llene de amargura los entornos y aflija los rostros como la “ENVIDÍA”. Al mejor estilo de una enfermedad, va envenenando el corazón de las personas llenándolo de odio, rencor e ira… Y es que en este mundo ha habido más crímenes por culpa de la envidia, que por culpa de la avaricia.

Ahora pues, llegamos al dilema: despertarla o sentirla. Y viéndolo desde todos los lados y cristales, desde todas las esquinas “Yo, entre A y B, me quedo con la C”. Y es que ninguno de los dos caminos deja realmente en corazón intacto. Si nos vamos por el camino de despertarla habría que empezar a ver en lo profundo de mi corazón y encontrar la razón de ¿por qué quiero que los demás me envidien?... Y siendo completamente honesto, la respuesta no será muy loable que digamos.

Siempre que queremos que otro sienta envidia de nosotros generalmente es porque en otro momento nosotros sentimos envida de él o quizá porque tengo tan poco amor propio y consideración de mi, que la única manera de encontrar significado en mi vida es que los demás me tengan envidia.

Obviamente, a veces se despierta envidia en los demás sin buscarlo, pero los que lo hayan padecido estarán de acuerdo que no existen entornos más estresantes, más intranquilos y más asfixiantes que aquellos donde tenemos que convivir rodeados de personas con envidia hacia nosotros. Llega el momento donde anhelas simplemente pasar desapercibido, que se acaben las envidias y los malos sentimientos hacia ti, que nadie quiera lo que has logrado, o incluso no lograr nada para que nadie tenga que envidiarte.

Por otro lado esta sentirla y para no sonar repetitivos frente a los daños internos que nos generan, solo bastara decir que este sentimiento es la expresión de no amarme, de no quererme y no darme cuenta que lo que soy, tengo y alcanzo es fruto de mi esfuerzo, de mi amor por mí. Por tanto, si me amo, no me interesará lo que el otro tenga, alcance o logre.

Así que, en últimas, ni despertarla, ni sentirla… La envidia no tiene lado bueno, no tiene un factor positivo. Solo nos divide y nos distancia, hace énfasis en las diferencias y nos llena de odios, corajes y tristezas.

Desde mi corazón y mi experiencia puedo decir que el mejor camino en la vida es aquel que está lejos de la envidia… el mejor camino es el que nos lleva a amarnos y a entender que las diferencias solo nos enriquecen como sociedad… como familia, como amigos…


Por tanto, ni despertarla, ni sentirla… amarnos!

Fuente imagen: http://www.psicodinamicajlc.com/articulos/jlc/img/envidia2.jpg