lunes, 27 de noviembre de 2023

¡INALCANZABLE!

 



Hace unos pocos días, hablando sobre mi última publicación con mi hijo mayor, en sus comentarios críticos me dijo algo que realmente me dejó sumamente preocupado y fue: “muy lindo padre, pero como todos los textos de autoayuda solo es ciencia ficción” honestamente no lo vi como una crítica personal, lo vi como un grito de auxilio.

Sí, mi vida no muchas veces refleja el optimismo que presentó al escribir, porque en muchas ocasiones escribo precisamente para eso, para tener un punto de vista que me invite a ver el mundo desde otra perspectiva. Pero lo que realmente me dejó pensando fue: ¿realmente este mundo es tan triste? ¿Nuestra realidad realmente es tan miserable? ¿Somos sólo víctimas de un completo y destructivo universo donde nada, absolutamente nada bueno es real y son solo historias aisladas y más relacionadas con la ciencia ficción? ¿Realmente la felicidad es tan INALCANZABLE? Y lo cierto es que, aunque tengo una amiga que le daría la mano, por ver el mundo desde una perspectiva tan “realista”, yo prefiero verlo con otros lentes.

Y no hablo de caer en el tan afamado “pensamiento mágico pendejo” de que todo lo que pienses y “declaras” se hará realidad. O de considerar que, si lo piensas, lo planeas y lo crees saldrá todo tal cual lo has considerado. Porque, en la realidad, como nos enseñó Murphy, si algo puede salir mal, saldrá mal y siempre podrá salir algo mal. Mi planteamiento de la vida y de la realidad se basa en ver la vida, las metas y los sueños, como el fruto y resultado de una simple y elemental decisión; pero no solo dejando nuestras decisiones en el mundo de las ideas, sino aterrizandola a un entorno de disciplina, orden, perseverancia y dedicación.

Cierto, siempre será más sencillo, más fácil y sobre todo más autocompasivo con nosotros creer que el mundo es injusto, malvado, que no importa que haga “el que nace pa’ maceta, no pasa del corredor” que “unos nacen con estrella y otros nacen estrellados” o que los escritos de autoayuda solo son “ciencia ficción” y el mundo solo es la cuota inicial del infierno. Que el hecho de pararnos frente al espejo y decirnos “ya deja de estar metiendo las patas y andar como paloma, defecando cada dos pasos” y tener claro que la vida y lo que logres depende de cinco elementales cosas: 1. Deja de estar dependiendo de otros y toma tus decisiones, no esperes que la “vida decida”; 2. Deja de estar llorando tu lamentable situación, párate y ten la disciplina para alcanzar tus sueños. Todo sueño requiere disciplina; 3. Deja de estar soñando y ordenate, en tu tiempo, en tus finanzas y deja de pensar que las cosas “improvisadas son mejores”; 4. No desperdicies el tiempo, revisa todos los días, no necesitas que otro te controle. Y por amor de Dios, 5. !¡PERSEVERA! las cosas nunca se logran a la primera.

No es fácil vivir en un mundo mejor, no es fácil tener una vida más feliz, no es fácil vivir de forma diferente, requiere de toda tu dedicación, pero se puede lograr. Deja de hacer las cosas como la mayoría, ser feliz es un camino para gente dispuesta a asumir el reto, no para mediocres que solo quieren autocompadecerse. Por lo menos así lo veo yo.


sábado, 25 de noviembre de 2023

¡El privilegio de amarle!

 


Siempre me he preguntado qué nos pasa a los seres humanos porque en un momento dado de la vida damos todo y luchamos por una persona, como somos capaces de caminar el mundo entero por estar a su lado. Enfrentamos jaurías, dejamos de lado las comodidades y hasta nuestro orgullo lo ponemos en juego y de repente, con el paso del tiempo, olvidamos todo y por esa persona por la que éramos poetas, héroes y atletas, ya no somos capaces de caminar ni una cuadra, ya no nos esforzamos y simplemente nos volvemos indiferentes.

Y disertando sobre esto, llegaron a mi mente las típicas respuestas, es que el amor se acaba, es que solo era una ilusión, es que la persona cambio, es que… es que… es que. Que muchas veces cuando ya lo conseguimos perdemos el interés porque ya se tiene, razón esta última que me parece la más ilógica, porque son demasiadas las ocasiones en las que luego se vuelve atrás a buscar, eso que ya no valoramos y que dejamos en el olvido.

 Y dando vueltas sobre el tema y viendo el otro lado de la moneda, el de esas parejas que pueden pasar 50 años juntas y siguen llenas de amor. No de las que están por costumbre o por no estar solas, sino esas que llegan a los 50 años de compañía y se siguen amando como si fuera el primer día, esas que cada día se siguen enamorando el uno al otro. Y fue entonces donde llegué a la primera conclusión: esto no es de uno, es de dos. Si algo no funciona, no es porque uno solo de los lados “dejó de hacer” si algo no funciona en una relación de pareja, si deja de funcionar es porque “los dos” olvidaron algo y porque a los dos la relación se les convirtió en paisaje.

Mi segunda conclusión fue la que le dió el título a esta pequeña disertación y es que los dos olvidaron lo más importante que se debe tener en una relación de pareja y es el recordar cada día, cada hora, cada minuto, que el tenerse mutuamente es un verdadero privilegio. Que en este mundo tan lleno de distractores, tan lleno de vanidades, mentiras y engaños, los dos por un momento tuvieron el PRIVILEGIO de tenerse mutuamente, que si en un momento lo dieron todo, lo sacrificaron todo, lo entregaron todo por el otro, fue porque se dieron cuenta de lo más importante: eras la persona más afortunada del mundo al tenerlo.

Cuando cada día, como yo he tenido el privilegio de verlo (en el amor de mis padres después de 54 años de caminar juntos), recuerdas que eres el ser más afortunado, que el universo conspiró para poder tener el privilegio de compartir con esa persona, que enfrentaste tu familia, tus amigos y al mundo entero por tenerla a tu lado, porque nadie más tenía ese privilegio. Cuando cada día que te despiertas, lo primero que recuerdas es que esa es la persona por la que serías capaz de dar tu vida, el amor jamás se acabará, jamás te cansarás, jamás dejarás de darle valor, porque sabes que tú eres el único que tienes el privilegio de amarle.

Ojalá, la próxima vez que empieces una relación te prometas a ti mismo nunca olvidar el privilegio que tienes. Yo ya me lo prometí.


miércoles, 22 de noviembre de 2023

NO FEAR

 


Hace algunos días viene rondando mi cabeza una conversación entre crítica y jocosa con una de las personas que más me ha influenciado en la vida para ser mejor, en esta crítica me acusaba de no tenerle miedo ni a Dios mismo con mis comportamientos, los cuales sin negarlo a veces cruzan la delgada línea de la valentía y se convierten en osadía.

Pero más allá de mis comportamientos osados o incluso, en algunos momentos, limitando con la irresponsabilidad; me quedé disertando frente al concepto del miedo. Esta no se puede negar que es una de las emociones más naturales y presentes en cada una de las etapas de nuestra vida. En las medidas justas es el factor fundamental para lograr nuestra supervivencia en los entornos más tenebrosos y en los escenarios más peligrosos.

Recuerdo mucho que una de las películas favoritas de mi infancia “aracnofobia” el personaje más “temeroso” y quien mayor precaución siempre mostró frente a los antagonistas de la película, las incomprendidas arañas, fue el único que al final lograr sobrevivir y derrotar a todo el ejército de octópodos que buscaban erradicar la vida en aquél apartado pueblo norteamericano.

Y entonces en mi disertación no podía dejar de pensar que en muchos casos, era evidente que el “miedo” en sus debidas proporciones, era realmente un medio para superar los más desafiantes peligros y lograr sobrevivir ante las pruebas más fatídicas que la vida nos presenta. Pero, como todo en la vida, cuando esta emoción supera los estándares necesarios para nuestra supervivencia, simplemente nos transforma en seres inertes que ya ni siquiera existen.

Cuando el miedo, nos embarga, cuando nos impide vivir, cuando incluso no lleva a olvidar la importante de la vida, como el amor, como la felicidad y nos relega a un estado casi vegetativo, es entonces cuando en lugar de brindarnos la sana protección de nuestra supervivencia, se convierte en una prisión de la cual solo la muerte nos podrá librar.

No hay argumento que nos convenza de enfrentar el miedo, no hay razón, ni lógica que nos lleva a dejar nuestros temores aún lado y avanzar, solo hay una forma de superarlo y es llenar nuestros corazones con dos emociones mucho más poderosas: amor y esperanza. Solo el amor y la esperanza logran neutralizar la fuerza que el miedo ejerce sobre nosotros.

Solo el amor de una madre la puede llevar a enfrentar una jauría por rescatar a su hijo, solo la esperanza de un mejor mañana nos puede motivar a dejar nuestros miedos y lanzarnos a emprender un nuevo camino. Así que, si queremos crecer, si queremos lograr nuestros sueños debemos enfrentar nuestros miedos, llenando nuestros corazones con todo el amor que podamos y toda la esperanza que nos queda y emprender el viaje por lo que queremos

En otras palabras, Como lo veo yo, el miedo en sus justas proporciones, pero el amor y la esperanza desbordando nuestras vidas.


domingo, 22 de octubre de 2023

Enfrentando el vacio



Hace algunos años en medio del proceso de superar una pérdida escribí un post lleno de desolación, desesperanza y desencanto: “La vacuidad” este tomaba como punto de referencia al nemesis que protagonizó la primera película de “la historia sin fin”. Era tan desolador, que al finalizar la única conclusión es que del vacío y la desolación del alma no hay escape, ni salida; solamente nos queda deambular por el mundo sin sentido, ni significado.


Hoy, unos años más tarde, con más experiencias, con nuevas pérdidas y nuevos aprendizajes, he querido retomar esta visión apocalíptica de la vida personal, que alimentaba con su pensamiento la visión desesperanzadora de la pérdida. El concepto de que la vida puede perder en alguna medida sentido ante un duelo. Cierto, durante ese instante nuestros ojos se llenan de sombras, nuestros oídos dejan de escuchar y nuestra piel deja de sentir.


Ante esta situación, ante esa visión llena de vacíos, donde consideramos que la vida ha perdido significado, que nosotros no tenemos nada, ni somos nada. Que nuestro corazón tiene un profundo hueco que absorbe cualquier intento de felicidad. ¿cómo enfrentarlo? ¿cómo superarlo? Lo primero que necesitamos, retomando aquel monólogo del gran Facundo Cabral, es darnos cuenta que todos nuestros sentidos se encuentran distraídos. Que nuestros ojos no están viendo, nuestros oídos oyendo y nuestra piel sintiendo. Que hemos permitido que ese desolador sentimiento se apodere de todo nuestro cuerpo.


Y al hacer evidente que nuestros sentidos están siendo obnubilados, manipulados o distraídos por algo quiere hacernos olvidar de la realidad, estaremos en capacidad de quitar ese velo que nos impide ver que la naturaleza nos puede hacer olvidar ese vacío. Que el sol del amanecer, la lluvia del atardecer o césped lleno de vida, nos recuerdan cada instante la magia de la vida. Que al hacer evidente que estamos distraídos, podemos destapar nuestros oídos para volver escuchar las sinfonías, las letras, las musas, las canciones y palabras que nos recuerdan que cada instante de vida es maravilloso, es mágico e inigualable.


Que al despejar nuestra piel, podemos volver a sentir las caricias de nuestros seres amados, quienes han sufrido al vernos distraídos anhelando el final de nuestra vida. Podemos volver a tocar, a palpar, a amar… a sentir el calor, el frío y la vida que nos rodea. Que al volver a despejar nuestros sentidos de todos esos distractores, nos daremos cuenta de que el vacío era solo una mentira. La vida, el amor y la felicidad siempre han estado a nuestro alrededor.


Por lo menos así lo siento yo.






 

sábado, 21 de octubre de 2023

Me levantaré

 


Hace unos pocos días cuando estaba escuchando el sermón, el predicador tomó de base una de las historias más usadas, conocidas y referenciadas: “El hijo pródigo”. Esta relata la historia de un joven rebelde que decide salir de su casa e ir a conocer al mundo, acompañado solo de su deseo de libertinaje y aventura.

 

El relato bíblico, quizá ya conocido en demasía por ustedes, nos muestra cómo este joven, dejándose llevar por el desenfreno y limitado solo por la satisfacción de sus más corruptas pasiones, sigue un camino de desafortunadas decisiones, que lo llevan a terminar en el más lógico de los destinos: un mundo de escasez, de dolores, de pérdidas y miseria. Abandonado completamente por los que se decían sus amigos, por quienes dijeron amarlo, pero sólo gozaron de su desenfreno. Terminó solo, rodeado de dolor, miseria y lamentaciones.

 

Es aquí donde el predicador dio un rumbo especial al relato, y a diferencia de muchas ocasiones donde escuché esta misma historia, mostró elementos que muchas veces los hemos pasado por alto. El primero de ellos es que para generar un cambio en nuestras vidas, debemos mirar a nuestro alrededor y tener la capacidad de reconocer nuestra responsabilidad frente a lo que estamos viviendo.

 

Vimos como aquel joven se dio cuenta de su realidad, en medio de una porqueriza, de hambre y de mugre, ve como todo lo que está viviendo fue su responsabilidad, su culpa, sus decisiones y acepta que el único culpable de eso fue él: “... he pecado contra el cielo y contra ti” no se justificó, no buscó minimizar sus errores. Simplemente aceptó y reconoció su realidad.

 

El segundo paso fue tomar una decisión con respecto a su realidad: “me levantaré e iré…” Él no se puso a buscar culpables, ni a encontrar a quien responsabilizar de su realidad; mucho menos a esperar que llegara alguien a buscarlo, a sacarlo de ahí y llevarlo a un estado de bienestar. Nada de eso; pero tampoco se quedó ahí, solo reconociendo su responsabilidad frente a su realidad o solo tomando la decisión en su mente de cambiar y enfrentar su realidad; ¡NO! ACTUÓ en consecuencia de sus decisiones. Este es el tercer paso: “Y se levantó” Sí, se levantó, emprendió el viaje a su destino y por último, al llegar se mantuvo firme en todo lo que había decidido hacer.

 

¿cuántas veces nos quedamos en los sueños? en muchas ocasiones simplemente nos quedamos en los planes. A veces, nos devolvemos y ya no reconocemos nuestra responsabilidad, sino que damos un paso atras buscando quien pueda ser el responsable, el culpable o el generador de nuestras malas decisiones. Lo bonito de la historia, es que al igual que pasa en la vida de cualquier persona, siempre que cambiemos y hagamos las cosas de manera diferente, vamos a obtener resultados diferentes.

 

El secreto para lograr cambiar nuestras vidas, para transformar nuestra realidad, para dejar de estar tirados en medio de la porqueriza y alimentándonos de las sobras de los cerdos, radica en 4 simples pasos: reconocer que nos hemos equivocado; decidir que no queremos esa vida, que queremos cambiar; actuar, no quedarnos en sueños e ilusiones, en planes sin ejecución, sino levantarnos y empezar el camino; y por último, mantenernos, el camino es largo, pedregoso y difícil; pero una vez empezamos el camino, debemos terminarlo.

 

No es fácil, cuesta lágrimas, humildad y requiere de toda la fuerza de tu voluntad, pero los frutos se van dando. Yo lo estoy haciendo, y si que he llorado, pero te puedo asegurar que no hay mejor decisión. Por lo menos así lo vivo yo.


lunes, 16 de octubre de 2023

Un viaje en compañía de Caronte

 


Según la mitología griega al morir se empezaba un camino hacia el inframundo y la etapa más importante de ese viaje comenzaba a borde una barca que era conducida por Caronte, un singular personaje que solamente recibía su pago y te conducía sin afanes, ni contratiempos a la última morada que te acogería.


Toda esta historia trata de explicar la transición entre encontrarte en el mundo de los vivos y pasar a tener tu morada entre los muertos. Una búsqueda por hacer un poco más llevadero el dolor, ese dolor que siempre nos embarga cuando tenemos que enfrentar la pérdida de un ser amado, que nos ha dejado de acompañar en este camino y ha pasado recorrer su último camino en compañía de este singular barquero.


Nunca estamos preparados realmente para enfrentar el más seguro de los destinos que nos espera a todos, la muerte. Nunca tenemos la fuerza para enfrentar ese torrente de emociones que nos invaden cuando un ser amado nos abandona y pasa a formar parte del mundo de los muertos. Queremos al estilo de Orfeo, viajar al inframundo y enfrentarlo todo para traerlo de vuelta con nosotros, pero olvidamos que al final de la historia, esto no es posible, solo nos llevaría a terminar llenos de amarguras y dolores.


Enfrentar el dolor de una pérdida, de la muerte, de la ausencia de un ser amado, nunca tiene un camino fácil. No existe una fórmula que nos permita aceptar de forma rápida y coherente, que la muerte no es un final, que la muerte no es dolor, ni desesperanza. Aceptar simplemente que la muerte es algo que no podemos evadir y representa solo otra forma de cambio. La única forma de superar las pérdidas y la muerte es que cada día que nos quede de vida, lo vivamos con la mayor intensidad y amor que podamos entregar.


Este viaje en compañía de Caronte es algo que no podremos evitar nunca, ni para nosotros, ni para nuestros seres amados. Pero lo que sí podemos hacer, es vivir con intensidad, con amor, con esperanza, con fuerza, con fe y con una energía, que al empezar el viaje con Caronte no haya nada pendiente por vivir. 


No es fácil, no es algo que se logre de la noche a la mañana. Superar la pérdida requerirá tiempo, amor, fe y esperanza. Pero debemos tener claro que, cada día que vivamos será una oportunidad para brindar un homenaje de vida, a aquellos quienes se nos han adelantado en el viaje con Caronte. Vivamos, vivamos con amor, vivamos pasión, por amor y en homenaje a quienes ya no están, pero muy seguramente nos volvamos a encontrar.


Por lo menos así lo creo yo.


sábado, 14 de octubre de 2023

¿Victimas de la entropía?

 


Una de esas tardes de caminatas interminables en búsqueda de respuestas ante la situación por la que me encontraba pasando, llena de abrojos, pero en general consecuentes con algunas desacertadas decisiones que había tomado en mi pasado inmediato y que reflejaban una búsqueda permanente de autodestrucción, me distraje con el humor nerdo de un diálogo proveniente de una de mis series favoritas:

  • ¿Cómo va tu vida?

  • Como la de todos, sujeta a entropía, decadencia y eventual muerte


Y entonces vino a mi mente la duda de si lo que estaba viviendo era simplemente algo que no podía modificar, que mi vida como la de todos está sujeta obligatoriamente al caos, a la entropía, a entrar en una decadencia interminable y que sin importar que pudiera hacer, en lugar de cambiar lo que estaba viviendo y generar un nuevo destino, solo estaba condenado a seguir cometiendo errores y cayendo cada día más en un pozo sin fin hasta simplemente llegar a la eventual muerte.

Pero como siempre, quise saber más sobre la entropía (esta ley filosófica y magnitud física) encontrando algo interesante, el origen de la palabra simplemente es evolución. Fue ahí donde caí en la cuenta de uno de los errores más comunes de nosotros, vemos el caos, el desorden y la entropía como procesos negativos, como determinantes que solo nos van a llevar a la tristeza, a la desilusión y la infelicidad.


Y no es así, son evolución, son la oportunidad de cambiar, de volver construir, de empezar de nuevo, de aprender de nuestros errores y mejorar en los aspectos que tenemos que mejorar. Siempre va a haber un pequeño elemento de caos y desorden, pero será el que nos abra siempre la puerta a mejorar. Sobre el éxito y lo construido, no se puede hacer nada. Se aprende del fracaso y se construye sobre las ruinas.


Cierto, hoy mi vida a los ojos de un observador despistado podría estar en ruinas, como la de muchos. Pero lo que no se da cuenta es que es lo que se necesita para poder construir, levantar nuevas edificaciones, nuevos sueños, nuevas metas, nuevos objetivos. Yo estoy empezando a construir sobre las ruinas de mis desacertadas decisiones pasadas, pero esta vez con la experiencia que no tenía, y con conocimientos que antes no había adquirido. 


Hoy veo en mis fracasos y en mis derrotas, las herramientas que necesito para edificar el objetivo que me estoy trazando y alcanzar las metas que me he impuesto. Así aprendí que no soy víctima del caos y la entropía, ellos son mecanismos para evolucionar y crecer y no para decaer. Bueno por lo menos así lo veo yo.