sábado, 23 de junio de 2018

No hay peor ciego



Los abuelos acostumbraban a decir “No hay peor ciego, que el que no quiere ver” haciendo referencia a ese sin número de personas que acostumbran a enceguecerse, no ver las evidencias, simplemente creer o seguir sus pensamientos o ideas, pasando incluso por encima de los demás. Dicho de otra forma, una partida de fanáticos extremistas, convencidos que la verdad ABSOLUTA está en ellos.

Estas pasada elecciones han dejado más que en evidencia esos comportamientos fanáticos según los cuales no pueden existir puntos medios. Es una lucha donde se ha vuelto a las posturas maniqueístas donde solo hay dos caminos: malos o buenos. Y cada lado toma acciones ofensivas, insultantes, intimidatorias y discriminatorias que estigmatizan y descalifican a todos los que piensen diferente.

Lo más interesante de este entorno lleno de personas vendadas que buscan arrastrarte hasta sus posturas, es que entre más relacionado esté el discurso de “paz y reconciliación” más agresivo, insultante y descalificador va a ser el trato de la persona hacia la otra. Eso sí, para fortalecer y dejar aún más firme su postura, todo dialogo o discusión lo va a cerrar con “mejor no hablemos de política”

Es como ver un grupo de hinchas enceguecidos o religiosos que han encontrado el camino de la VERDAD y nada, absolutamente nada, diferente de su realidad y de su forma de ver el mundo es bueno o puede tener algo de razón. Se vuelve un discurso de odios y extremos donde si estas en la orilla opuesta es por ODIAS AL OTRO o por el contrario porque solo eres un ignorante extremo.

Sus líderes, en la mayoría de los casos incrementan el incendio de estas posturas fomentando, aún más, la estigmatización del otro. Su palabras y mensajes siempre van en la vía de difamar y descalificar al otro. Haciendo ver que quienes estén en ese camino solo quieren lo malo, lo perverso y sus seguidores lo creen completico.

Que importante es en ocasiones quitarse la venda de los ojos y poder asimilar que el otro, a pesar de las diferencias, tiene una historia, un camino y una forma de ver el mundo. Que los odios fundamentados en la polarización solo logran consumir la sociedad, destruirnos y llenar de veneno nuestra vida y nuestro corazón.

Pero el primer paso, es aprender que en el mundo y en la realidad en la que vivimos no hay “ángeles y demonios” hay seres humanos con aciertos y errores. Que los seres perversos, malos y con comportamientos patológicamente destructivos, están en los psiquiátricos y en las noveles literarias, quizá en el cine. Pero en la vida cotidiana estamos personas con deseo de crecer y no de dañar.

Cuando nos damos la oportunidad de escuchar al otro y ver su historia, su vida, sus deseos y sus convicciones, me daré cuenta que son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Cuando aceptamos al otro podemos ver que sus ideas no son tan diferentes de las otras.

El segundo a empezar a vivir en la búsqueda de los hechos y lo demostrable, evolucionar un poco de ese campo de las creencias por “fe” y empezar a creer por lo que se puede demostrar y comprobar. Bajarse de las “teorías” conspiracionistas que nos llenan la mente de fantasías y odios, pero que al final de cuentas nos conduce, como una religión, a creer en algo que no existe.

Cuando te alejas de las concepciones que no se pueden demostrar, te estás acercando a la racionalidad y a aceptar la realidad de la persona que tienen en frente. En ese momento los tonos empezarán a cambiar, ya no solo serán buenos y malos, blancos y negros; sino que los tonos grises empezarán a aparecer frente a tus ojos.

Por último, pero no menos importante, tomar una elección entre ser feliz y tener la razón. Muchas veces estamos ansiosos por tener la razón, por conquistar el conocimiento, la mente y el corazón del otro. Pero a veces esa búsqueda nos lleva a distanciarnos de personas maravillosas, que a pesar de sus “creencias” y convicciones, son especiales en nuestras vidas.

En ese momento, cuando eliges entre ser feliz o tener la razón, te das cuenta de que por encima de esas creencias y esa búsqueda de la superioridad, nada es más importante que ser feliz.

Por eso, mis queridos amigos, los invito de todo corazón a que nos quitemos las vendas y dejemos de ser esos ciegos encolerizados, para ser seres humanos felices, conciliadores y amorosos.


Fuente imagen: https://www.guioteca.com/psicologia-y-tendencias/fanatismo-como-reconocer-a-un-fanatico-que-puede-volverse-peligroso/

lunes, 11 de junio de 2018

Yo como digo una cosa, digo otra


Toda mi vida he disfrutado de las locuras de Chespirito, ese comediante que desde los años 70 ha entretenido a niños, jóvenes y adultos. Entre los muchos personajes que creó para divertir a chicos y grandes, se encontraban “los caquitos”, un grupo de ladrones que al cabo del tiempo deciden reformarse y volverse honestos. En este grupo se encontraba la “chimoltrufia”, Maria Expropiación Petronila, quien en uno de sus diálogos repetía en múltiples ocasiones “Yo como digo una cosa, digo otra”.

Esta expresión, cargada de contrariedad y que en últimas no lleva a ninguna parte me ha recordado al entorno político colombiano en vísperas de las elecciones de segunda vuelta. Y es que, aunque una de las protagonistas tiene un gran parecido al personaje, ha sido el comportamiento y la coherencia de los líderes políticos de hoy lo que realmente me ha traído a colación este chascarrillo.

En la “cosa política” las últimas semanas se ha visto como grandes opositores venden sus ideales y sus principios por el simple hecho de subirse al “bus” de la victoria. Todos han olvidado lo que hace unas semanas decían, los ataques que hacían o las mofas que presentaban hacia sus contendores para ganar algunos adeptos.

Y es que al igual que la Chimoltrufia, la coherencia de los grandes líderes políticos de hoy parece, en su gran mayoría, la simple expresión de “como digo una cosa, digo otra”. Todos sobre la base de que la “política es dinámica” han dejado ver ante la sociedad que simplemente no existen valores, criterio o palabra.

Desde candidatos que antes hablaban de hacer constituyente o “comprar” las tierras de los grandes empresarios de Colombia, hoy firman sobre “mármol” que nada de eso es así, que es todo lo contrario. Hasta excandidatos que hablaban de su contendor como un pequeño dictador y hoy lo abrazan y apoyan. Solo dejan evidencia que la coherencia, la firmeza, la honestidad y sobre todo la autoridad (entendida como congruencia entre los actos y las palabras) simplemente no existe.

Lo único coherente que se ve desde algunos bandos de la política nacional es la repartición de odios y temores hacia sus oponentes. Los grandes argumentos que se manejan están centrados en el miedo, en la sed de venganza y en la intención de llegar al poder a como de lugar. Sin importar cuantos valores y cuantas ofertas tengan que hacer para lograrlo.

Pero lo cierto, o la gran enseñanza que nos debe dejar este empantanado entorno político colombiano es que debemos luchar por la coherencia, por la congruencia entre nuestros actos y nuestras palabras. Vender nuestros valores o nuestros ideales solo por estar en el bus de la victoria, no es el camino. Quizá el mundo moderno nos ha enseñado que nada es constante, solo el cambio. Pero los valores, los principios y la ética en nuestro actuar deben ser elementos que mantengamos como la firmeza en los cimientos de un edificio.

Cuando cambias, vendes tus ideales y tus principios, por el ansia de poder, solo dejas entrever que jamás se deberá confiar en tus palabras, así las firmes sobre mármol, acero o granito. La coherencia, la congruencia, la claridad y la ética en el actuar deben ser las banderas de quien rija el destino de nuestro país.


Solo espero que las elecciones que se aproximan condenen la incoherencia y premien la congruencia, pero sobre todo, que quien va a regir el destino de nuestro país los próximos 4 años, a partir del 7 de agosto, trabaje con por el crecimiento y desarrollo de nuestro país, pero siempre defendiendo sus principios y sus ideales, sin venderlos para alcanzar más poder. En otras palabras, que su comportamiento no sea un cumulo de “como dice una cosa, dice otra”

Fuente de imagen: https://entreatingfavor.com/nothing-but-the-truth/