jueves, 28 de abril de 2016

Ahí, como las tamaleras...


Hay un saludo que en ocasiones utiliza mi "anciano" padre cuando quieres ser "ligeramente" sarcástico y responder a la pregunta "como está" y es "Ahí, como las tamaleras, mal y comiendo y vendiendo del tamal". Lo llamativo de este dicho oriundo de su tierra, es el evidente conformismo de la expresión... algo así como bien no voy a estar, pero pues tengo para comer de lo mismo que estoy vendiendo.

Por lo que disertando un poco más, uno podría llegar a imaginarse la actitud de nuestra querida "tamalera" pensando que al menos tiene para comer, cuando quizá haya mucha gente que ni para eso tiene. Y surge en eso momento de pensamientos divergentes una idea interesante en toda la extensión de la palabra... ¿qué pasa con el "confor... mismo"?

Porque en ocasiones no importa los problemas que tengamos y las necesidades que nos estén apremiando, simplemente sentimos que estamos "bien", no sentimos deseos de avanzar, por el contrario experimentamos una calma y una frescura, un sentido de "pa' que". Vemos nuestras dificultades, nuestras necesidades y simplemente miramos hacia abajo y decimos "Hay gente que está peor...". No vemos la necesidad de movernos.

Somos "la arepa caliente" para la "mantequilla de las necesidades"... frente a las necesidades y las dificultades simplemente mantenemos una actitud fresca, tranquila y distanciada de toda ambición "peligrosa" (En este caso léase como un sarcasmo). Le tenemos tanto miedo a la ambición y a querer cosas que nos quedamos en una actitud conformista... de no avanzar, de no crecer... porque el "materialismo" es peligroso, nos aparta de lo importante, entonces es mejor mantener una paz imperturbable frente a las necesidades económicas; sigamos como las tamaleras.

Pero el conformismo es un sentimiento tan traicionero que sin darte cuenta en que momento, te lleva a sentirte tranquilo, inmerso en la más absoluta de las necesidades. Es algo así como una droga enajenante, que te distancia de la realidad y cuando te das cuenta estas tirado en medio de la carretera de una gran ciudad, apestando "a rayos" y con moscas por todo tu cuerpo y con la extraña sensación de que muy seguramente debe haber alguien en peor situación que tú (Y muy seguramente lo puede haber).

Siempre que mires hacia abajo, habrá alguien que esté peor que tú, aunque en ocasiones la situación te engañe y lo único que estés viendo sea tu reflejo contra el suelo; pero si miras hacia arriba seguramente te encontrarás con personas que definitivamente estarán mejor que tu. Y entonces es donde surge un elemento fundamental... Soñar, desear, ambicionar o luchar por estar mejor, por ser mejor, por dejar un mejor futuro a nuestras próximas generaciones.

Y es que aunque en muchas ocasiones nos hayan metido en la cabeza que la ambición es mala, peligrosa y hasta auto-destructiva, los seres humanos hemos venido al mundo para crecer, para avanzar, para superarnos... para continuar cambiando. Citando a Heráclito "En los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos" nos invita a estar en un continuo cambio, a no dejarnos adormecer por la comodidad  de no sentir ambición.

Hemos venido al mundo a crecer, por eso desde que nacemos aprendemos, mejoramos, "evolucionamos"... estamos aquí para ser mejores cada día, para desear crecer y aprender nuevas cosas. Pero sobre todo para dejar un buen futuro y una buena vida a las generaciones que nos remplazarán.

Vivir la vida sin "ambicionar" ser mejores, vivir mejor... es como estar en medio del trance de una droga que nos encarcela en una zona de "Confort", no te permitas a ti mismo a vivir así... levántate, despierta, lucha, esfuérzate por ser mejor y verás como transformas tu mundo y el de los que siguen tu camino.

La decisión está en tus manos... vivir mejor o seguir como "las tamaleras".


Fuente de la foto: http://www.habildeclarante.com/public/images/noticias/13-conformismo-y-sociedad.jpg

1 comentario:

  1. La vida depende de la perspectiva con que la vemos. Siempre he creído que este dicho significa que la gente no se da cuenta de lo bien que está porque está acostumbrada a la carencia. Cuando veo a quienes venden tamales y que van en la quinta olla del día, digo, no está tan mal ser tamalero.
    Creo que se refiere a este deseo, muy mexicano, de no destacar y apropiarse de un papel martirizante de pobreza y limitación, incluso si la realidad es diferente y tienen en el momento presente todo lo que pudieran necesitar. No es conformismo tanto como aceptar que para dejar lo que eramos y convertirnos en lo que podemos ser necesitamos pasar por lo que hoy es.

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