martes, 12 de abril de 2016

Yo como digo una cosa, hago otra

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Una de las frases que se le endilgan a Mahatma Ghandi es "Felicidad es lo que sucede cuando lo que piensas, dices y haces está en armonía"... Y es que en definitiva la sociedad se ha acostumbrado a vivir inmersa en viles mascaradas, donde constantemente estamos vendiendo lo que no somos, lo que no pensamos a otros con tal de ser aceptados, de ganar algo de reconocimiento o simplemente para sentirnos superiores a los demás.

Efectivamente muchas veces sentimos que es muy natural decir una cosa y hacer otra, continuamente lo hacemos, nos vendemos como bondadosos y sin embargo a la primera oportunidad que tenemos le damos una patada al necesitado. Hablamos del perdón y de continuar el camino, pero mantenemos nuestros rencores hacia los demás por décadas; teniendo siempre en la mente el dicho de "Yo guardo pan para cuando haya leche". Y para acabar de completar vivimos juzgando a los demás por su manera de vivir, pero es que la nuestra en el actuar es igual, aunque en el discurso sea diferente.

Es como tener un trastorno de identidad disociativo (múltiples personalidades) en el cual en una misma persona viven tres diferentes: la que piensa, la que habla y la que actúa. Pero lo más interesante es que nos acostumbramos a vivir en esta incoherencia de vida, se vuelve nuestro "Status Quo", a pesar de que nos mantiene amargados y aburridos, criticando todo lo que sucede en nuestro entorno, manteniendo siempre una intranquilidad interna, donde nada nos llena y nos dedicamos, en muchas ocasiones, a amargar a otros.

Algunos asimilan este estilo de vida por el deseo de ser aceptados en un grupo social, manteniendo mascaras en su rostro con tal que a quienes consideran superiores los acepten, esto los lleva a alcanzar unos niveles de infelicidad tales que llegará el momento donde no tengan ni la menor idea de quienes son, si el que piensa, el que habla o el que hace... porque se puede llegar a hacer cosas que nunca harían en su corazón, pero por ser aceptados se realizan.

Otros, se comportan así por su doble moral... todos los días los escuchas hablar (como la canción) de amor al prójimo, de sacrificio, de amor... pero cuando volteas a ver sus acciones y pensamientos (que de verdad se llegan a ver) son totalmente opuestos, siendo incapaces de seguir las enseñanzas que tanto dicen promulgar... al punto que no se pueden amar ni siquiera ellos mismos...

Sin embargo, aunque esta constante disyuntiva se vuelve un estilo de vida en casi todos los miembros de la sociedad en la que vivimos, de lo que podemos estar convencidos es que, aunque estén en su "Zona de confort" esto no quiere decir que sean felices... es imposible serlo cuando no tienes idea de quien eres. Y la realidad es que la única razón por la que estamos en este mundo es para ser felices... Ser felices pensando, hablando y viviendo armónicamente.

Hacer esto nos enseñara lo difícil que es ser coherentes y nos mantendrá lo suficientemente ocupados, como para no estar viendo como viven los demás, solamente disfrutando de hacer las cosas... como las pensamos y decimos.


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