miércoles, 21 de diciembre de 2016

33 años Cristo, 2000 años Judas


Hace algunos años, hablando con mí “anciano padre” me hizo referencia de un libro que alguna vez había leído, titulado como este post: 33 años Cristo, 2000 años Judas. Donde la principal reflexión es que los supuestos seguidores de Cristo, en sus comportamientos y actitudes parecían más seguidores del más famoso de los traidores, que del humilde carpintero de galilea.

Y es que en este referente, y sin pretender colocar ningún matiz religioso, pues es algo que evidentemente he querido evitar en todas mis publicaciones, mi disertación al lado del camino, estará centrada más que en lo religioso en las actitudes de las personas, más cuando estamos a unos pocos días de conmemorar el nacimiento de este personaje que cambio la historia de la humanidad.

Durante muchos años nos encontramos como en nombre de este humilde personaje se han realizado guerras, se han justificado genocidios y atrocidades, basta con dar una pequeña mirada a la historia de la edad media o voltear un poco la mirada hacia el medio oriente, o hacia nuestros vecinos del Norte, para ver cómo el mundo se llena los labios de luchar en pro de la fe del carpintero, pero la realidad es que sus actos muestran todo lo contrario.

Pero no nos vayamos tan universales, si nos vamos a nuestras pequeñas realidades encontramos como quienes son “más cristianos” se sienten con el derecho de juzgar los comportamientos de los que los rodean, se creen jueces del mundo solo por expresar que tienen una fe. Van por la vida condenando a todos los que están a su alrededor y sobre todo menospreciando las vidas de los demás, generando un rechazo generalizado.

Y evidentemente al mejor estilo del “guerrillero traidor” (entiéndase Judas), cada vez que pueden venden la fe por 30 monedas de plata, aunque hoy es por billetes y si son de los verdes mejor… porque la fe no importa, importa el dinero, volvimos de forma interesante a la compra de indulgencias que en su momento fue tan criticada por Martín Lutero…

Lo más triste es que estas acciones y actitudes llevan a que las personas rechacen las excelentes enseñanzas de este personaje que nacería en un humilde pesebre… y es que más allá de lo religioso o fanático, este humilde personaje del medio oriente, quien podría ser considerado “un joven rebelde” se fue en contra de los postulados religioso de su momento, los cuales segregaban la sociedad.

Este “rebelde con causa” promovía el amor al prójimo sin más medida que el amor propio, nunca hizo distinción de personas, sin importar lo que hicieran, el dinero nunca fue algo que lo moviera y por el contrario enseñaba que había que darlo todo, no solo por Dios, sino por los demás… y por encima de todo, buscó enseñarnos que ninguno tiene la capacidad, ni la autoridad para juzgar a los demás en su comportamientos o vivencias.

Su principal enseñanza fue que amar a los demás era el centro para lograr una verdadera convivencia entre las personas, que teníamos que aprender que el otro, es fundamental en nuestra existencia y que la verdadera forma de expresar el amor al ser supremo, era expresar amor al que tengo enfrente y puedo ver… que la violencia no era el camino a absolutamente nada y que antes de criticar a los demás, debía ver mi vida y ponerla en orden, lo cual no lo lograría hasta la muerte.

Si por un momento, si tan solo por un instante todos siguiéramos estas útiles enseñanzas de vida, estoy completamente seguro de que el mundo sería realmente un maravilloso lugar para vivir, si en lugar de pensar que yo soy el bueno y los demás dignos de las “llamas del infierno” y nos diéramos cuenta que el verdadero camino a la felicidad es el amor… no habría que esperar un paraíso o un nirvana… lo estaríamos viviendo aquí en la tierra.


Por eso, pienso que en estas fechas donde recordamos su nacimiento, deberíamos, por encima de todo, recordar sus enseñanzas, esas no tienen tinte político, religioso y mucho menos doctrinal… son solo unas enseñanzas de cómo hacer un mundo mejor.

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viernes, 16 de diciembre de 2016

La aterradora soledad


Toda la vida me he considerado una persona “más o menos” valiente, siempre he sido de los que se le mide a cualquier reto que le propongan y desde niño, ni la obscuridad me ha detenido para reír, caminar o disfrutar, por el contrario, parecía disfrutar de la obscuridad. Aunque no voy a presumir mucho, hubo mis momentos de susto.

Mi infancia la viví al lado de, los que considero, los personajes más terroríficos del séptimo arte: Freddy Krueger, Jason Voorhees y Michael Mayers. Siempre he pensado que Dracula, el hombre lobo y monstruo de Frankenstein “Comen chitos” al lado de los tres primeros, porque a diferencia de los otros, los primeros son inmortales, nada los puede destruir y son capaces de atacarte hasta en lo más íntimo de tus sueños.

Obviamente el “séptimo arte” siempre busca la mejor forma de asustarte y que no puedas dormir sin tener la luz prendida o sin que ninguna de las partes de tu cuerpo salga de la sábana. Hoy por ejemplo encontramos algunos como Anabell o Samara Morgan, quienes te vienen a sembrar el terror hasta en lo más profundo de tus entrañas.

Sin embargo, a pesar de todos estos grandes personajes e historias de terror, lo único en mi vida que logra erizarme hasta lo más profundo de mis entrañas, lo único que realmente me hace temblar de miedo y llorar desconsoladamente, es “la aterradora SOLEDAD!”… y no me refiero a estar solo, comer o ir a un espectáculo solo, ni siquiera a sentarme en un bar a tomarme una cerveza (Ya van a decir que soy alcohólico).

No, mi temor va muchos más allá, es el miedo a pensar que no le importo a nadie, a pensar que voy a llegar a la habitación donde duermo y estaré solo, que no tendré a quien abrazar, a quien besar, que no tendré a quien amar y mucho menos alguien que me pueda amar, no tener con quien desear despertar y no solo dormir.

Y en muchos momentos de mi vida esta incontrolable fobia, a este terrorífico personaje (La soledad), me hizo rodearme de personas destructivas, personas que me generaban más tensión y estrés que tranquilidad, pero prefería aguantarme ese tinto recalentado o los cuernos de una niña indefinida o las excentricidades de una dama de cuatro décadas, que tener que enfrentar mi mayor miedo.

Pero llegó el momento, donde al ver la situación de vida de alguien muy cercano a mí, que en el afán de huir del dolor y la soledad se acompañó de un personaje, al cual nunca había vislumbrado como pareja, que recordé aquel viejo dicho de los abuelos “Más vale solo, que mal acompañado”.

Y entonces empecé a recordar como en muchas ocasiones, por el afán de no estar solo, me rodee de personas que terminaron siendo más perjudiciales que benéficas para mi vida, tanto “amigos” (Entre comillas, porque nunca lo fueron), como parejas y entendí que la sabiduría de los ancianos es el resultado de muchas experiencias de vida.

Cuantas veces por miedo a la soledad terminamos destruidos, derrotados, traicionados, perdidos. Cuantas veces en ese afán de estar rodeados y “acompañados” terminamos perdidos, dejando ser quienes realmente somos, ocultando nuestros sueños y deseos, mintiendo y engañando solo por mantener en nuestras vidas personas que realmente no queremos.

Y fue entonces donde tuve que enfrentar este aterrador miedo y descubrí algo aún más importante, no era a estar solo a lo que le tenía miedo, era a estar solo conmigo mismo, era miedo a conocerme en realidad, porque cuando estaba rodeado de personas no era yo quien estaba ahí, era la persona que ellos querían ver en mi la que estaba.

Estar solo me ha llevado a conocerme, a saber quién soy, a no tener miedo a ser aceptado o rechazado, simplemente a aceptarme yo. Es duro, sobre todo llegar a una habitación de un apartamento solitario y pensar en la mujer amada en otra cama, pero mientras que la vida así lo estime seguiré compartiendo este camino con el ser humano más interesante que la vida me ha permitido conocer… YO

Te invito a que no tengas miedo a la soledad, que no temas conocerte, a veces la vida nos invita a recorrer algunas distancias solos para que aprendamos a apreciar algunas cosas que estando acompañados no tendríamos la posibilidad de ver… es como salir a caminar en medio de la naturaleza, si vas solo tendrás más posibilidad de disfrutar de la belleza que te rodea, que si vas acompañado… esa persona llegará o volverá a tu vida cuando sea el momento indicado.


Recuerda, la única forma de superar los miedos, es enfrentándolos… vale la pena.

Fuente imagen: http://www.sanar.org/files/sanar/la-soledad-puede-afectar-la-salud.jpg

miércoles, 14 de diciembre de 2016

¿Con más pena, que gloria?


Nos encontramos a tan solo 17 para que llegue el final de uno de los años que, al menos para mí, me hubiese gustado evitar “esta copa”, han sido 348 días de los cuales puedo asegurar que más del 90% fueron frustrantes, tristes, cerrados con lágrimas en los ojos o un severo estado de alicoramiento, buscando como buen alcohólico, ahogar las penas.

Fue una año lleno de caídas, errores, desaciertos y sobre todo de malas decisiones. Un año de pérdidas valiosas, de penas, de dolores, de tristezas y remordimientos, seguramente si me encontrara con el genio de la lámpara el único deseo que tendría para él sería poder repetir este año con el conocimiento de las decisiones que tengo al final de él.

Pero efectivamente esto es tan posible como ganarme el baloto el próximo sábado 31 de diciembre; sin embargo, con todo lo que tiene por borrar este año debo reconocer que hay algunos elementos que las nubes de la melancolía en ocasiones no me deja divisar… los ojos encharcados de lágrimas me han ocultado algunos elementos positivos.

Y es que aunque suene a “frase de cajón” aquel dicho de los abuelos “No hay mal que por bien no venga” tiene algo de cierto, por algo dicen que la sabiduría popular habla por la experiencia; y es que este año, a pesar de las perdidas, las lágrimas y los errores me dejó grandes enseñanzas.

La primera, conocer las personas realmente valiosas en mi vida, esos momentos de necesidad y escases me llevaron a conocer quiénes eran realmente las personas que me querían, quienes realmente vale la pena conservar en mi vida y en mi corazón, también me mostros quienes fueron los traidores, quienes solo estaban por un favor o un beneficio.

Este año también me enseño que debo conocerme, que muy a pesar de lo que mi ego dijera, todavía me falta mucho por aprender, que para ser un buen ser humano me falta mucho camino por recorrer. Este año me llevó a darme cuenta que cada decisión la debo reflexionar pensando en las consecuencias y en las heridas que puedo generar a otros.

Al final del año, también llegue a entender que Dios también era importante en mi vida (Y aquí les pido disculpas a los que no creen en Dios), pero por los menos para continuar creciendo me di cuenta que solo aferrarme a mi creencia en la trasendentalidad del alma me ayudará a salir del profundo estado de melancolía que a veces me invade.

Cierro el año sin mi hogar, sin mi familia, con muchos aprendizajes y sobre todo consciente que las cosas irán pasando como deban pasar, las cosas malas pasan, pero lo que debemos mirar es que nos quieren enseñar.

Al final de este año sé que aprendí muchas cosas, que fue necesario para continuar mi proceso de crecimiento como ser humano y empezar el 2017 con una nueva mirada sobre el mundo, sobre la vida, sobre las personas, pero sobre todo, sobre el impacto que mis decisiones puede generar en mi felicidad.

Quizá al igual que yo, tu año aparentemente no haya sido bueno; pero en lugar de pensar en las tristezas, las perdidas y las derrotas, porque no miras los aprendizajes, las lecciones, los cambios que te llevarán a ser aún mejor y más fuerte de lo que eras.

Por eso, al mejor estilo de aquél clásico de año viejo, “yo no olvido al año viejo”, pero a diferencia de la canción, aunque no me dejo una chiva, una burra vieja, una yegua blanca y mucho menos una suegra (no me importaría si buena, ni mala); me dejó muchas enseñanzas, muchos aprendizajes y sobre todo la certeza de que el camino sigue y hay que seguir avanzando.


Fuente imagen: http://cdn.colombia.com/sdi/2016/12/13/programadora-informatica-anuncio-el-fin-del-mundo-para-2016-530446.jpg

jueves, 10 de noviembre de 2016

Empezando el camino


Una de las acciones más difíciles de aprender es que debes seguir el camino, generalmente nos quedamos pegados al pasado y en especial cuando sentimos un alto grado de culpabilidad consideramos que debemos aferrarnos al pasado, no lo soltamos y lo vemos como una forma de castigarnos por los errores cometidos.

Mantenemos el frustrante sueño de que quizá, si las personas que lastimamos nos ven sufrir y que hemos cambiado, tomarán la decisión de volver a nosotros para mostrar que realmente estamos preparados y hemos aprendido, para mostrarles que los amamos, que los errores del pasado sólo fueron estupideces que hicimos en medio de una obnubílante idiotez.

Pero no importa las lágrimas que derramemos, no importan los pesares que vivamos, las depresiones en las que caigamos o lo suicidas que nos podamos sentir algunas veces, cuando la vida te dio una oportunidad y la dejaste pasar, ni reuniendo las esferas del dragón de “Namekusei” lograras que vuelva atrás.

Cuando las heridas que dejaste en los corazones son profundas, ten la certeza de que ni el tiempo las podrá cerrar. Es entonces donde debes aceptar que por delante tienes un camino… que lo que quedo atrás, por errores o aciertos, quedó atrás. Ya nada puedes hacer, ni siquiera teniendo la máquina del tiempo… ¿o no recuerdan el final de la máquina del tiempo de H. G. Wells?

Es entonces donde tienes que tomar la decisión de dejar de estar viviendo en el pasado, los errores y las heridas que hiciste ya no las puedes reparar, ya no hay como volver atrás, y por más que lo lamentes, el mundo sigue girando, los días siguen pasando y el tiempo no se detiene.

Así que solamente tienes un camino que tomar, seguir adelante empezar nuevamente la caminata, evaluar lo que hiciste y procurar cambiar para que esas heridas no las vuelvas a causar. Seguir el camino significa dejar en el pasado, lo que es del pasado, eso ya no lo vas a cambiar, trabajar en el presente, por lo que quieres lograr en el futuro.

Las oportunidades y personas que quedaron en el pasado ya no van a volver, esas ya quedaron atrás. Tienes que seguir caminando, procurar que los recuerdos no te hagan llorar y continuar. No hay otro camino, no hay otra forma de ser feliz, entender lo que tienes que mejorar, olvidar lo que debes dejar atrás y continuar.

¿Difícil? Es muy difícil, dejar sueños e ilusiones, amores y amistades,  simplemente levantar la cabeza, mirar al horizonte y decirte a ti mismo “Sigue adelante, te queda mucho por caminar” ¿Qué vendrá en el camino? Nadie lo sabe, quizá solamente sea un camino solitario.

O quizá te encuentres personas que compartan tu camino, o quizá encuentres una mejor forma de caminarlo, o quizá llegues a la meta antes de lo esperado… eso nadie lo sabe, lo importante es volver a emprender el camino, con la esperanza de que a pesar del pasado, este nuevo camino que estás construyendo traerá, al menos, un poco de tranquilidad y quizá, un poco de felicidad.

Pero sobre todo, no te quedes detenido pensando en lo que se quedó atrás, eso jamás volverá, y tú no puedes volver a él, así que duela lo que duela, sólo resta continuar.


Mira hacia delante y espera que cada día, cada milla, traiga paz a tu corazón.

martes, 8 de noviembre de 2016

De sueños frustrados


Estamos a solo 53 días de que se culmine el año, en mi caso uno de los más difíciles que me ha tocado superar, tanto económicamente, como social y emocional… y obviamente cuando el año va llegando a su fin, la acción típica de todos es sentarnos a evaluar cuantos de los sueños y metas que nos impusimos al principio de año se cumplieron.

Y obviamente, el resultado más generalizado que encontramos en estas maravillosas épocas del año, son quienes quieren en 53 días hacer lo que no hicieron en los otros 312 días… también nos encontramos los que por estas fechas solo están pensando en la percha y la rumba de diciembre, para el último día del año darse los golpes de pecho por lo que no lograron.

Por último se encuentran quienes a estas alturas del partido se encuentran totalmente frustrados porque esos sueños y metas ya no se cumplieron, se sienten impotentes, tristes y melancólicos porque el año pasó “sin pena, ni gloria”, porque piensan que en lugar de avanzar, retrocedieron, ¡porqué fue más lo que se perdió que lo que se ganó!

Y generalmente se vuelven peores jueces de sí mismos, que cualquier extraño, se sumen en sentimientos depresivos, se sienten incapaces de alcanzar cualquier cosa, sienten que su vida está destinada a ser perdedores, que para ellos no es la felicidad, ni el éxito, que la vida es una m…

Y se olvidan de algo importante, la única verdadera frustración en la vida es dejar de intentar, la única derrota real es quedarse tirados en el fango y sumidos en la tristeza y en su propia “autoflagelación”… solo cuando nos damos por vencidos estamos realmente derrotados, solo cuando dejamos de luchar, realmente hemos perdido, solo cuando dejamos de soñar es cuando realmente somos unos fracasados.

Lo cierto es que el cierre de un año no marca otra cosa que la finalización de darle la vuelta al sol, pero no marca tu capacidad o potencial, el cierre de un año no es más que el cambio de calendario, pero no significa que si no se alcanzaron los sueños o no se lograron las metas todo está perdido.

Todo lo contrario, cada día, cada amanecer, cada nuevo año, cada segundo que pasa en nuestras vidas es una oportunidad de volver a intentarlo, cada caída es una posibilidad de volver a levantarnos, cada derrota solo presenta una oportunidad de volver a empezar… No hay derrota mientras tengamos deseos de luchar, no final, mientras en nuestros corazones decidamos volver a empezar.

Es como aquella vieja frase que todo “gamer” (aficionado a los juegos de video) detestaba con mayor ahínco, pero que su significado es más profundo y optimista de lo que lo pensábamos… “Game over”… y es que cuando esta terrorífica frase aparecía en la pantalla, todos nos dábamos por vencidos, por derrotados.

Pero un día, cuando estaba enseñándole a jugar tetris a mi papá y salió la terrorífica frase en mi monitor, recuerdo su expresión “¿y cuál es el otro juego?”, recuerdo que lo mire y le dije perdiste, no hay otro juego; y el me respondió: pero es que eso significa otro juego, yo quiero mi otro juego.

Desde entonces deje de ver esa frase como una derrota, dejé de mirarla como algo negativo, como lo peor que me podía pasar y empecé a verla como un llamado a seguir, como una invitación a no rendirme, tenía una nueva oportunidad, tenía la oportunidad de volver a empezar y hacerlo mejor… no era el final, era un nuevo juego.

Aunque muchas veces nos cuente trabajo entenderlo, cada derrota, cada fracaso, cada caída, son solo una invitación a volver a intentarlo. Son una invitación a que lo volvamos a hacer, a que aprendamos de nuestros errores y digamos “aquí voy otra vez”, esta vez lo voy a hacer mejor, esta vez voy a entregarlo todo de mí.

Por eso en la evaluación que hagas de este cierre de año, cuando encuentres las cosas que no alcanzaste, los sueños que no cumpliste, no te des por vencido, el cierre de año es solo una oportunidad para volver a empezar, para iniciar nuevamente tu juego, para corregir los errores del pasado y volver a hacerlo… no es el final, es la oportunidad de un nuevo inicio.

Así que no dejes que la frustración y el sentimiento de impotencia te derroten, lo que no hayas logrado, tienes una nueva oportunidad de volver a hacerlo.

Game over, sólo es una invitación a que vuelvas a empezar tu juego.


Fuente imagen: https://lamenteesmaravillosa.com/wp-content/uploads/2013/11/article_13838552164.jpg

sábado, 5 de noviembre de 2016

Silencios que envenenan


Hace algunos años una persona muy especial me enseño que las cosas que se piensan y no se dicen “generan cáncer”, que siempre debíamos expresar lo que sentíamos, que guardar eso nos iba destruyendo poco a poco por dentro, hasta que ya no pudiéramos más, casi como dice una imagen por las redes “No es lo que decimos lo que nos mata, es lo que no expresamos lo que nos destruye”.

Lo triste es que muchas veces nos guardamos nuestros pensamientos, creemos que las personas deben suponer lo que sentimos, que lo que nos molesta es evidente para los demás, en muchos casos llegamos a conjeturar y a suponer que “si el otro nos conoce, debe saberlo” y vamos por la vida guardando y almacenando todo lo que sentimos y pensamos.

Nos vamos por la vida haciendo las cosas que no nos gusta, por el simple hecho de guardar en el corazón todo lo que nos hace daño, para no ir a lastimar a los demás o porque los demás deberían saberlo… y olvidamos que simplemente los demás son diferentes, no saben lo que sentimos, no sienten como nosotros, es más, aunque parezca increíble, no piensan como nosotros.

Y poco a poco, todo eso que callamos, todo eso que guardamos va envenenando el corazón, nos va destruyendo paso a paso, como si estuviéramos tomando un veneno en dosis muy pequeñas y sin darnos cuenta nos va destruyendo, primero mata nuestras sonrisas, luego mata nuestras esperanzas y por último mata nuestro deseo de continuar.

Vamos sintiendo que el mundo no está hecho para nosotros, nos aislamos sentimentalmente y creemos que estamos hechos para sufrir, que esta injusta vida nos trajo al mundo solo para derramar lágrimas… lagrimas que no siempre son visibles, que a veces son internas para que el mundo no nos vea llorar, pero nuestro corazón siempre está así… melancólico y desesperanzado.

Creemos que le hacemos un bien a los demás al no decir lo que sentimos, al no expresar lo que nos molesta, a seguir aguantando las tristezas de la vida sin hacer nada, simplemente sufriendo y llorando por dentro… perdemos amores y personas valiosas porque nos llenamos de sentimientos sin expresar y dolores sin mostrar.. Hasta que todo revienta.

Pero nunca es tarde para cambiar, nunca es tarde para renacer, para expresar lo que sentimos, para que ese cáncer no nos mate por dentro… Siempre que estemos vivos tenemos la posibilidad de renacer como el fénix de nuestras cenizas y soltar, decir, gritar, llorar… pero no guardar.

La vida no nos trajo a guardar nuestros sentimientos, no nos trajo a guardar lo que nos molesta, no nos trajo a aguantarnos lo que no nos gusta… nos trajo a vivir, a expresarnos, a sentir… a decir… nos trajo a ser felices.

Y aunque alguien nos pueda decir que la felicidad son momentos, no, la felicidad es un camino, un camino donde vivimos fuerte e intensamente, donde no hagamos las cosas por “compromiso” donde hagamos lo que hagamos sea por amor, sea porque queremos, porque nos nace hacerlo.

Vive, no lo dejes para mañana ¡hoy es el día!, expresa, di, deja de hacer lo que no te gusta, libérate de lo que te hace cautivo, vive la vida intensamente, no almacenes sentimientos ni dolores, guarda recuerdos, sonrisas… guarda en tu corazón lo que te hace grande…

Y sobre todo, recuerda que la única persona de la que realmente eres responsable eres tú mismo y cuando realmente vivas, podrás ayudar a otros a vivir.



Fuente imagen: http://fmdelpuebloazul.com.ar/fm/wp-content/uploads/2015/05/SILENCIO.jpg

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Viviendo en cautiverio



Uno de los derechos fundamentales que contempla nuestra constitución es el de la libertad, la cual en su artículo 28 dice:"Toda persona es libre. Nadie puede ser molestado en su persona o familia, ni reducido a prisión o arresto, ni detenido, ni su domicilio registrado[...]" siendo claro que al menos en el papel el cautiverio no está permitido. Claro está, esto no solo lo encontramos en la carta magna, es evidente que uno de los grandes temores de todo ser humano es perder su libertad.

Por eso generalmente cuando alguien trata de coartar nuestra libertad, de manipularnos, de secuestrarnos o de vulnerarnos en alguna medida este trascendental derecho, surge toda nuestra garra y deseo de lucha, somos capaces de jugarnos la vida, con tal de no perder nuestra libertad, tenemos muy presente en nuestro corazón que nada nos debe dejar en cautiverio. También es por esto que el mayor castigo para el hombre siempre será la privación de la libertad.

Sin embargo, algo que es muy interesante en el corazón humano, es ver como nosotros mismos nos ponemos en cautiverio a nosotros mismos, como nuestros miedos y frustraciones generan un mecanismo de defensa que lo único que nos lleva a ponernos "tras las rejas", una prisión emocional en la cual dejamos atrás nuestros sueños, nuestros ideales y nuestros gustos.

No es necesario que alguien nos encierre en "cuatro paredes", el miedo y la frustración se encargan de eso, nos llevan a tomar decisiones encaminadas y dejar de ser quienes queremos ser, ya sea por la búsqueda de la aceptación, por el reconocimiento de los demás o simplemente porque consideremos que nuestros gustos solamente nos van a generar más dolor, y entonces decidimos encerrarnos y morir presos de nuestros miedos, frustraciones e infelicidad.

Son muchas las personas que deambulan por las calles todos los días, pero que sus corazones realmente viven en un cautiverio constante de frustración y tristeza, tienen la posibilidad de salir corriendo en búsqueda de la felicidad, pero su “estado de confort” no los deja dar un paso por alcanzar sus sueños e idales.

Todos los días los ves convenciéndose a ellos mismos que no existe otro camino para vivir, que no existe otra forma de vivir, que ya “tomaron una decisión” y no pueden moverse de ahí, porque si no se mantienen en lo que decidieron no tienen palabra.

Lo triste de estas decisiones y posturas es que cuando las ves “desde la barrera” sería como ver a una persona atándose así misma o encerrándose en la prisión y lanzando la llave lejos… luego sentándose con el rostro lleno de resignación porque “no tiene otro camino”…

Pero no es cierto, ese solo es otro engaño del miedo, sólo es otro engaño de quienes nos quieren ver oprimidos e igual a los demás, es solo una forma de caminar por un camino seguro y que conocemos que no nos genera temor, que no nos hace sentir vivos… que nos hace estar como muertos.

La decisión es tuya, de cada uno… ser mi propio carcelero y llevar una vida “sin sobresaltos, ni emociones” que nos prepare de una vez para la muerte; o vivir, vivir con emoción con penas y llanto, pero con risas, con carcajadas… con felicidad, con libertad, con la posibilidad de correr y de caernos y rasparnos… Vivir como se debe, con intensidad…

Recuerda que estas vivo y aunque la muerte sea inevitable no significa que tengas que vivir para ella… debes vivir para ser feliz y que cuando llegues a la tumba… puedas decir que realmente viviste.

No esperes a mañana… puede ser muy tarde.



Fuente imagen: http://dossier33.com/wp-content/uploads/2016/06/secuestro.jpg

viernes, 28 de octubre de 2016

Zombies de otra estirpe

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Hace algunas publicaciones hablé de un tipo espacial de "zombies" que encontramos entre nosotros, aquellos que solamente ven las cosas malas de la vida, aquellos que la amargura y el odio llena su corazón y su espíritu, y van destruyendo a su paso la esperanza en los corazones de las personas que "osan" cruzarse en su camino y que al igual que los personas del "séptimo arte" van en busca de nuevas victimas para que engrosen la larga lista de amargados.

Pero en esta "jugla de asfalto" nos encontramos con otra especie de "zombies" unos que no están interesados en convertir a nadie a su estado, pero que al mejor estilo de un muerto viviente van por la vida caminado sin corazón, ni esperanza. Respiran básicamente porque es un efecto reflejo del organismo y no tienen manera de controlarlo.

Sus ojos solamente ven obscuridad, sus labios sonríen como una acto incontrolable de la naturaleza, su vida a perdido toda razón de ser y de existir, pero a diferencia de los anteriores, estos simplemente, como seres inertes, desearían con todas sus fuerzas regresar el tiempo y volver a un tiempo en el que la vida tenía sentido, a una fase de su historia donde había un motivo para sonreír. Donde su vida no era solo tristeza y desolación.

Estos, mi querido lector, son los "zombies" del amor, aquellos que por su propia decisión perdieron el amor, que en un momento de descontrol o locura actuaron en contra de su propio bienestar y en ese camino soltaron la mano de aquella persona que los venía acompañando en el camino de la vida y cuando dieron la vuelta para volver a encontrarlo, el tumulto y la maraña de personas los hizo perder de vista su gran amor.

Van por el camino sin corazón, porque en una etapa de su historia lo entregaron por convicción propia, pero que sin darse cuenta, empezaron a deambular sin rumbo, sin destino y sin punto de partida. No encuentra satisfacción, ni emoción en aquello que antes les generaba alegrías. La vida se ha convertido solo en un castigo, una forma de pagar por los errores del pasado, esos que los llevaron a quedarse sin su complemento.

Generalmente no es fácil reconocerlos, pues en el afán de esconder su dolor, viven como el actor, desempeñando su papel con pasión y tragándose la frustración de saber que el pasado no se puede retornar y que el futuro solo depara más soledad.

Algunos son más osados y tratan de compartir su soledad con otro de la misma especie, pero esto solo ahonda el dolor de saber, que aquello que no solo se perdió, sino que también se descuido, no se puede remplazar. Y terminan sumidos en una soledad acompañada, que es mucho más terrible que la misma soledad.

La curación a esta infección es difícil de encontrar, son una especie que no busca dañar a nadie más, solo manterner sumida su tristeza como parte integral de su vida, quizá en algún momento puedan recuperar el sentido de la vida y recuperar aquello que perdieron por descuido y sin razón, a veces el corazón vuelve a nacer en el mismo lugar donde antes estaba, otras veces dan con seres que les comparten el corazón y vuelven a vivir.

Lo cierto, mi querido amigo, es que si te cruzas por el camino con uno de estos enigmáticos personajes, no trastes por la fuerza que cambie su estado, ni mucho menos trates de levantarlo de su melancólica situación, solamente brindale la mano, y permite que el tiempo y su condición actualizante lo lleve poco a poco a superar su situación, el tiempo dirá si la supera, o si se sigue consumiendo hasta simplemente desaparecer sumido en la tristeza.


domingo, 2 de octubre de 2016

A quien pueda interesar

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Esta es una declaración dirigida a ti, a quien durante muchos años me dió lo mejor de su vida, a ti, quien dejos sus sueños atras para darme todo su amor, a ti, quien lo arriesgó todo por compartir el camino de su vida conmigo; a ti, quien me diste los mejores regalos de la vida; a ti, a quien de manera muy tarde me di cuenta que no había valorado.

Hoy, mis errores y tus silencios nos tienen lejos, mi orgullo y tus suposiciones nos han distanciado y en este momento nos tiene en un momento donde cada vez más ese regreso a estar juntos no se ve posible en este plano de la realidad. 

Quiero decirte que no ha habido tormenta más difícil de superar en mi vida que sentir tu ausencia, siendo consciente de que mi ego y mi orgullo hablaron para que hoy te encuentres lejos de mi, es una tormeta que ha dejado huellas indelebles en mi corazón, tales que yo mismo lucharé para que nunca se borren.

Quiero decirte que te amo, que me enamore no solo de tus cualidades, sino en especial de tus defectos, de esa fuerza en el corazón con la que soportas todas tus decisiones... siempre me enamoro que sin importar cuanto dolor te podría generar, mantenías tus decisiones y no retrocedías a pesar de lo intenso del dolor.

Me enamoro tu capacidad de entregarte por completo, incluso por personas, como yo, que no valoramos todo lo que hiciste... me enamora tu caracter, tu voluntad; me enamora tu pereza... tus ganas y tus insomnios; tus voces y tu enojos; todo de ti me enamora.

Sé, con el dolor de mi corazón, que después de mucho dolor y muchas críticas quisiste iniciar un nuevo camino con alguien más, pero también que sin importar que te sientas infeliz o incompleta, mantendrás tu decisión hasta que te vuelvan a herir. 

Yo por el contrario he decidido quedarme solo, esperar que el destino, como cuentan los enamorados, nos vuelva reunir en algún de nuestras vidas. He decidido esperarte, porque como diría el poeta, es más fácil esperar lo que nunca va a llegar, que olvidar lo se ama con el corazón y con el alma.

Tristemente me he dado cuenta tarde que eres lo más importante para mi, pero se que en el fondo de tu corazón, al igual que yo eres consciente de que el único camino para que ambos seamos felices, es reencontrarnos, amarnos, pero sobre todo comunicarnos siempre con sinceridad y honestidad.

A pesar de esto, en lo que conozco se que mantendras tu decisión por encima de las opiniones, las críticas y los deseos de los demás, te conozco tanto que se que incluso siendo infeliz con tu decisión, la mantendras para mostrar al mundo que tu haces las cosas porque quieres y no por lo que los demás crean que es mejor para ti.

Ojala, llegues a ser feliz, pero solo te pido, que si te das cuenta que ese no es tu camino a la felicidad, no insistas en ese entorno y retomes la busqueda de tu felicidad.

Se que conmigo dejaste de buscar tus sueños por amarme, ahora te pido, si algún día decides volver, que no decidas entre dejar tus sueños y amarme, sino que los busquemos juntos.

Se que esto, tal vez nunca pasará, pero siempre te voy amar y siempre te voy a esperar.

Que seas muy feliz

lunes, 20 de junio de 2016

Es una pregunta retórica...


Hay etapas de nuestras vidas donde emocionalmente sentimos que estamos caminando por el más obscuro y tenebroso de los túneles, sentimos en nuestro corazón que hemos llegado al final, que quizá, por fin empezaremos a encontrar la salida. Quizá que ya estamos en la mitad y solo resta tener la esperanza de que empezaremos a salir.

Lo más lamentable es que a medida que nos adentramos en este túnel de problemas y desesperaciones vamos viendo como a medida que el camino avanza, las personas que alguna vez ofrecieron estar con nosotros en las buenas y en las malas, a cada paso, van buscando motivos para dar la media vuelta y dejarnos continuar nuestro comino de adversidades completamente solos.

Incluso, aquellos que se venden o presentan con corazones llenos de "caridad cristiana" muestra que lo único que realmente alimenta sus vidas es una auto-complacencia y soberbia nacida de "ser los únicos realmente dignos del paraíso" o como dice la dueña de mi corazón "Saben que cristo solo murió por ellos" y entonces todo el que no cumpla con sus "Canones" de comportamiento no es digno de ayuda.

Vemos el mundo inundado de estos jueces de la sociedad y su comportamiento, limitando la caridad y amor a quienes cumplan sus estandares; pero olvidando que aquel que inspira sus creencias era juzgado por los religiosos de su época, al vivir rodeado y ayudando a quienes no cumplían con los preceptos religiosos de la época... Pero bueno, esto es tema para otra disertación.

Es entonces cuando en medio del camino, de la soledad y de todas las dificultades, que sientes que ya no hay fuerzas, que falta muy poco para terminar siendo un guiñapo... y surge en nuestro corazón la más clásica de las preguntas "¿podrá ser peor?" y la vida al mejor estilo de un niño obediente te muestra que este túnel pude ponerse más obscuro y tenebroso, que la vida en realidad puede ponerse aún más difícil.

Y en medio de una sarcástica depresión nace en nuestros labios la frase "Querida vida, solo era una pregunta retorica, no era un reto" porque ya no tienes fuerzas nisiquiera para llorar. Ya has llorado, gritado, luchado... Ya no ves camino ni salida. Solo ves problemas y dificultades a tu alrededor. Hasta la luz del fondo del túnel llegas a pensar que solo es una pequeña telaraña colgada en la pared y que lo único que vas a encontrar si continuas avanzando son más y más problemas.

Solo quieres darte por vencido, no tienes fuerza ni para levantar el brazo contra ti o una extraña fuerza interior no te lo permite. Solo quieres tirarte al piso y dejar de luchar, que el fin llegue por si solo ya no vas a hacer nada... lo único que quieres es que termine...

Pero es justo en ese momento en el que debes decidir no perder la esperanza, es en ese momento donde debes preguntarte de que estas hecho, que es lo que la vida te quiere enseñar... Es el momento para recordar que los que han marcado el mundo pasaron por lo mismo y por más dificultades. Que rendirte no es el camino. Pueden ser muchas las batallas perdidas, pero mientras tengas vida, la guerra no se ha perdido.

Ese es el momento de levantarte, de respirar profundo, cerrar los ojos y decir "¿Eso es todo lo que tienes? lanza tu mejor trueno, puedo superarlo" porque al igual que el niño que hace matoneo en el colegio, la vida, se la pone difícil a los valientes, pero sabe que si se vuelve a levantar lo hará con más fuerza y valor, decide detener sus embates y acabar con la tormenta.

Levántate, lucha, mientras tengas vida no debe haber excusas para dejar de luchar, para dejar de intentarlo. Pero sobre todo, no hay razones para dejar de soñar y de luchar por tus sueños.

Puedes estar al fondo del túnel, en lo más obscuro y tenebroso, lleno de golpes, moretones y cortadas, pero que eso no te haga olvidar que también hubo buenos momentos y que como todo en la vida todos es pasajero... esto también pasará.

Cuando eres consciente que también has reído, que también has disfrutado, tienes la fuerza para volver a caminar y seguir superando todas las adversidades que la vida te presente... recuerda siempre que toda adversidad se puede superar, solo necesitas tiempo, esfuerzo y esperanza.

No dejes de luchar, no te des por vencido. Levántate, es tu decisión... de nadie más, tienes dos caminos seguir sufriendo o seguir luchando.


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miércoles, 18 de mayo de 2016

Cómo me odio!


Hace unos días, por esas locuras que en ocasiones nos dan de ponernos cuidado en el "espejo" (En sentido figurado), caí en la cuenta de algo que generalmente nos ocurre muy seguido y es ver cuanto detestamos en los demás el defecto que más nos marca. Digo generalmente para no herir susceptibilidades por aquello de estar generalizando.

Sin embargo me di cuenta que cuando algo nos disgusta en los demás, muchas veces lo tenemos bien arraigado en nuestro compañero,  por ejemplo el otro día conocí a alguien y de una me cayo gordo por su petulancia y prepotencia, pero al cabo de unos minutos recordé como muchas personas en su momento me hicieron caer en la cuenta de cuanta veces mi comportamiento es exactamente igual.

Cuantas veces generamos discusiones en los demás porque detestamos tal o cual cosa, como ser incumplidos o demorados, imprudentes o porque nos sacan a relucir las invitaciones. Y muchas veces cuando lanzamos esos juicios no nos damos cuenta que nuestro comportamiento en circunstancias similares generalmente es igual o en ocasiones peor.

Algo así como que nos volvemos los más duros jueces de los otros, cuando comenten los mismos errores que nosotros regularmente cometemos, aún así, en nosotros son sólo muestras de carácter o respuesta al mal comportamiento de los demás. Eso sí, nunca vamos a dejar de criticarlo y no nos importa aquel dicho de los abuelos "El que tiene rabo de paja, que no se acerque a la candela" porque tarde que temprano esos juicios se volverán contra nosotros.

Es por eso, que sentándome a disertar sobre el asunto, me di cuenta que estos juicios de valor muy en el fondo es porque realmente hemos convivido tanto con esas actitudes que llegamos a detestarlas, no las hacemos evidentes directamente en nosotros, porque al igual que los malos olores, generalmente nos acostumbramos a los nuestros después de un tiempo, pero los de los demás los percibimos al instante.

A pesar de esto, muy en el fondo esas actitudes nos carcomen a nosotros mismos, no son agradables, pero el miedo a conocernos y confrontarnos no nos permite identificarlas. Pero en el fondo nos tenemos cierto odio y generalmente lo reflejamos en nuestras acciones auto destructivas, pero como todo, terminamos reflejándolo en otros y saliendo por la tangente.

En esos momentos debemos trabajar en disciplinarnos en dos cosas, tomar la decisión de no volver a juzgar a los demás, sin importar su comportamiento, sus costumbres o defectos (que nosotros vemos); al fin y al cabo, quienes somos para considerarnos mejores?... 

Segundo, empezar a mirarnos al espejo y trabajar por dejar atrás esos defectos que nos molestan tanto en los demás. Cuando nos demos cuenta, cuan difícil es cambiar nuestros hábitos auto-destructivos le tendremos más amor y paciencia a quienes nos topemos en el camino y entonces realmente les podremos ayudar.

Como diría aquel humilde carpintero de galilea: "No mires la paja en el ojo de tu hermano, fíjate en la viga que tienes en el tuyo"


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viernes, 13 de mayo de 2016

¿Y el esfuerzo no cuenta ?


Hace algunos días cuando estaba entregando los resultados de la evaluación de unos trabajos a unos estudiantes, fue muy interesante ver la reacción de algunos de ellos, obviamente los felices y satisfechos por un lado (Y honestamente muy pocos), por el otro los tristes pero conformes, más allá los deprimidos y asustados; pero definitivamente los que me sorprendieron fueron los enojados.

Siendo honestos, no me considero el docente cuchilla, más bien me considero algo así como una madre de la caridad, incluso hubo un grupo de estudiantes que me bautizaron como "Flanders" en honor al personaje religioso de la reconocida serie animada. Sin embargo cuando dejo trabajos como ensayos, reseñas o consultas y análisis, en lugar de evaluaciones, tengo la costumbre de leerlos de principio a fin, de rayar y hacer observaciones. 

Siempre reviso que no sea copia textual de alguna de las paginas más visitadas por nuestros "académicos" del siglo XXI (Rincón del vago, monografías, wikipedia, entre otras). Y obviamente si su fuente de inspiración, no citada es alguna de ellas, generalmente la nota tiende a cero y no a cinco. En esos momentos, generalmente inicio con el discurso de la importancia de la excelencia, de hacer las cosas bien, de aprender a pensar y no simplemente "Copy and paste".

Sin embargo, me ha sorprendido en los últimos grupos el alto nivel de "excelencia" de algunos de mis estudiantes al punto de enojarse conmigo por mi extremada "mezquindad" a la hora de calificar sus "maravillosos" ejercicios intelectuales, es más, esta es la hora donde en dos ocasiones ya he escuchado esa hermosa frase "¿Y el esfuerzo no cuenta profe?" y como lo trine hace algunos días "El esfuerzo sin resultado, vale lo mismo que la sumatoria de todas las fuerzas que actual sobre un cuerpo en física" osea CERO.

Obviamente después de contener la risa y buscar la respuesta más decente posible, me sorprendió aún más la actitud, querer tener una nota alta simplemente por entregar un trabajo. Un nivel de pereza mental, en el cual el responsable es el docente. No están interesados en leer o pensar, ni siquiera en aprender. Pero a diferencia de los maquetas de mi generación,  los de hoy quieren notas excelentes frente a trabajos mediocres y en los cuales la única parte del cerebro que usuario fue la que dice (Ctrl C - Ctrl V).

Es muy triste ver el bajo nivel de los profesionales que van a inundar el mercado a la vuelta de unos tres años, gente que no piensa, no quiere aprender a pensar y sobre todo que no está interesada en adquirir disciplinas. Simplemente quieren que las cosas les lleguen. Sentir que son "Excelentes" sin trabajar, leer o pensar.

Aunque lo más triste no se queda en este nivel, lo más triste es ver docentes que han acostumbrado a estos jóvenes a obtener buenos resultados, sin esforzarse. Ver como la mediocridad de los profesionales del mañana es culpa y responsabilidad de quienes debimos formarlos hacia la excelencia, de quienes debimos procurar exigir y enseñar a pensar, no simplemente dedicarnos a estar frente a un tablero y cobrar un cheque sin el mayor nivel de calidad.

Porque el esfuerzo cuenta, pero cuando es el docente quien se esfuerza por formar profesionales de calidad y alto nivel competitivo.

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jueves, 12 de mayo de 2016

Añorando lo evolucionado del pasado


Últimamente he venido notando como los seres humanos estamos involucionando en lo relacionado con el comportamiento, las actitudes y las buenas maneras. Cada vez somos menos los que conocemos o recordamos aquel bello libro titulado "Normas de urbanidad y buenas maneras de Carreño", podríamos incluso decir que es casi una pieza de museo, la cual ya cada vez menos la admiran o añoran.

Pero lo más triste del asunto no es que hayamos perdido lo bello de las "buenas maneras", lo que más me aflige y me llevó a disertar un poco sobre el tema, es ver como cada vez más se generaliza la admiración por quienes de diplomacia, buen gusto, urbanidad y buenas maneras no tengan ni un pito. Hace unos pocos días una senadora de camiseta "verde" al mejor estilo de una "verdulera" de la galería (con el perdón de las verduleras) expresaba sus contrariedades frente a otro movimiento; pero con el "glamour" de una callejera y el "léxico" de un camionero.

Me recuerda la admiración que alguna vez tomo otro personaje de nuestra política nacional que se gano el premio de excelencia en "Etiqueta" al tirarle un vaso de agua a la cara de su contendor. Y es que las diferencias y posturas nos pueden llevar a las discusiones, pero no a la "patanería". El asunto es que hoy este tipo de acciones son dignas de admirar y la gente las apoya, las defiende y las promueve.

Hoy se le llama "Honestidad" a la falta de tacto, le llaman "naturalidad" al lenguaje soez, "originalidad" al mal gusto en el vestir, "caracter" a la pataneria; y así sucesivamente. Siempre se encuentra una excusa para olvidarnos de las buenas maneras. 

Es tal el nivel de admiración que le tenemos a esta involución en el comportamiento, que cada vez más los modelos a seguir son aquellos que demuestran su "guariches, corronches o warres", pero la decencia, la diplomacia y el buen lenguaje, son cosas "anticuadas", del pasado y que "oso" que lo vean actuando a uno de esa forma.

Además, con el discurso de la lucha de clases se ha vendido la creencia de que las buenas maneras son actitudes de la "clase opresora" sobre los "oprimidos" y la realidad es que las cosas buenas no tienen estrato, el buen lenguaje y las buenas maneras, el respeto, los valores, no son de estrato, son EDUCACIÓN.

Ojala las personas evolucionáramos hacia el pasado y retomáramos la educación, la urbanidad, las buenas costumbres y promoviéramos que el respeto la decencia y las buenas maneras, nos distinguieran. Volver al: muchas gracias, perdón, con permiso, me permite... ser otra vez una sociedad y no la suciedad en la que nos hemos convertido.

Y como diría cierto periodista, ustedes disculparán pero por lo menos así lo veo yo.

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miércoles, 11 de mayo de 2016

Que no panda el cunico!


No les ha pasado que hay momentos donde en medio de una reflexión dices: "Ok, estos son los problemas por solucionar, ahora sólo queda empezar a subir" y en ese momento el suelo sobre el que estabas se abre bajo tus pies y de la nada aparecen nuevos problemas, nuevas dificultades y te dices "¿En serio?, ¿deberitas?, ¿A quién escupí... cuándo mate el cura?"

De esos momentos en los que dices "Querida vida, cuando pregunto ¿podría ser peor? no es un reto, es una pregunta retórica" porque ya te has organizado y empezaste a subir, ya tienes como el Chapulín "todo fríamente calculado" pero al igual que a este "Superheroe" vuelven y resultan cosas que nunca esperabas, cosas que no tenías calculadas y nuevamente tus ojos se nublan por culpa de las dificultades.

Te sientas en un espacio y sientes que el aire se acaba, como estando en medio de un campo abierto y de repente surge la tormenta y los rayos; pero no tienes donde cubrirte. Procuras no perder el control, pero en  tu mente todo te da vueltas, sientes como se marcan las pulsaciones de tu corazón a un ritmo que parece que solas se estuvieran deteniendo. Quieres una salida, una solución inminente.

De pronto te vez soñando, imaginando que encontraste la cura contra todos tus problemas. Pero muy pronto vuelves a la realidad, a esa realidad en la que no quieres estar. Esa donde algunos todavía te dicen que tu tienes algo de culpa y aunque seamos arquitectos de nuestro destino te dices "Yo nunca sembré tantos males, hay gente peor que yo... ¿por que a mi?"

Y en ese momento recuerdo una frase de Bruce Lee (por lo menos dicen que es de él) "Pretender que la vida te trate bien porque eres bueno, es como pretender que un león no te coma porque eres vegetariano". Y lo cierto es que la vida es difícil, compleja, llena de problemas y allí está lo más sabroso de vivir, solucionar problemas.

Nos podemos quedar sentados o en posición fetal, llorando por nuestra lamentable situación, por la cantidad de problemas que de la nada han salido, afligirnos, deprimirnos, dejarnos morir poco a poco o amargarnos y ver en cada elemento de la vida algo para entristecernos; o simplemente levantarnos, tomar una gran bocanada de aire y decir "Que no panda el cunico, de a unito vamos solucionando"

Por nada del mundo debemos desesperarnos y sobre todo aprender a diferenciar las dificultades, las que se pueden solucionar y las que definitivamente nos van a acompañar de por vida, porque ese es realmente el éxito de vivir, diferenciar nuestros problemas, ocuparnos de salir de aquellos que tienen arreglo y soportar los que no, con mucha paciencia, copiando un poco de la filosofía de San Francisco.

Así que, mi querido amigo "Que no cunda el pánico" no importa cuantos problemas te aparezcan, lo importante es que con tranquilidad vayas solucionando uno por uno... sin dejar que nos desesperen...

Ese es el secreto, mantener la calma a pesar de las tormentas.

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