miércoles, 2 de noviembre de 2016

Viviendo en cautiverio



Uno de los derechos fundamentales que contempla nuestra constitución es el de la libertad, la cual en su artículo 28 dice:"Toda persona es libre. Nadie puede ser molestado en su persona o familia, ni reducido a prisión o arresto, ni detenido, ni su domicilio registrado[...]" siendo claro que al menos en el papel el cautiverio no está permitido. Claro está, esto no solo lo encontramos en la carta magna, es evidente que uno de los grandes temores de todo ser humano es perder su libertad.

Por eso generalmente cuando alguien trata de coartar nuestra libertad, de manipularnos, de secuestrarnos o de vulnerarnos en alguna medida este trascendental derecho, surge toda nuestra garra y deseo de lucha, somos capaces de jugarnos la vida, con tal de no perder nuestra libertad, tenemos muy presente en nuestro corazón que nada nos debe dejar en cautiverio. También es por esto que el mayor castigo para el hombre siempre será la privación de la libertad.

Sin embargo, algo que es muy interesante en el corazón humano, es ver como nosotros mismos nos ponemos en cautiverio a nosotros mismos, como nuestros miedos y frustraciones generan un mecanismo de defensa que lo único que nos lleva a ponernos "tras las rejas", una prisión emocional en la cual dejamos atrás nuestros sueños, nuestros ideales y nuestros gustos.

No es necesario que alguien nos encierre en "cuatro paredes", el miedo y la frustración se encargan de eso, nos llevan a tomar decisiones encaminadas y dejar de ser quienes queremos ser, ya sea por la búsqueda de la aceptación, por el reconocimiento de los demás o simplemente porque consideremos que nuestros gustos solamente nos van a generar más dolor, y entonces decidimos encerrarnos y morir presos de nuestros miedos, frustraciones e infelicidad.

Son muchas las personas que deambulan por las calles todos los días, pero que sus corazones realmente viven en un cautiverio constante de frustración y tristeza, tienen la posibilidad de salir corriendo en búsqueda de la felicidad, pero su “estado de confort” no los deja dar un paso por alcanzar sus sueños e idales.

Todos los días los ves convenciéndose a ellos mismos que no existe otro camino para vivir, que no existe otra forma de vivir, que ya “tomaron una decisión” y no pueden moverse de ahí, porque si no se mantienen en lo que decidieron no tienen palabra.

Lo triste de estas decisiones y posturas es que cuando las ves “desde la barrera” sería como ver a una persona atándose así misma o encerrándose en la prisión y lanzando la llave lejos… luego sentándose con el rostro lleno de resignación porque “no tiene otro camino”…

Pero no es cierto, ese solo es otro engaño del miedo, sólo es otro engaño de quienes nos quieren ver oprimidos e igual a los demás, es solo una forma de caminar por un camino seguro y que conocemos que no nos genera temor, que no nos hace sentir vivos… que nos hace estar como muertos.

La decisión es tuya, de cada uno… ser mi propio carcelero y llevar una vida “sin sobresaltos, ni emociones” que nos prepare de una vez para la muerte; o vivir, vivir con emoción con penas y llanto, pero con risas, con carcajadas… con felicidad, con libertad, con la posibilidad de correr y de caernos y rasparnos… Vivir como se debe, con intensidad…

Recuerda que estas vivo y aunque la muerte sea inevitable no significa que tengas que vivir para ella… debes vivir para ser feliz y que cuando llegues a la tumba… puedas decir que realmente viviste.

No esperes a mañana… puede ser muy tarde.



Fuente imagen: http://dossier33.com/wp-content/uploads/2016/06/secuestro.jpg

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