domingo, 26 de febrero de 2017

¿Y qué de la viga en tu ojo?



Una de las actitudes humanas más comunes, o por lo menos con la que más me he encontrado últimamente, es la crítica, ese anhelo de las personas de despedazar la labor o acción de los demás, ese deseo constante de destruir lo que otro hace, sin otra intención que dar a entender que lo que ellos hacen es mucho mejor y diferente que lo que hacen los demás.

Entonces recordé una de las enseñanzas de aquel humilde carpintero de galilea “porque críticas la paja que tiene tu hermano en el ojo y no miras la viga que tienes en el tuyo”. Y es que de tanto caminar, han sido muchos los momentos donde me he encontrado con personas que parecen recibir cierto placer, al sacar a la luz pública los errores de los demás. Son muchas las ocasiones donde veo personas que lo único que los inspira a seguir viviendo es encontrar los defectos del otro.

Tienen constantemente un afán de demostrar sus conocimientos y capacidades, criticando lo que otro hizo, lo que otro hace o por lo menos, a diferencia de ellos, intenta hacer. Te los encuentras en diferentes ámbitos, nunca falta el que no puede ver una película sin encontrar que criticar, en lugar de buscar sobre que disfrutarla. Aquellos que en su vida no han hecho nada significativo, pero cuando ven alguien que lo logra, siempre encuentran el comentario incisivo de “quien sabe cómo lo logró”.

Y si nos vamos al ámbito laboral, pareciera que el primer requisito para contratar algunas personas fuera, que tanto es capaz de criticar al otro, que tan bueno es encontrando el error en el otro. Muchas veces me he topado que su labor es mediocre, pero para lo único que son buenos es para encontrar el defecto en los demás. Y sí, en este caso, y como alguien me lo criticó alguna vez, voy a caer en ese espantoso defecto de criticar, pero como ladrón que roba a ladrón… voy a criticar a los criticones, esperando tener 100 años de perdón.

Disertando sobre esto, una de las características más evidentes de toda persona que vive en pos de juzgar a los demás, es una profunda amargura, una frustración constante de no ser lo que le hubiera gustado ser, está tan amargado con su lamentable situación, que la única forma de encontrar un significado real para seguir viviendo, es buscar siempre en los demás algo digno de poner en la picota pública.

Generalmente me he encontrado con personas que el primer defecto o error que ponen en evidencia en los demás, es precisamente el mismo que los distingue en su labor. Aquellas acciones que siempre marcan en la labor de los demás, es precisamente en que con mayor frecuencia caen, pero como son perfectos, nunca van a tener la capacidad de cambiarla.

Sin embargo, algo que es más representativo en este espécimen, de la jungla de asfalto, no solo es su capacidad para criticar al otro, sino capacidad para evitar al máximo tener que hacer algo. Obvio, a diferencia del que sufre sus críticas, este evita al máximo hacer algo para no tener que sufrir los mismos padecimientos. Generalmente los criticones no son capaces de hacer, como solo pueden ver defectos, ni siquiera en ellos encuentran realmente aciertos.

Su vida, se va llenando de amarguras, son cobardes, incapaces de crear, de hacer y mucho menos de vivir o ser felices. Y es que cuando se vive en pos de criticar a otros, se es imposible realmente vivir. Además, siempre con el temor a vivir y caer en las garras de otro igual a él.

Eso sí son los mejores jueces del comportamiento de los demás, ellos son los únicos buenos, pero no serían capaces de enfrentar ni la mitad de las tentaciones de quienes sufren su juicio, sin caer más bajo. Su vida está limitada a ser la sombra de quienes realmente se atreven a vivir.

Si por un momento se detuvieran ver su vida, su actuar, sus logros o sus acciones, no tendrían tiempo de ver la vida de los demás para criticarla. Pero como buenos mentirosos se venden la mascarada de ser perfectos, intachables, increíbles e inimitables, y obviamente, esto va entorpecer significativamente su capacidad de cambiar, de mejorar, de ayudar y ser realmente útiles para la sociedad.

Mi querido amigo, uno de los cuidados más grandes que debemos guardar es no caer en este denigrante defecto, no hay elemento que nos destruya más como seres humanos que vivir en pro de juzgar, menospreciar y criticar al otro. Tú no conoces su realidad, su vida, sus esfuerzos, así que no tienes la autoridad para determinar que tan bien o mal está.

La peor trampa en la que podemos caer, como personas, es en la de levantar nuestra vos y nuestras fuerzas para dañar al otro, más cuando las escondemos detrás de conceptos tan superfluos como “mi crítica es constructiva” eso no existe, se enseña, se aconseja, pero la crítica siempre estará en pos de destruir al otro.


Y una vez caes en esto, alcanzar la felicidad será cada vez más complicado… así que mi único consejo es, ocúpate de la viga que tienes en tu ojo, te aseguro que no te dará tiempo de pensar en la paja que tiene tu hermano en el suyo.

jueves, 23 de febrero de 2017

¿Por que hay verano?



Caminando con mis dos hijos pequeños, uno de estos bellos medios días de Santiago de Cali, con esa agradable temperatura que acostumbra por estos días, uno de mis hijos, un poco agobiado por el calor y el hermoso sol canicular, me preguntó ¿por qué hay verano?, ¿por qué no solo hay un clima suave y agradable?. Valga aclarar que mi retoño solamente tiene 6 años.

Buscando una respuesta acertada y contundente, y sobre todo, que evitara un mayor cuestionamiento, pues yo me encontraba igual de fatigado por la temperatura, me puso a patinar un poco sobre la respuesta. Por mi cabeza rondaron respuestas tan técnicas como la rotación del sol, la disminución de la capa de ozono, nuestra ubicación ecuatorial… pero eran un poco avanzadas para su corta edad, además de asegurar mayores cuestionamientos.

Caminamos otros metros antes de encontrar una respuesta, la verdad fue que estuve disertando un poco sobre el tema ¿por qué enfrentamos esos climas tan exasperantes en la vida?... fue interesante pero la única respuesta que vino a mi cabeza fue más existencial que física o climatológica: Mi querido juan, porque la vida nos quiere enseñar que la única forma de saber que existen cosas buenas y agradables, es a veces, recordándonos que también existen otras duras y molestas, solo cuando pasamos por veranos tan calurosos recordamos, lo importante de disfrutar otros momentos más agradables.

De forma interesante, y esperando una mayor inquietud, su pequeña mente solo dijo: entonces que bueno que existe el verano. En ese momento me sentí satisfecho de lograr que no continuara la cuestión y que llegaramos a nuestros destino. Sin embargo, la pregunta y la respuesta, me ha venido dando muchas vueltas en la cabeza estos días, y valga la pena decir que mi cabeza es tan grande que eso toma días.

Cuantas veces pasamos por nuestras vidas por esos veranos asfixiantes, que matan cualquier esperanza quemada sobre una acera, cuantas vece vivimos esos calores donde nos llenamos de desesperación. Nos llevan, en momentos, incluso a olvidar que tuvimos buenas experiencias, que también reímos, que no solo sufrimos, que amamos y fuimos amados.

Cuantas veces en medio de esos extremos climatológicos olvidamos los buenos momentos y solo pensamos en maldecir lo que estamos pasando, olvidando que ese sol canicular solo nos está invitando a recordar que pronto llegara la primavera, que también habrá un otoño y después de este un invierno.

Que lo que nos pasa, que esos momentos difíciles, sólo son una oportunidad para agradecer que también existieron los buenos momentos y que seguramente después de los difíciles, también vendrán los buenos. A veces, cuando nos sentamos a recordar en medio de ese sofocante sol, tendemos a borrar por un momento que no solo hemos llorado, que también hemos reído.

Y fue ahí donde la respuesta de mi hijo me sorprendió por lo sabía de su reflexión: entonces, que bueno que existe el verano. Y eso es lo que más deberíamos recordar, que bueno existe el verano, porque solo en el aprendemos y cambiamos. Qué bueno que nos recuerde que en la vida no debemos caminar sin pensar, que debemos prepararnos, que debemos evaluarnos.

Qué bueno que llegan los veranos para mostrarnos lo bueno y lo malo, para exigirnos ser mejores, para llevarnos a cambiar, a mejorar, a crecer. Qué bueno que la vida no solo nos deja vivir la primavera, porque entonces no sabríamos valorarla, solamente se volvería un paisaje el cual pasaríamos por alto tarde o temprano.

Y en ese momento quise tener la sabiduría de mi hijo en muchos momentos de mi vida y no renegar por vivir un verano doloroso, sino haber encontrado que aprender, haber visto lo bueno que la vida (Dios, el Buki…) me había permitido vivir y recordar, que así como me encontraba en un doloroso y asfixiante verano, podría volver a vivir una tranquila primavera, sino me quedaba simplemente sentado lamentándome por estar sufriendo ese sofocante calor.

Así que, desde que reflexione sobre eso, he decidido que cada vez que la vida me presente un caluroso verano, solamente me pondré mis bermudas y me iré a disfrutar de un paseo de rio, para aprender a disfrutar de cada cosa que la vida me ofrezca.


No permitas que los veranos te hagan olvidar lo bueno, haz que se conviertan en una oportunidad para recordar que también viviste primaveras y que pronto, como todo ciclo, las volverás a vivir… verás lo corto que se te hace el verano.

Fuente imagen: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3eiJ4yT-Va663D1dpAUdQSQEbKu6pgBlxm_zAj3F7WHNEK0gmthgbBncT5NvHl0OoKswj4iZl9vmfrgCFLyspGCYoUbKOAbsS2uFpaqe5oYqPIWXOkLcu8Y0Wo1VjCxaSH_WDfkmMaCA/s640/sol-en-el-cenit-588x257.jpg

viernes, 17 de febrero de 2017

El camino a lo desconocido


Los seres humanos a medida que vamos creciendo vamos dejando en evidencia, hacia los otros, ese anhelo de controlarlo todo, de calcularlo todo, de tener el poder y dominar cada elemento que se cruza a nuestro alrededor. Obvio, hay quienes han logrado disfrutar de la vida sin caer en ese temible y autodestructivo abismo que significa querer controlarlo todo.

Es este anhelo de control el que, disertando un poco sobre el tema, nos lleva vivir una de las emociones más terribles y aterradoras que podamos experimentar, El miedo a lo desconocido, esa sensación que nace en cada decisión que tomamos, que cada día al despertarnos nos invade el alma al no saber qué va a pasar, como van a resultar las cosas.

Pensar, cada vez que vamos a tomar una decisión, qué va a pasar, cuáles serán las consecuencias, cómo me voy a sentir, a quién voy a lastimar. Sentirnos en un sendero a lo desconocido, caminando en medio de un bosque donde no sabremos cómo serán las cosas; y entonces ese temor nos empieza a invadir el cuerpo.

Empezamos a aplazar nuestras decisiones, vamos buscando excusas para no tener que confrontar ese futuro, para no tener que tomar esa decisión. Pensamos que el tomar una decisión nos va a amarrar para toda la vida. No encontramos un mecanismo para controlar lo que puede pasar. Tratamos con todas nuestras fuerzas de encontrar como dominar las consecuencias.

Y entonces, vemos el futuro como algo incontrolable, desesperanzador. Nuestra mete se llena de angustias, de frustraciones y no queremos que el mañana llegue, porque nos sabemos que nos va a traer. Queremos encerrarnos en una burbuja donde no tengamos que pensar en el futuro. En ese camino desconocido, solo queremos que todo se detenga.

Pensamos muchas veces que es mejor posponer nuestras decisiones y no tener que enfrentar las consecuencias, que si dejamos que todo siga su camino, quizá mágicamente se solucione y no sea necesario jugar a ser Dios,  tomando decisiones.

En ocasiones deseamos ser simplemente una máquina que no debe tomar decisiones, que no tiene que pensar y planear su futuro. Que eso de planear y soñar es tortuoso y desgastante, al fin y al cabo las cosas nunca resultan como queremos y entonces para que llenarnos de frustraciones, para que matarnos la cabeza pensando.

Pero esto solo nos hace perder las esperanzas en vivir, vamos incrementando el miedo a la vida y llega el momento donde tenemos más miedo de estar vivos que de morir, incluso llegamos a ver la muerte como algo muy deseado, como un descanso donde no tendremos que enfrentar decisiones, ni futuros inciertos, solo un final y ya.

Es entonces donde debemos dejar de lado el deseo de control, la vida se hizo para ser disfrutada para ser vivida, para correr, para respirar, para amar, para ser feliz. Para cantar a vos en cuello de alegría en medio de las calles. Para caminar sobre el pasto sintiendo el rocío de la mañana. Que la vida no debe ser controlada para ser disfrutada.

Que soñar y planear no es una pérdida de tiempo, no es para controlar nuestro alrededor para lo que soñamos y planeamos, es para prepararnos a nosotros mismos a enfrentar cada reto que nos ponga la vida en el camino.

Darnos cuenta que las decisiones son las formas como vamos enfrentando la vida y que no debemos aplazarlas, que quizá nos equivoquemos, pero ganaremos experiencia conocimiento. Y sobre todo, que sin importar que hayamos decidido, mientras estemos vivos podemos dar un giro, podemos retractarnos y cambiar. No somos uno autómatas que no podamos arrepentirnos y volver a decidir.

Entender que a medida que vamos creciendo y que el tiempo va pasando vamos aprendiendo y por tanto podemos cambiar nuestras decisiones y nuestras opiniones, que la firmeza y rigurosidad debe ser en los valores, no en las decisiones.

Ver como poco a poco ese bosque a medida que lo vamos caminando nos va mostrando bellas y fascinantes cosas, que lo que veíamos con temor, lo podemos ver con curiosidad y enfrentar lo desconocido con la mejor de las energías.


Entonces, sin importar que nos traiga la vida, sin importar que reto nos imponga, nuestra actitud nos ayudará a superar cualquier problema. Así que deja de temer… vive, difruta, deja de temer.

Fuente imagen:http://venderenlared.com/wp-content/uploads/2012/05/miedo-a-lo-desconocido.jpg

jueves, 16 de febrero de 2017

La bellísima doble moral


Hace tan solo unos días se celebraba, por calendario, el día de San Valentín. Y algo que no se hizo esperar fue la lluvia de críticas frente a la intención de algunos conmemorar esta festividad. Comentarios tan profundos encaminados a evitar caer en las redes del consumismo, hasta posturas ridículamente nacionalistas, comparándolo con la celebración de la virgen del Carmen.

Fue interesante ver en las redes sociales como los filósofos, intelectuales y críticos del siglo XXI discursaban y colmaban sus muros con críticas en contra de celebrar el día de los enamorados, no faltó hasta el que le encontró los nexos con festividades paganas llenas de sacrificios humanos y maltratos a la mujer.

Por el otro se veía el socialista del siglo XXI haciendo referencia al tema de caer, con esta y otras celebraciones, en la cultura consumista patrocinada por el imperialismo Yankee. Que dejarse llevar en este tema es movido por la ignorancia y la incapacidad intelectual de ver la manipulación de los medios, para llevarnos a comprar descomunalmente. Siendo que el amor no se debe celebrar un día, sino todos los días, y no con regalos, sino con detalles del corazón.

Por el otro, fue muy hilarante ver el nacimiento del nacionalismo en los corazones de muchos, al expresar con fervor la importancia de defender nuestra cultura y nuestras fiestas; no dejarnos invadir por culturas extrajeras que nos quieren hacer olvidar nuestras raíces. Que permitir esto es corromper y adulterar nuestra idiosincrasia… etcétera…

Sin embargo lo más bello de todas estas posturas es la hermosa doble moral de sus discursos. Por un lado vamos en contra de todo lo que tenga el aroma del capitalismo Yankee pero andamos con estilos de vestir nacidos en el corazón del imperialismo. Se porta el estilo de hippie moderno, de conciencia socialista y defensa animalista, nacidas en el corazón de la Gran Manzana, se alimentan de las series, películas, cultura y estilo Americano, pero una fiesta inocente como San Valentín es la perdición.

Algo así como comerse una picada de tres carnes, completica y dejar la lechuga porque se puede engordar… ¿Coherencia? Luego los izquierdistas del siglo XXI, en contra de todo lo relacionado con el consumismo capitalista… y quien les dijo que celebrar una fiesta o conmemorar un evento requería necesariamente el consumo o la compra de bienes. Cuando algo tan elemental como el amor se celebrar con detalles nacidos del corazón, de las manos… de los sentimientos y son esos los que dejan huella. Osea que por desearte feliz día de los enamorados, ¿ya estás pensando en consumo? ¿quién es el que tiene la mente contaminada con ideas consumistas? 

Los más interesantes de la lista son quienes quieren buscar los orígenes paganos de la festividad. Esto es realmente bello, todo el año se andan comportando como paganos, no respetan ni siguen ningún credo, pero a la hora de felicitarlos en una festividad como esta, quieren buscar sus orígenes paganos para expresar porque no se debe celebrar… Eso sí, olvidan que gran parte de nuestras fiestas y celebraciones tienen un origen pagano, con fiestas llenas de sacrificios humanos o cultos a dioses que hoy no existentes.

El tema es que yo ya no lo estoy celebrando en honor a esa entidad o por ese tema, mi objetivo simplemente es festejar el amor, decir a quien amo que lo amo y que siempre lo voy a hacer, si ese día hace quinientos años mataban niños, pues no es mi objetivo…

Por último se encuentran los que realmente enamoran, LOS NACIONALISTAS, aquellos que expresan la importancia de defender nuestras fiestas, nuestra cultura, nuestra idiosincrasia… Colombianos de camiseta y bandera, pero solo cuando juega la selección. No tienen idea de la historia de su país, no conocen realmente las costumbres de su tierra. Ni siquiera conocen algo más allá de la poca historia que aprenden en las novelas de RCN o Caracol, no saben siquiera cuales son realmente las fiestas propias, pero se llenan la boca expresando que solo se debe celebrar lo nuestro.

Y si así fuera tendríamos que sacar fiestas como el día de reyes, navidad, Halloween, el día de los amigos (el de marzo – es una fiesta argentina) el día del idioma, el black Friday, el día de la mujer… por solo mencionar algunas.

Y es que como se notará estoy un poco ofuscado con el tema, la verdad cada punto de vista es respetable y debo aceptarlo incondicionalmente, porque el otro merece respeto; pero lo que me logra sacar de casillas es que el otro no tenga la capacidad de respetar mi postura… y en este tema, me parece que celebrar el amor, celebrar la vida, no tiene nada de malo. Acercarme a alguien y decirle que lo amo y dedicar este día a expresarlo no tiene nada de negativo.

Para mí, aclaro sin ofender, no importa el origen de la fiesta, no importa cómo se originó, lo único que importa es el sentido que yo le dé en mi corazón. Celebrar el amor, el dar las gracias, la felicidad, el día de los niños… Es poner un poco de alegría y esperanza en un mundo lleno de odios y tristezas.

Sacar un espacio para decir a otro que lo amo, así todos los días sean para amar, es algo diferente, generalmente nos dejamos llevar por los afanes de la vida y no damos tiempo a expresarnos… para eso están estas fechas, para recordarnos que al menos una vez al año salgamos de nuestra rutina y recordemos que la vida también puede ser un chocolate… una sonrisa… un beso.


Así que, aunque un poco tarde, ¡Feliz día de San Valentín!

Fuente imagen: http://amorteca.com/wp-content/uploads/2015/02/hipocres%C3%ADa.jpg

sábado, 11 de febrero de 2017

¿Renunciando? No, luchando


Siempre escuchamos que una de las peores emociones que una persona puede sentir es el deseo de renunciar, toda la vida nos han bombardeado con el concepto que cuando se renuncia a algo se es cobarde, se está desistiendo, se está dejando de amar y no vales la pena. Que luchar es mantenerse, insistir e ir contra la corriente.

Es tan alto el elevado concepto que existe de que alejarse es renunciar, es cobardía y dejar de luchar, que hubo muchas personas que cuando vieron Titanic juzgaron a Rose por dejar que Jack se hundiera en el océano y no quedarse aferrada a él, no seguir por amor con aquel hombre que moría por estar a su lado (como efectivamente pasó). Todos quieren un amor al estilo de Romeo y Julieta, donde el uno murió al lado del otro, porque no iban a renunciar a estar junto a su amor.

Siempre nos están llevando a pensar que la única forma de luchar es persistir, exigir que el otro esté a nuestro a lado… hasta los hijos, queremos que nunca se vayan, que estén con nosotros. No queremos aceptar el hecho de que algún día abrirán las alas y tendrán que seguir su camino.

Es más, si fuéramos aves, estoy seguro que a diferencia de estas, que tiran a sus crías del nido para que aprendan a volar y hagan su propia vida, nosotros seguramente les cortaríamos las alas y los ataríamos al nido para que estén con nosotros por el resto de nuestra vida.

Pero la realidad es que, como seres humanos posesivos que somos, esto lo transferimos a todos los aspectos de nuestra vida, tomamos ese apego y lo reforzamos con una lucha cultural contra la cobardía… haciendo énfasis en que renunciar es dejar de amar, es estar derrotado, es estar vencido.

Pero no, a veces reununciar a alguien es la forma más pura de amor, es tener que luchar contra tu corazón, contra tus sueños… es luchar con todas tus fuerzas por alejarte del ser que amas con toda tu alma y pensar en su felicidad y no en la tuya. Es anteponer a esa persona a todo lo que significa tu ego y tu orgullo, ceder como Jack, la tabla para que Rose sea quien viva, así eso signifique que vayas muriendo poco a poco, congelado en el frío de la soledad, pero con la certeza de que ella vivirá y será feliz.

A veces renunciar es enfrentar la más difícil de las luchas, la lucha contra ti, contra todo lo que tú representas, contra todo lo que siente y decir que es mejor hacerte un lado y que ese amor siga su rumbo… que siga el camino que ha decidido tomar, que lo enfrente como Rose tuvo que hacerlo. Sin embargo, nunca en su vida dejo de amar a Jack, quizá si el hubiera sobrevivido milagrosamente, la vida los hubiera vuelto a reunir y habrían terminado juntos.

Luchar por amor, es permitir que el otro se reconozca, sepa lo que es capaz de hacer y vea que tan grande es el amor por ti, vea que tan fuerte es lo que siente… quizá algún día regrese, pero lo cierto es que para que alguien regrese, primero tiene que irse.

Por eso, desde mi corazón, pienso que en ocasiones hacerte a un lado, hacer un alto en el camino, quizá cambiar de rumbo y dejar que otros vivan su vida, no es una forma de dejar de luchar, es solamente renunciar a tu felicidad para que el otro sea feliz.

Esa renuncia requiere la fuerza más grande de la naturaleza para mantenerla, el amor… solo cuando amamos con el alma, con el corazón y con la vida, anhelamos por encima de nuestra felicidad, la felicidad del ser amado y por su felicidad en ocasiones debemos tomar decisiones que nos van a matar, pero que le darán vida a quien amas.


Por eso no podemos decir que la renuncia es cobardía, a veces se necesita la mayor de las valentías. 

Fuente imagen: http://criarum.org.br/wp-content/uploads/2016/01/desistir_nunca.jpg

miércoles, 8 de febrero de 2017

¿Llegando al final?


Uno de los momentos tristes en cualquier historia es ir llegando al final, cuando estamos leyendo un libro o cuando estamos viendo una película y se acerca esa terrible expresión “Fin” nuestro corazón se acelera, nuestra respiración se vuelve jadeante, incluso nuestras pupilas se dilatan. Nada nos causa más frustración y tristeza que ver que el final de algo llega.

Siempre creemos, como en aquella película de la infancia, que las buenas historias no tienen fin, que son una historia sin fin… o que como en los cuentos de hadas, terminará con esa idílica expresión “Y vivieron felices, por siempre” pero a veces las películas, los libros y las historias tienen esa terrorífica expresión… final.

Algunos dirán que es nuestra concepción de eternidad, otros que es algo cultural, pero lo cierto es que en nuestro corazón no hay nada más difícil de aceptar que, a veces, querámoslo o no, las cosas tienen un final. Los más optimistas tratan de ocultar sus sentimientos con expresiones como “el final de algo, solo es el comienzo de otra cosa”, pero la verdad creo que solo es una forma de ilusionarse con nuevos inicios… porque a veces un final es solo eso, un final.

En ocasiones, llegas al final del camino, no hay nada más, solo un final. Llegas a la pasta de ese libro, de esa maravillosa historia que te emocionó, te dio alegrías, te dio tristezas, te hizo llenar de emociones y no quieres que termine… deseas con fervor que el escritor le agregue unos capítulos más, luchas con todas tus fuerzas para que no termine… procuras leer más despacio simplemente quieres que no termine, no quieres aceptar que eso se acerca.

Te aferras con todas tus fuerzas y esperanzas para que se mantenga, para que la historia no termine, para que al igual que una serie de televisión los escritores agreguen unos capítulos más, pero quieras o no aceptarlo a veces es el final.

Tratas con fervor de volver a leer el libro, pero pareciera que ese libro ya no quisiera ser leído por ti, te esfuerzas porque las emociones que sentías vuelvan a nacer, pero ese libro lo único que quiere es que haya otro que lea su historia, lo dejas en un anaquel para ver si en algún momento los sueños y deseos de ser leído por ti vuelvan a surgir… pero simplemente ya lo terminaste, bien o mal, apurado o distraído, con emoción o con un poco de desdén, ya simplemente ese libro necesita ser leído por alguien más.

Y en ese momento te das cuenta que ese libro, que esa historia se marco, que aunque quieras iniciar un nuevo libro, ya no es igual. Anhelas que se pudiera volver a leer, deseas regresar el tiempo y que la magia que alguna vez tuviste volviera a nacer, pero ya no puedes hacer nada… el tiempo pasó y esa historia llegó a su fin.

Y te das cuenta que en algunos momentos la solución no es leer otro libro o ver otra historia, a veces lo único que te queda es escribir tu propio libro, crear tu propia historia, porque buscar otra, solo te va a llenar de un vacío terrible al darte cuenta que no es tan bueno como el anterior… que ese, el cual terminaste a regañadientes, no tiene remplazo.

Y entonces es el momento de quedarte en el borde del camino, porque ya no hoy más para donde avanzar, llegaste simplemente al final del camino, es simplemente el momento de sentarte y esperar que la vida continúe… quizá, si estas de buenas, haya una secuela de la historia, una segunda parte, pero tu simplemente no eres el escritor… en ocasiones dicen que las buenas historias tienen segundas partes… a veces los caminos continúan, otras simplemente te toca aceptar quedarte con el recuerdo de la historia.

Aceptar que quizá ya llegaste al final del camino, pero no siempre la solución es buscar un nuevo camino, a veces es bueno simplemente quedarse al borde y acampar, mirando hacia atrás recordando lo maravilloso que fue el camino y que no quieren avanzar más.

Aceptar el final, darse cuenta que no significa un inicio, solo significa eso, el final… ahí solo queda abrazar los recuerdos y dejar que el libro quede en manos de alguien más, esperando que a diferencia tuya, abrace mejor la historia de lo que tú lo hiciste… y tener claro que cuando regalas un libro, ya no tienes dominio sobre él, ya lo diste… es más dañino tratar de leer unas páginas cuando ya no es tuyo.


Así que con el dolor de mi alma, hoy estoy aceptando que esta historia, que este maravilloso libro llegó a su final… solo me queda esperar que su autor quiera continuar la historia y, sino es así, empezar a escribir el mio, teniendo siempre el maravilloso recuerdo de esa historia, de ese libro que tantas alegrías me dio y tantas enseñanzas me dejo… por lo menos de mi parte no pienso empezar otro.

Fuente de imagen: https://mejorvendedor.files.wordpress.com/2013/08/vida-despues-de-la-muerte.jpg

jueves, 2 de febrero de 2017

Con un ojo abierto y otro cerrado


Hoy vino a mi memoria una vieja canción de salsa, la cual tuve el “placer” de escuchar porque fue la dedicatoria que el novio le hizo a una “amiga” de aquellas épocas. La canción era bastante interesante por lo coherente del título con respecto de la letra de la canción… confío en ti. Como cita el título de es post, en una parte de la letra el cantante le decía a su pareja: confió pero mi manera… porque yo soy así, confiado, con un ojo abierto y otro cerrado.

En su momento fue bastante gracioso para mí… que jocoso… totalmente hilarante, nunca fue claro como una persona puede confiar en otra a su manera, con un ojo abierto y otro cerrado. Una confianza absoluta, donde no puedo ni siquiera cerrar los ojos porque me pueden engañar. Y es que la confianza que relata esta canción, se parece a la que siente un carcelero hacia su preso.

Y es que hoy hablando con una compañera de trabajo sobre las relaciones de pareja que vemos hoy en día, y viendo la experiencia de vida de alguien muy especial para mí, me puse a disertar un poco sobre el tema… como muchas veces en las relaciones de pareja se ven estos altos índices de confianza. Como las personas justifican sus celos enfermizos y actitudes posesivas, en una forma de confiar a su manera.

Entonces recordé como hace algunos años, una jefe que tuve me comentó como con su pareja llegaron a un acuerdo de confianza mutua: Ninguno de los dos sale a ninguna parte sin el otro. Recuerdo que me costó mucho trabajo no soltar la carcajada ante tan ocurrente afirmación. Fue como una anécdota que me contaron donde un personaje en medio de una fiesta familiar se iba a dar a los trancasos (Que pena la expresión, a los golpes) con otro, porque estaba hablando con su pareja y aunque confiaba en ella, muy seguramente iba a caer en la redes del otro.

Cuantas veces escuchamos que las parejas están juntas pero ninguno de los dos siente la más mínima confianza en el otro, están todo el tiempo revisando sus dispositivos móviles, sus redes sociales, sus bolsillos, su teléfono… en fin, todo el tiempo están cavilando en sus mentes que el otro todo el tiempo está mintiendo, que está buscando la oportunidad para traicionarme.

Viendo al otro como una posesión que tengo que estar cuidando, porque en cualquier momento se me escapa y si le doy la oportunidad se vuela y tengo que tenerlo atrapado y controlado para que no me vaya a fallar, porque es MIO y no tengo la más mínima confianza en sus palabras; pero todo esto siempre me ha dejado una duda muy grande.

Como las personas cuando dejamos de confiar en los amigos o en los familiares, simplemente nos distanciamos, nos alejamos y dejamos de estar ahí, porque simplemente sabemos que una relación de amistad o familiar se basa en la CONFIANZA, pero cuando se trata de la pareja, podemos tener la más grande de las dudas y seguimos ahí.

Y la respuesta es tan obvio y de sentido común, que fácilmente no la vemos. Generalmente basamos nuestras relaciones de pareja en el sentimiento de posesión, no de amor. El otro nos pertenece y así se quiera ir, tengo que retenerlo. No basamos las relaciones de pareja en el amor y el respeto, la basamos en la posesión. Olvidamos que el otro es un ser autónomo y si en un momento no quiere seguir con nosotros, desgastarme imaginando todas sus traiciones e infidelidades solo me hace infeliz.

Quizá si empezaramos a dejar ir a las personas (no hecharlas) y aceptar que si el otro está con nosotros porque así lo quiere y no porque yo lo estoy forzando, sería mucho más tranquilo. Entender que no se puede vivir desconfiando del otro, porque voy a convertir una bella experiencia en un infierno… y para ambos, tanto para el que duda, que nunca podrá dormir manteniendo un ojo abierto; como para el que genera duda, porque cada paso que dé, cada calle que cruce lo va a hacer pensando que el otro lo está vigilando.

La confianza es tener la certeza de que el otro estará con nosotros el tiempo que quiera estar y porque quiere estar, no porque lo controlemos, lo vigilemos o lo sigamos. Confiar es amar, saber que por más que quiera si el otro se quiere ir se ira. Que si lo decidí amar, no significa que eso sea controlarlo, no, significa que quise creer que estará conmigo mientras me ame.

Pero aceptar que si ya he perdido la confianza en alguien, será más doloroso permanecer ahí, esperando que me falle, a simplemente alejarme para no estar matándome a cada instante, pensando en que me va a fallar o traicionar.

Confiar es vivir un paraíso donde creo que el otro me ama, desconfiar es vivir un infierno donde mi corazón se está desgastando. Amar es entender que no puedo retener al otro, que el otro estará conmigo el tiempo que quiera estar y cuando decida irse, no lo debo retener.

Así que muy a diferencia de la canción, yo siempre he creído que si confío, confío con los dos ojos cerrados… y si el otro decide fallar, el que perderá será el otro, por perder a quien decidió confiar y amarlo, no yo, que decidí amarlo y confiar.

Lo cierto es que tú decides, del lado que estés, del desconfiado o del que desconfían, si quieres mantener ese gran infierno en tu vida y seguir sufriendo por tus supuestos o dejar que te amarguen la existencia con las dudas… Yo creo que la vida se hizo para sonreír, no para vivir justificándose o controlando.


Ama y confía… o sigue tu camino hasta encontrar a quien amar y confiar.

Fuente imagen:http://caminandocondios.net/wp-content/uploads/2015/07/confianza-img.jpg