miércoles, 30 de agosto de 2017

El peso de los años


Es común entre mis amigos, cada vez que nos reunimos, hacer referencia a mi “longevidad” según sus bromas y comentarios, no solo soy el más viejo del grupo, sino de todos los grupos. Es natural ver en mi cumpleaños la referencia a Luis I de Hungría (Desde hace tres años), puesto que ellos insisten que es la referencia más antigua de mi vida. Para mi estas comparaciones en lugar de molestarme, me llenan de orgullo, sentirme el ser humano más viejo entre mis amigos o incluso entre la mismísima humanidad.

Ha habido momentos donde he llegado a pensar que realmente lo creen, que piensan que en realidad soy tan anciano como acostumbran decirlo, incluso creo que yo mismo he llegado a considerarlo como una realidad. Es interesante ver como cada vez que llega alguien nuevo se queda asombrado y pregunta si soy mayor de lo que parezco… el motivante de estas pequeñas bromas no es objeto de este post, más bien he querido disertar sobre el peso de los años en algunas personas.

Muy a diferencia de mi actitud frente a la longevidad y la posibilidad realmente de haber vivido durante varios eones, es muy sorprendente ver el impacto que la edad tiene sobre algunas personas. Por estos meses que deambulan, varios de mis amigos han empezado su camino al cuarto piso, y al igual del impacto que tendría subir por las gradas de cuatro pisos corriendo, la llegada a este escalón de la vida los ha dejado sin alientos, tristes, podría decir que hasta desmotivados.

No puedo negar que antes de que se empezara a realizar entre mis amigos el comentario de mi sorprendente longevidad, cada vez que se aproximaba la llegada de mi onomástico, entraba en una grave crisis existencia pensando en lo que no había hecho, en las metas no cumplidas, en las malas decisiones, en los grandes errores, en las perdidas y fracasos.

Era mortal y no solo por el tiempo que, quizá, me restaba, sino porque las metas que me había autoimpuesto no se estaban cumpliendo en los lapso que había determinado, porque esto o aquello debía haberlo hecho en tal o cual fecha y ya había pasado. Era como si el cierre de ese ciclo significara presentar un informe de gestión al más sádico de los patronos, mi propio ego.

Y entonces era totalmente terrible ya había llegado a los 30 y no había aprendido los dos idiomas que me había puesto de meta, ya tenía 33 y todavía no sabía tocar un instrumento, llegaron los 34 y no había empezado mi maestría, ya estoy en los 36 y todavía no he tenido mi primer carro… cada cierre de ciclo se convertía, para mi, en un juicio, en un patíbulo… en un cronometro que podía detenerse en cualquier momento y yo seguí sin cumplir con los mínimos que me había IMPUESTO.

Y entonces comenzaron las chazan frente a mi innegable longevidad, la longevidad de ese ser imaginario que ha visto crecer a Amparo Grisales, que le dio clases a Chavelo en la escuela y que conocío el mar muerto, cuando todavía estaba vivo… y en medio de los chistes, las bromas y chascarrillos una idea nació en mi interior. Los años no son nada, el tiempo es solo una dimensión que nos hemos impuesto nosotros mismos.

Nosotros buscamos las herramientas para frustrarnos frente a las metas y sueños, somos excelentes destructores de nuestra autoestima y esperanza, nos imponemos fechas, tiempos y reglas y caminos que muy seguramente pueden tomar un poco más, pero lo hacemos para tener la posibilidad de, masoquistamente, darnos látigo.

Pensar en mi longevidad me hizo darme cuenta que 30 o 40 años no son nada, son un suspiro, son un camino de experiencias y aprendizajes, que quizá otros en ese tiempo hayan logrado más cosas, pero también hay muchos que no han vivido lo que yo he vivido… son casi 40 años (reales) de caminar, cometer errores, aprender… pero sobre todo de vivir, no sé cuántos años más me depare el futuro, no se si relamente sean siglos o tal vez tan solo unos minutos.

Pero hay algo de lo que estoy totalmente seguro, lo que esté por delante tengo que verlo con expectativa, con esperanza, con fe, con ánimo porque es la oportunidad de seguir aprendiendo, de seguir creciendo, de seguir conociéndome… es la oportunidad de seguir viviendo y para vivir no hay edad.

¿no has alcanzado una meta cuando lo querias? Si no estás muerto la vida te está invitando a que lo hagas cuando quieras!!! No hay excusa!!! Estamos vivos ... HAY QUE VIVIR.

Así que quizá estás llegando al cuarto o al quinto o al sexto… no importa a que piso de los niveles de tu vida estés llegando, mira el pasado como una experiencia, el presente como una oportunidad y el futuro como un sueño.

Los años no son un peso, los años son la fuente de energía para enfrentar todo lo que la vida nos depara en el presente y en el porvenir.


Por lo menos así lo veo yo.

Fuente imagen: https://c.pxhere.com/photos/d9/d9/ghost_town_forgotten_place_wild_west_village_old_wood_building_house-1088921.jpg!d

jueves, 17 de agosto de 2017

¿Quien soy?



Uno de los actores de acción que siempre me ha dejado fascinado con sus películas es el gran Jackie Chan, el corte de humor en sus actuaciones y las acrobacias dan un enfoque diferentes a sus películas. Una de ellas tenía por título la misma frase de este post “Who Am I?” ¿Quién soy yo?, la historia se desenvolvía, entre acción y comedia, a través de las aventuras de un personaje que había olvidado por completo quien era.

Recordando esto y divagando un poco sobre la realidad en la que me encuentro actualmente, en medio de una caminata de las que acostumbro acompañar mis disertaciones, me puse a pensar en la respuesta a esta interesante interrogante. Se supone que filosóficamente esta palabra no tiene una respuesta certera, porque no importa cuántos años alcancemos a trasegar por este plano de la existencia, nunca llegará el momento donde puede establecer quienes somos.

Hasta hace algunos meses yo tenía casi que la absoluta de certeza de saber quién era, sin caer en las típicas frases de cajón donde las personas hablan de su profesión, de sus capacidades o de sus experiencias. Hay quienes incluso se definen a sí mismos como un nombre, un apellido o un abolengo. Pero la realidad es que no tienen idea quienes son.

En mi realidad yo tenía claramente definido quien era, que quería, que soñaba, cuales eran mis capacidades y sobre todo, lo que no quería ser. Estaba inmerso en el absoluto afán de ser aceptado por mis semejantes, aplaudido; porque no, admirado. Siempre me esforcé por ser el mejor en todo lo que hacía, para que mi público me llenara de aplausos y ovaciones. Todo era tan absolutamente claro, mis sueños, mis metas, mis ideales, mi manera de ver la vida y mi manera de vivirla.

Todo absolutamente lleno de egocentrismo y egoísmo, no había nada más importante en mi vida para mí, que yo mismo. Alguien alguna vez me hizo ver cuán equivocado estaba, como todo lo que tenía o creía poseer, porque aquí entre nos, la realidad es que jamás posemos algo; las cosas llegan a nuestra vida en préstamo y cuando no las sabemos administrar se van. Entonces la vida, el Buki, Jebus, Jesús… llámalo como lo quieras llamar… me dio una gran lección, sino eres humilde, no eres nadie.

Entonces lo perdí todo, todo absolutamente todo, la mujer que amaba terminó en manos de un ser humano que nunca consideré superior a una cucaracha, para golpear un poquito mi ego. Las amistades me dieron la espalda, a excepción de unos, que nunca superarán los dedos de una sola mano.

Perdí mi público, todos los que me aplaudían, admiraban y amaban, se habían ido. Solo quedamos mi ego y yo. Entonces decidí cambiar dejar de pensar en mi ego, dejar de buscar los aplausos y la aceptación de otros. Caminar por mi, porque lo que soy, por lo que quería. Pero entonces me encontré con otro pequeño dilema.

Después de haber dejado mi ego de lado, mis anhelos de aceptación, mi búsqueda de sobresalir y recibir los aplausos, llegue a una conclusión… No sé quién soy. A veces me levanto con la esperanza de encontrar un sentido, una personalidad, un carácter, una fuerza, un horizonte, un norte… algo que me ayude a encontrar quien soy y entonces empezar a caminar hacia donde quiero llegar.

Al perderlo todo, fue todo, me perdí yo mismo. Solo quedó, como en unos post atrás, un inmenso vacío. Llegó en punto donde realizó cosas que yo JAMÁS hubiera hecho, porque yo no era así… el problema es que ahora, no sé quién soy, así que muy seguramente ese que soy ahora tal vez haría esas cosas o tal vez no.

Y entonces llegó la pregunta ¿cómo me puedo reconocer? Y la respuesta llegó tan rápido como la pregunta, No hay que reconocer o reconstruir, no hay que pegar o unir, simplemente no hay nada… unos recuerdos, unos conocimientos, unas cuantas normas de convivencia por ahí… entre tanto desorden no sé dónde están mis metas, ni tampoco mis sueños.

Y al igual que el personaje de la historia que empezó a caminar para saber quien era… me dí cuenta que solo tengo una salida, emprender un camino, un nuevo camino para encontrar quien soy o, dicho de mejor forma, para construir un nuevo yo. Solo en la oscuridad de este frio asfalto, en la soledad del camino sin rumbo puedo volver a construir un carácter, una personalidad.

No se que tan bueno sea, muchos dicen que empezar de cero es el mejor camino para lograr cosas buenas, mi abuelo siempre dijo que es más fácil hacer un hombre nuevo, que revivir un muerto. Pues en mi caso, voy a tener que construir un hombre nuevo, de la nada, solo yo, el camino y las sombras… esperar que el tiempo me permita construir un buen ser humano.

Así que mis queridos amigos, a veces la contestación de esta pregunta requiere no solo que mires en tu interior, a veces requiere que te construyas … que te enfrentes, te confrontes y camines… solo en el camino te darás cuenta quien eres o quien puedes ser.


Cuando sepa quién soy les estaré contando.


Fuente imagen: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0KrdaBG2cN02DISH-XgAi7xBoAaNdCsMivFSX2TfasqbGScs50EP4mKEbE6CaMUjr6w9kNJACrdi6SZmeYoNTvMUj9yEghHqIdJKIJv9jw1RpcjoN7ZoFO31gpaOJFQltA-v7biYfTAw/s1600/Descargar+Pack+Espectaculares+fondo+de+paisajes+(409).jpg

miércoles, 2 de agosto de 2017

Del amor y otros temores


Es interesante como muchas veces vamos por la vida deseando un amor de cuento de hadas, algo completamente maravilloso, que llegue a nuestras vidas e ilumine nuestro andar, nuestro camino diario… esperamos el príncipe o la princesa que va a dar soluciones a todas nuestras respuestas. Los más importante, esperamos que llegue alguien que nos cumpla todos nuestros deseos, a veces no sé si esperamos el príncipe o el genio de la lámpara.

Y vamos así, esperando la llegada de ese genio que nos suplirá todas nuestras necesidades, que ahuyentará todos nuestros miedos y dará fuerza a todas nuestras debilidades, pero sobre todo, aquel por el cual todos nos envidiarán, cuando mis amigos la vean (o lo vean, según sea el caso o el gusto) morirán de la envidia, en mi familia le tenderán la alfombra roja para que ingrese.

Pero la vida a veces solo nos pone en el camino personas iguales a nosotros, con heridas del camino, con necesidades, con frustraciones… pero que de una extraña manera nos complementan y traen respuesta algunas de nuestras necesidades. Personas que quizá sean realmente nuestro ideal, pero nosotros no los vemos por estar esperando que llegue ese ideal.

A veces podemos llevar una vida esperando que alguien nos de nuestro lugar, nos acompañe, nos haga sentir especiales y cuando llega esa persona nos da pena oficializarla en nuestra vida. Pensamos que nuestros amigos se burlaran de nosotros, que nuestra familia solo nos va a criticar, porque no cumple los estándares económicos o actitudinales que todos esperan.

Y no vemos como esa persona en muchos aspectos es lo que nosotros queremos, nos sentimos bien, nos hace sentir importantes y especiales, pero no estoy realmente preparado para eso, no tengo la confianza, estoy más pendiente de lo que otros piensan, opinan o se pueden imaginar y criticar. Y parece que fuera por la vida más pendiente de que los demás se sientan conformes con mi vida, que estar conforme yo con mi vida y al CARAJO lo que piensan los demás, mi felicidad está por encima de lo que otros puedan pensar.

Otros por el contrario tienen su corazón tan lleno de heridas, de temores y faltantes, han tenido tantos fracasos amorosos que las caídas de Rocky en el ring parece un juego de niños… que van por la vida dudando hasta de su sombra. Están tan escudados y temerosos que no son capaces de amar de corazón, su vida está regida por el miedo y el dolor. Podrá pasar por su vida el príncipe azul de los cuentos de hadas que nunca se darán la oportunidad de conocerlo, de vivirlo, de disfrutarlo… porque es más seguro estar aferrados al dolor.

Es triste, porque generalmente no nos damos cuenta de que no importa cuántas veces nos lastimen, no importa cuántas veces nos fallen, lo que realmente importa en la vida es cuantas veces me levanto y sigo, lo importante es entender que cada persona, cada ser y cada relación es diferente, obvio aprender a elegir, para asegurarme de elegir personas diferentes… pero no dejar de vivir y disfrutar, ya lo dice el refrán “es mejor haber amado y perdido, que nunca haber amado”.

Es secreto es comprender que cada relación es diferente y que no importa si dura mucho o poco, si es apasionada e intensa o lenta y romántica… cada relación será diferente y aportará nuevas cosas a mi vida, y no tiene que ser duradera o corta para definir lo buena o hermosa que fue, lo que las mide son las sonrisas y satisfacciones que me pudo generar. Es abrirme y tener la certeza de que hay alguien para mí, para acompañar mi camino, para vivir.

Por último, nos encontramos con los que en medio del dolor se escudan detrás del primer amigo que encuentran, que están tan lastimados y frustrados en la vida, que solo buscan con quien compartir su soledad. No hay nada realmente en el corazón, más allá de un agradecimiento, no hay aporte, lo importante es tener una compañía que me ayude a superar mi terrible soledad, gústeme, apórteme o no, lo importante es no sentirme solo o sola.

Es más el miedo a estar solos que entender que un amigo es un amigo y una pareja es una pareja, un compañero. Una pareja no debe ser cualquier, no es el primer aparecido que pueda brindarme compañía… una pareja es alguien que nos aporte… Es una relación ganar – ganar.

Y es entonces donde, a partir de lo que siempre he dicho, llegue a la conclusión de que a veces nos quedamos con cualquiera con tal de huir de nuestros temores o permitimos el trato que nos quieran dar, aceptamos la lastima o la damos a otros con tal de sentir que no estoy solo… pero el amor no es eso.

Para mí, con el perdón de muchos, el amor es una relación de intereses está mediado por la mutua aportación en 5 áreas fundamentales. La primera, la emocional: estar con aquella persona que me genera paz, que en medio de la dificultad, de la tristeza o de la aflicción me logra sacar de ese estado, esa persona que su sonrisa, su mirada me hace olvidar que el mundo existe, esa con la que puedo amanecer conversando sin aburrirme y siento que el mundo se acaba, que el tiempo pasa sin darme cuenta.

La segunda, la intelectual: todos necesitamos alguien que nos enseñe, que nutra nuestro intelecto, no solo lo superficial y pasajero, que tiene criterio, argumentos y puede hablar de cualquier tema y ser entretenido, no impositivo, que nos despierta el interés en temas que nunca pensamos que nos llenarían o nos llamarían la atención. Porque nosotros también somos intelecto.

La tercera, la física: esta es la menos aceptada por las personas, pero la realidad es que la persona nos debe gustar, lo físico es lo primero que vemos en el otro, no podemos falsearnos en el corazón, aunque esto se acabe, es lo que nos atrae y por tanto el otro tiene que tener algo que nos mueva desde lo físico, así como en la intimidad, si no hay entendimiento en la cama… muy seguramente la relación no avanzará mucho.

La cuarta, económica: esta se convierte en la más importante para muchos y la realidad es que tiene el peso que todas las demás, no es que el otro nos mantenga, es que sea un apoyo, el amor con hambre no sobrevive, pero en pareja lo ideal es que haya apoyo mutuo, no importa lo que digan los demás. Lo importante en lo económico es saber que nos podemos apoyar en momentos de necesidad.

Por último, la admiración: el primer elemento para amar a alguien es sentir admiración por esa persona en cualquiera de sus áreas, cuando admiro al otro fácilmente lo voy a amar, cuidar, escuchar y compartir. De lo contrario, solo sentiré vergüenza frente a los demás y a pesar de que me siente conforme con lo demás, nunca será suficiente para mí.

Por eso, pienso yo, que al igual que el amor y otros temores, las cosas no se superan con razones, sino con la posibilidad de alcanzar una mayor felicidad… deja de tener miedo del amor, de buscar esa persona que te complemente, te acompañe y te llene… no te dejes engañar, vale la pena amar.


Yo estoy decidido a volver a encontrar alguien que logre llenar mi vida como ya alguna vez lo tuve y lo deje ir… pero sé que en el camino de la vida volveré a encontrar esa persona que me llene en estos 5 aspectos de mi vida… y si a mí que he cometido tantos errores la vida me lo puede permitir, ten la certeza que a ti también.

Fuente imagen: http://espanol.omtimes.com/wp-content/uploads/2013/12/photography-wallpaper-love-background-wallpaper-hd1-e1388273767586.jpg