sábado, 22 de junio de 2019

Flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones




En medio de una conversación de amigos, en la celebración del onomástico de una de las mas queridas miembros del grupo, y en medio de la típica conversación de un grupo de adultos con la vida organizada y las metas en proceso de ser alcanzadas, Doña mamá le consulta a su hija cuales eran mis posesiones al respecto… y con la confianza que nos tenemos ella me dijo “cierto que tu como la canción “flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones”.

Y en el camino de regreso a mi casa, en esos silencios reflexivos que a veces se dan cuando no quieres hablar con el conductor del “Uber” me senté a hacer una retrospectiva de mi vida. Y después de 20 años de estar trabajando casi día y noche lo único material que poseo son unas cuantas mudas de ropa, un celular con la pantalla rota y unos audifonos bluethoot, porque hasta mi reloj es prestado.

Fue dura la reflexión ¿Qué he hecho de mi vida todos estos 20 años? Sin nada que me acompañe, sin nada que me sustente, más que unas cuantas deudas. La verdad es que, si como dice la canción “cuanto tienes, cuanto vales” en este momento les quedaría a deber, porque lo único que me acompañan son unas deudas con Bancolombia y Banco de Occidente.

La verdad es que si de algo estoy seguro, es que yo le prohibiría la junta a mis hijos conmigo y si tuviera una hija no la dejaría acercarse a mi… Definitivamente no soy un buen partido para nadie. De razón todas las mujeres con las que he estado tienen su locura, hay que estar tostado para enamorarse de mi y querer tener algo serio conmigo… no tengo absolutamente nada que ofrecer.

Y pensando que he hecho estos 20 años, sé que he cometido muchos errores… hablo de 20 porque es desde que empecé a trabajar. Durante este tiempo he cometido muchos errores, he sustentado muchos vicios y placeres, aunque también he ayudado a algunas personas. Y en este camino lo único que me ha quedado son cosas intangibles que no se pueden comprar o vender:

Tengo dos padres maravillosos que han tolerado todas mis locuras y siempre me han dado la mano, que se quitarían el pan de la boca para dármelo a mi, tengo una hermana hermosa que me ama y admira disque por inteligente, tengo tres hermosos hijos que hoy puedo decir que me aman y admiran sin tener motivos ni razones, tengo un grupo maravilloso de amigos que siempre me han dado la mano y con los que se que nunca me faltará una copa de vino, una cerveza o un plato de comida.

Tengo un cúmulo de aventuras y experiencias que algún día me atreveré a escribir… donde he conocido muchos ámbitos de la vida, desde almorzar en la misma mesa con el vicepresidente de la república, hasta estar sentado en un anden a las 3 de la mañana fumando un cigarro con un habitante de la calle sentado junto a mi.

He caminado todo lo que he podido, soy un poeta y escritor fracasado, un bohemio empedernido amante del arte y la buena vida, un optimista empedernido que siempre cree que todo será mejor mañana y creo que un buen amigo con el que siempre se puede contar.

Se que la vida no ha llegado a su fin, que hay cosas por alcanzar y metas que superar, nuevos caminos por andar y sobre todo nuevas cosas que vivir… no se si el día de mañana ya tenga posesiones materiales, se que quiero terminar mi maestría, seguir con un doctorado, pero sobre todo quiero seguir viviendo, aprendiendo, conociendo y enseñando.

Quiero seguir manteniendo el amor de mi familia, la admiración de mis hijos y el aprecio de mis amigos, quizá en otros 20 años tenga algunas cosas más, pero sobre todo quiero acumular más intangibles para mi vida, como que mi hijo de 17 años dejara su juego de video aun lado y me dedicara toda su atención mientras le hablaba de física, matemática, psicología e historia… y lugar de aburrirse me preguntara con el interés y la curiosidad de un niño de 5 años… fue simplemente hermoso.

No soy un buen partido como pareja… pero nunca será aburrido hablar conmigo… Feliz día para todos.

jueves, 13 de junio de 2019

Te vas a arrepentir




Alguna vez hablando con mi anciano padre me contó una anécdota (no se que tan documentada) del dialogo entre Sócrates y uno de sus discípulos sobre una trascendental decisión que debía tomar en su vida: casarse o no casarse. Y entonces el gran filósofo solo tuvo a bien contestarle: “si te casas te vas a arrepentir, pero si no te casas, también te vas a arrepentir”.

Siempre me dejó un sin sabor recordar esa historia, como es posible que sin importar el camino habría algo de que arrepentirse, y entonces que pasa con los finales felices, con las decisiones “obvias” esas que sine qua non te conducirán a ese estado fundamental de felicidad, esas decisiones que tomas completamente seguro de que no habrá nada, absolutamente nada de lo cual arrepentirse.

Pero a medida que la vida me ha llevado por diferentes caminos me he dado cuenta que sin importar lo bueno, lo malo, lo perjudicial o benéfica que pueda parecer una decisión en la vida, ese camino que decidiste dejar atrás siempre traerá consigo un “¿Y si yo hubiera?” y entonces vienen los lamentables arrepentimientos.

Desde decisiones elementales como que comer, que vestir, por donde irse, a donde ir, donde trabajar, etcétera… siempre el camino abandonado, la ruta no seleccionada nos generará en el fondo un sentimiento de tristeza y desolación. Pero entones ¿cuál es el camino?

Algunos deciden llevar la vida sin tomar decisiones, solo dejarse llevar como hojas al viento y consideran que lo que pase será fruto del “karma” de vidas pasadas y por tanto no hay mucho sobre lo cual decidir, no hay muchas rutas que seleccionar o decisiones sobre las cuales responsabilizarse.

Otros prefieren volverse grilletes de sus propias decisiones, yendo por la vida sin cambiar de decisión sosteniéndose cual muro de concreto sobre las decisiones tomadas y manteniendo los embates de la vida en su decisión a pesar de los sufrimientos y agonías que estas les puedan generar. Consideran que al tomar una decisión no hay otro camino no hay otra vía y se deben “mantener firmes”, convirtiéndose en mártires de sus acciones.

Pero ninguno de estos caminos conduce realmente a una paz, la vida no se puede vivir al viento, sin responsabilidad sobre mis actos o sobre lo que pasa en mi vida, todo lo que pasa en mi vida es consecuencia de una decisión que tomé o dejé de tomar, y eso es lo primero que debo tener en la mente.
Lo segundo, evaluar cual es el daño que puedo causar terceros con mis decisiones, porque no podemos ir por la vida dejando huellas de dolor en los corazones de otros cada que tomamos una decisión, pensando egoístamente solo en nuestra necesidad… como si fuéramos Mr. Hide, liberando siempre nuestra pasión y deseos sin ninguna medida más que nuestro propio disfrute.

Lo tercero, evaluar que tanto aporta cada decisión en para el logro del fin último de cada ser humano, ser feliz y vivir en paz. Teniendo claro, como en el derecho, que mi bienestar y mi felicidad no puede estar cimentada en el dolor o la amargura de otros. Lo difícil de esta parte es tener la claridad real de que es lo que realmente me hace feliz, de que es lo que realmente quiero, sueño y aspiro.

Lo cuarto, que no somos un árbol plantado que una vez tomada una decisión no hay otro camino, no hay retorno, ni posibilidad de cambio. Como seres humanos, lo más bello que tenemos es la posibilidad de cambiar. Y no solo la posibilidad, tenemos la necesidad de crecer, de cambiar, de seguir, de evolucionar. No importa cuanto tiempo haya pasado, siempre habrá la oportunidad de cambiar una decisión. Obvio se debe tener presente que toda decisión tiene una consecuencia y quizá cuando quiera cambiar ya no tenga los mismos caminos, pero ponerme yo mismo el grillete.

Y quinto, aunque algunas decisiones nos generan algún sentimiento de desolación o tristeza, no todo es para siempre. A veces los caminos más difíciles y desolados son los que nos conducen a los mejores paraísos, el secreto esta en tener la absoluta certeza de cuales fueron los motivos para tomar una u otra elección.

Por lo menos así lo veo yo.