miércoles, 14 de diciembre de 2016

¿Con más pena, que gloria?


Nos encontramos a tan solo 17 para que llegue el final de uno de los años que, al menos para mí, me hubiese gustado evitar “esta copa”, han sido 348 días de los cuales puedo asegurar que más del 90% fueron frustrantes, tristes, cerrados con lágrimas en los ojos o un severo estado de alicoramiento, buscando como buen alcohólico, ahogar las penas.

Fue una año lleno de caídas, errores, desaciertos y sobre todo de malas decisiones. Un año de pérdidas valiosas, de penas, de dolores, de tristezas y remordimientos, seguramente si me encontrara con el genio de la lámpara el único deseo que tendría para él sería poder repetir este año con el conocimiento de las decisiones que tengo al final de él.

Pero efectivamente esto es tan posible como ganarme el baloto el próximo sábado 31 de diciembre; sin embargo, con todo lo que tiene por borrar este año debo reconocer que hay algunos elementos que las nubes de la melancolía en ocasiones no me deja divisar… los ojos encharcados de lágrimas me han ocultado algunos elementos positivos.

Y es que aunque suene a “frase de cajón” aquel dicho de los abuelos “No hay mal que por bien no venga” tiene algo de cierto, por algo dicen que la sabiduría popular habla por la experiencia; y es que este año, a pesar de las perdidas, las lágrimas y los errores me dejó grandes enseñanzas.

La primera, conocer las personas realmente valiosas en mi vida, esos momentos de necesidad y escases me llevaron a conocer quiénes eran realmente las personas que me querían, quienes realmente vale la pena conservar en mi vida y en mi corazón, también me mostros quienes fueron los traidores, quienes solo estaban por un favor o un beneficio.

Este año también me enseño que debo conocerme, que muy a pesar de lo que mi ego dijera, todavía me falta mucho por aprender, que para ser un buen ser humano me falta mucho camino por recorrer. Este año me llevó a darme cuenta que cada decisión la debo reflexionar pensando en las consecuencias y en las heridas que puedo generar a otros.

Al final del año, también llegue a entender que Dios también era importante en mi vida (Y aquí les pido disculpas a los que no creen en Dios), pero por los menos para continuar creciendo me di cuenta que solo aferrarme a mi creencia en la trasendentalidad del alma me ayudará a salir del profundo estado de melancolía que a veces me invade.

Cierro el año sin mi hogar, sin mi familia, con muchos aprendizajes y sobre todo consciente que las cosas irán pasando como deban pasar, las cosas malas pasan, pero lo que debemos mirar es que nos quieren enseñar.

Al final de este año sé que aprendí muchas cosas, que fue necesario para continuar mi proceso de crecimiento como ser humano y empezar el 2017 con una nueva mirada sobre el mundo, sobre la vida, sobre las personas, pero sobre todo, sobre el impacto que mis decisiones puede generar en mi felicidad.

Quizá al igual que yo, tu año aparentemente no haya sido bueno; pero en lugar de pensar en las tristezas, las perdidas y las derrotas, porque no miras los aprendizajes, las lecciones, los cambios que te llevarán a ser aún mejor y más fuerte de lo que eras.

Por eso, al mejor estilo de aquél clásico de año viejo, “yo no olvido al año viejo”, pero a diferencia de la canción, aunque no me dejo una chiva, una burra vieja, una yegua blanca y mucho menos una suegra (no me importaría si buena, ni mala); me dejó muchas enseñanzas, muchos aprendizajes y sobre todo la certeza de que el camino sigue y hay que seguir avanzando.


Fuente imagen: http://cdn.colombia.com/sdi/2016/12/13/programadora-informatica-anuncio-el-fin-del-mundo-para-2016-530446.jpg

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