domingo, 17 de febrero de 2019

Un "aventon" en el DeLorean




Una de las grandes ilusiones en mi infancia fue darme un paseo en este maravilloso vehículo, aunque nunca pude definir muy bien que prefería, si viajar al pasado o al futuro, pienso que me habría quedado un buen rato definiendo cuál sería mi destino, la fecha exacta, el lugar. La encrucijada parte porque el pasado y la historia siempre han sido una de mis pasiones, además, tener la posibilidad de regresar en el tiempo y solucionar algunos errores de mi familia, hubiera sido algo maravilloso.

Regresar y obligar a mis padres a no meter las patas en tantos negocios "chimbos", no dejarse tumbar tan fácilmente, eso quizá me hubiera asegurado un presente mucho más "holgado" (económicamente), también estaba el poder presenciar algunos eventos históricos y quedarme con un recuerdo del momento, viajar a la época de hermanos Wright y ver volar el primer avión o vivir en carne propia el mítico concierto de Woodstock. Serían momentos para tener atesorados en la memoria.

Sin embargo, viajar al futuro y conocer cómo sería mi vida dentro de 25 años, ver si cumplí mis sueños o terminé frustrado, como sería mi familia, en fin. Me gustaría saber si el Apocalipsis zombies se cumplió, la catástrofe nuclear se hizo realidad o si aprendimos la lección y por el contrario vivimos en un mundo organizado, al estilo de los supersónicos, calles donde no es necesario caminar, donde no sean necesarios parqueaderos porque podemos guardar los vehículos en pequeñas cápsulas. Lo cierto es que en definitiva haría lo que hizo Marty Mcfly, buscaría los registro de los números ganadores del baloto de los últimos 25 años para asegurar mi futuro, esperando no convertir la tierra en ese mundo paralelo de Biff Tannen.

Justo en ese momento me senté a disertar un poco sobre tanto sueño fantástico y me di cuenta que conocer ese supuesto destino le haría perder todo el sabor a la vida, ya no habría emociones, sorpresas, los triunfos ya no se sentirán iguales, sería como ver jugar un equipo de fútbol que nunca pierde, no abría emoción. Entonces recordé la frase del Doctor Emmett Brown "... Significa que tu futuro no está escrito, ni el de nadie, así que escríbanse uno bonito, para ambos".

Comprendí entonces algo especial, lo hermoso de la vida es la emoción diaria de saber qué va a pasar después, a donde me llevarán las decisiones que tome. Ser feliz en el camino, no por el resultado, que hoy soy lo que soy por los aciertos y fracasos de ayer, que quizá si las cosas fueran distintas hoy tal vez ni existiría. Aprender que cada decisión que tome me construye un futuro y soy yo quien puedo hacerlo feliz o desdichado.

Concluí que conocer lo que va a pasar lo único que me convierte es en un autómata amarrado a un "destino" y aunque muchos lo crean así, prefiero vivir pensando que mi futuro no está escrito, que yo seré en lo escriba cada día de mi vida.

Espero construirme un maravilloso futuro.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario