domingo, 22 de octubre de 2023

Enfrentando el vacio



Hace algunos años en medio del proceso de superar una pérdida escribí un post lleno de desolación, desesperanza y desencanto: “La vacuidad” este tomaba como punto de referencia al nemesis que protagonizó la primera película de “la historia sin fin”. Era tan desolador, que al finalizar la única conclusión es que del vacío y la desolación del alma no hay escape, ni salida; solamente nos queda deambular por el mundo sin sentido, ni significado.


Hoy, unos años más tarde, con más experiencias, con nuevas pérdidas y nuevos aprendizajes, he querido retomar esta visión apocalíptica de la vida personal, que alimentaba con su pensamiento la visión desesperanzadora de la pérdida. El concepto de que la vida puede perder en alguna medida sentido ante un duelo. Cierto, durante ese instante nuestros ojos se llenan de sombras, nuestros oídos dejan de escuchar y nuestra piel deja de sentir.


Ante esta situación, ante esa visión llena de vacíos, donde consideramos que la vida ha perdido significado, que nosotros no tenemos nada, ni somos nada. Que nuestro corazón tiene un profundo hueco que absorbe cualquier intento de felicidad. ¿cómo enfrentarlo? ¿cómo superarlo? Lo primero que necesitamos, retomando aquel monólogo del gran Facundo Cabral, es darnos cuenta que todos nuestros sentidos se encuentran distraídos. Que nuestros ojos no están viendo, nuestros oídos oyendo y nuestra piel sintiendo. Que hemos permitido que ese desolador sentimiento se apodere de todo nuestro cuerpo.


Y al hacer evidente que nuestros sentidos están siendo obnubilados, manipulados o distraídos por algo quiere hacernos olvidar de la realidad, estaremos en capacidad de quitar ese velo que nos impide ver que la naturaleza nos puede hacer olvidar ese vacío. Que el sol del amanecer, la lluvia del atardecer o césped lleno de vida, nos recuerdan cada instante la magia de la vida. Que al hacer evidente que estamos distraídos, podemos destapar nuestros oídos para volver escuchar las sinfonías, las letras, las musas, las canciones y palabras que nos recuerdan que cada instante de vida es maravilloso, es mágico e inigualable.


Que al despejar nuestra piel, podemos volver a sentir las caricias de nuestros seres amados, quienes han sufrido al vernos distraídos anhelando el final de nuestra vida. Podemos volver a tocar, a palpar, a amar… a sentir el calor, el frío y la vida que nos rodea. Que al volver a despejar nuestros sentidos de todos esos distractores, nos daremos cuenta de que el vacío era solo una mentira. La vida, el amor y la felicidad siempre han estado a nuestro alrededor.


Por lo menos así lo siento yo.






 

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