jueves, 14 de enero de 2016

Cuando sólo abrojos nuestra planta pisa


La vida en ocasiones nos lleva por caminos difíciles, por desiertos infranqueables donde sientes que todos los recursos se agotan, que nunca podrás llegar al otro lado y entonces aparecen los espejismos, pequeñas ilusiones que por un momento consideras que encontraste la salvación y que saldrás "vivo" de este profundo desierto y es ahí donde al tomar el primer trago de agua, te das cuenta que solo es arena.

Momentos como dice el poema "... muere la fe, huye la calma, solo abrojos nuestra planta pisaa" (paráfrasis del poema "Reír llorando" de Juan de Dios Peza - www.poesi.as/jdp0001.htr) y nos sentimos desfallecer, caer, morir y nada, absolutamente nada nos saca de la aflicción. Por el contrario sentimos los consejos de aliento como palabras al vacío y nos llenamos de enojo "porque nadie entiende mi lamentable situación".

Son días donde nos sentimos "tan lúgubres, tan lúgubres, como en las noches lúgubres  el llanto del pinar" (Canción de la vida profunda, Porfirio Barba Jacob -www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/apoeta/apoeta12) y como lo expresa el poema en esos días sentimos que ni Dios mismo nos puede consolar... Estamos en nuestro desierto, es parte de nuestra naturaleza masoquista, queremos llenarnos de muchos motivos para encontrar que no hay ninguna salida.

Es tan propio este desierto, que cada uno tiene el suyo, para unos es lo económico, para otros lo emocional (el amor), para otros la familia, para otros la posición social... Y cada uno sentimos que, como nosotros lo vivimos, nadie más lo ha vivido, que nadie sabe cómo vivirlo, que nadie me puede enseñar porque "ni con un dedo levantaría mi carga" y entonces caemos aún más profundo pues nos aislamos, incluso estando rodeados de personas, pero solos en nuestro interior, sin permitir que nadie cruce nuestra barrera de dolor.

Obviamente, si nadie lo ha vivido como nosotros, que van a venir a eneseñarnos (léase él sarcasmos). Efectivamente caemos en la soberbia de pensar que como a nosotros, a ninguno y la verdad es que igual puede que no, pero peor, muy seguramente a muchos y lo han logrado superar. Abrirnos en esos momentos va a costar mucho trabajo, pero requiere de algo de humildad y comprender que no estamos solos, así lo creamos y lo repitamos todo el tiempo.

Hay muchas personas que están dispuestas a dar al menos una voz de aliento y si tengo la capacidad de dejar mi orgullo y pensar que lo mío es más complejo pueda encontrar soluciones. Además, siempre está Dios, o en lo que tú crees, si crees...obvio sino crees, pues hombre está la familia, los amigos y gente que te dará la mano sin conocerte.

Lo importante está en tener claro que desfallecer y sentir el desierto en lo más profundo de mi alma, no es el problema, el problema es no salir de él, el peligro es quedarme en el y buscar alternativas de escape... Otra mentira que nos dicen es que los deciertos no se repiten, que las lecciones aprendidas no vuelven; se nota que no han pasado por un aula de clase, porque toda lección se repite cada año y con un poquito de complejidad... Pensar que no se repite, no me deja prepararme para volver a superarla.

No temas pasar por el desierto, habrá momentos muy duros, lo importante es que dentro de tu alma siempre tengas presente que hay una salida, porque siempre está ... Nunca te quedes allí.... Y recuerda, cada vez será más fuerte, pero siempre podrás superarlo.

El problema no es pasar por el desierto, el problema es creer que no podrás superarlo.

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