lunes, 22 de febrero de 2016

Degradame por piedad!

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Hace algunos años en una pequeña discusión familiar hablábamos sobre cual de los derechos fundamentales podría considerarse el más importante para la humanidad, obviamente pasamos de la vida, la libertad, la educación, etc. Y en cada pasa del análisis discursivo de cada uno de los derechos siempre revisábamos, la historia y el significado de fondo.

Pasamos de revisar la libertad, de como históricamente la gente la ha buscado y ha defendido, ha puerto por ser libre. También analizamos el derecho a la vida y como sin vida pues no tenemos nada más... pero entre todos los derechos que vimos nos pusimos de acuerdo en el que el más importante era nuestro derecho a la dignidad.

Y que es la dignidad, es respeto, respeto hacia mi, hacia lo que soy, por el simple hecho de ser. La dignidad es tener el conocimiento de que valgo como persona. Que no es mi dinero, mi familia, mi pasado o un color de piel lo que me hace ser digno, es la capacidad de respetarme y de buscar que otros me respeten, sin imponerme, ni vulnerar su dignidad.

Por la dignidad los próceres de américa dieron sus vidas, por ser tratados dignamente, por no ser subyugados y humillados, sino reconocidos como seres humanos. Por dignidad Ghandi lucho por que su pueblo fuera tratado con respeto, libertad y dignidad. Por esto Martin Luther King Jr. dio su vida para que su raza no fuera menospreciada, sino que fuera tratada como igual.

Durante muchos siglos la dignidad ha sido la mayor búsqueda del hombre, ser tratado con respeto por los demás, lograr que todos nos sintamos como seres iguales, sin diferenciación, sin distinción, tan solo mediado por el respeto y ¿por qué no?, por el amor.

Lo triste del asunto es que hoy en día muchos regalan su dignidad, le entregan a otros el poder de degradarlos, de humillarlos o menospreciarlos, "venden" su dignidad por un poco de dinero e incluso por un poco de "cariño". Permiten que otros los pisoteen porque es "la mejor forma de mostrarle" que lo amo. Y no nos damos cuenta que al vender nuestra dignidad, estamos dejando de ser.

Pero lo más interesante del asunto es que esperamos que otros nos respeten o valoren, cuando nosotros no lo hacemos. La dignidad no es andar gritando por las calles que soy digno y merezco ser respetado. Dignidad es respetarme yo mismo y lograr que eso lo reflejen los demás.

No vendas tu dignidad, no supliques por ser degradado, respetarte, amarte y valorarte, son los elemento que te llevarán a ganarte la dignidad que tanta sangre le ha costado a nuestra sociedad.



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