martes, 16 de febrero de 2016

Superficial y pasajero

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Nunca he logrado definir porque nos volvemos superficiales, en que momento de nuestra vida dejamos de darle importancia a las cosas trascendentales como los amigos, la familia, los buenos momentos; el disfrutar las cosas simples como un partido en la cancha del barrio, correr bajo la lluvia, tomarse una gaseosa litro entre todos los que corrimos. 

Cuando convertimos el concepto de ser feliz en cosas complicadas, ropa de marca, autos presuntuosos, elementos exóticos y dejamos atrás las cosas que realmente valen la pena. Saber que no estas solo, que tienes personas con las cuales contar en los momentos difíciles. Que la próxima vez que te caigas habrá quien te tienda la mano.

Hay un minúsculo límite donde olvidamos lo trascendental y le damos importancia a lo superficial, a lo pasajero y dejamos atrás lo maravilloso de los pequeños detalles que tienen gran significado. Los que realmente marcarán nuestros recuerdos; esos que no están mediados por el dinero o los vienes, o por ridículos códigos que nos inventamos cuando "vamos madurando", para complicar las relaciones y llenar de superficialidad algo muy valioso, tanto que cuando eramos niños no permitíamos que una discusión nos distanciara, más allá de unos minutos.

Y es en este momento donde las relaciones han perdido su importancia, a lo superficial y pasajero le damos significados trascendentales e infinitos, y a lo realmente trascendental como el amor, la amistad y los momentos memorables, le damos un significado de pasajero. Nos llenamos de "motivos" cuando las personas no aceptan nuestras reglas de vida y nos imponemos porque nuestro estilo y nuestras cosas son valiosas y las de los demás no.

Preferimos lo pasajero, actuando en ocasiones como niños, pero a diferencia de ellos guardamos rencores "significativos" por motivos pasajeros, perdiendo lo valioso de la vida. Y hoy valoramos más lo material que lo inmaterial, las cosas, a los momentos y a las personas. 

Eso me hizo recordar la pregunta de un amigo, en vísperas de mi onomástico, y fue "¿qué quieres de regalo?"... Dándole vueltas supe lo que quería, disfrutar de una noche con mis amigos, con los que no tenga que ocultar lo que soy o vender una mascarada para ser aceptado, compartir con quienes me amen como soy y si nos vamos a algo material... un libro, que siempre recordaré que me lo dio un amigo en mi cumpleaños.

Dejemos atrás lo pasajero, no nos distraigamos con lo superficial. Lo importante, lo trascendental, lo realmente valioso es el amor, los amigos y los bellos momentos... esos que quedarán para siempre en tu corazón y en los momentos de aflicción te llenarán de felicidad...

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