viernes, 6 de enero de 2017

Y que de la crisis


Hace algunos días un amigo me preguntaba si era posible que un pueblo cambiara sus costumbres en un corto periodo de tiempo, al darse cuenta que su idiosincrasia lo estaba llevando por “terrenos escabrosos” y mi respuesta, como amante de la historia, fue que la realidad es que en la historia los pueblos no cambian, generalmente, sus costumbres, a no ser que se encuentren en un momento de crisis extrema.

En su momento puse varios ejemplos que soportan esta premisa, pero la pregunta que siguió fue verdaderamente obvia, “¿no existe una experiencia diferente?” y aunque inicialmente patiné un poco en la respuesta pude encontrar algunas experiencias diferentes.

Sin embargo, y después de una conversación con el ser más maravilloso del mundo, en la cual me expresaba que gracias a una crisis yo también había emprendido un cambio radical en mi vida… en medio de la discusión, aunque acepté que en su momento la mayor crisis de mi vida (y no me refiero a dinero, sino haber perdido al amor de mi vida y haber perdido a mi familia) me llevó a darme cuenta de cuantas cosas estaba haciendo mal.

Y a pesar de que en la historia de la humanidad y de los seres humanos son las crisis las que nos hacen ver los malos caminos que estamos emprendiendo; y aunque muchas veces nuestros cambios son superficiales cuando no son fruto de una crisis... esto no significa que debamos estar agradecidos con las crisis, ni que debamos dar gracias por las mismas.

Sí, efectivamente la crisis nos lleva a revaluarnos y darnos cuenta de que hay cosas en nuestra vida que debemos cambiar, eso nos hace inteligentes. Porque como diría una frase de un amigo al que aprecio mucho: “el necio no aprende de sus errores, el inteligente aprende de sus errores, pero el sabio aprende de los errores de los demás”.

Lo cierto es que disertando un poco sobre el asunto, a veces no cambiamos porque el entorno nos lleva a un estado de confort en el cual encontramos siempre una salida, pero la realidad es que sin llegar a la crisis total, si el entorno se encargara de mostrarnos que todo puede llegar a su final, no permitiríamos la llegada de la crisis.

Cierto, en mi caso lo perdí todo, todo lo que me llenaba de felicidad cada día, todo lo que realmente le daba sentido a mi vida, y esta crisis me llevó cambiar, a tomar un nuevo rumbo en mi vida… a tomar nuevas decisiones y a buscar ser un mejor ser humano… pero lo cierto es que no debió llegar a esto, quizá una conversación y un consejo oportuno me hubiera servido para darme cuenta de lo que iba a perder, pero en ese momento no hubo quien lo hiciera.

Hoy solo puedo pensar una cosa, la crisis me permitió cambiar, me dio la oportunidad de darme cuenta lo mal que estaba y el mal camino que estaba llevando, pero lo cierto es que no tengo nada que agradecerle. Perdí lo que realmente le daba significado a mi vida… y aunque he cambiado, hoy me doy cuenta que realmente me falto un buen consejo en esos momentos.

Sí, el cambio real a veces es fruto de una crisis total, pero lo cierto es que como seres racionales no debemos permitir que esto pase, debemos vivir evaluando el rumbo de nuestras decisiones y reflexionar sobre lo que estas nos pueden llevar a perder o a ganar.

Amigo lector, quizás estés pasando por una fuerte crisis o quizá no hayas llegado a ella, lo importante es que cada día evalúes si realmente eres la persona que realmente quieres ser, sin lastimar a nadie, o si estas por un camino que te va a generar más tristezas y amarguras que alegrías… no permitas que tengas que llegar a la crisis para cambiar.


No dejes que la crisis asome a tu ventana para cambiar, se como el sabio, aprende de los errores de los demás y serás mucho más feliz.

Fuente Imagen: http://www.tuhomeopatia.com/wp-content/uploads/2012/05/ataquepanico.jpg

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