miércoles, 30 de diciembre de 2015

El ocaso de un año...



El finalizar el año nos deja un sentimiento de melancolía por las cosas que pasaron, por las que no pasaron, las que se hicieron y las que se dejaron de hacer, pero sobre todo un sentimiento de frustración por los sueños no cumplidos durante el paso del año... Pues le damos más importancia a lo que se soñó y no se logró, que a aquellas cosas que pasaron y nos llenaron de felicidad.

Muchos empezamos a hacer el cierre evaluando como termino el año, si cerramos mejor o peor de lo que iniciamos, si logramos lo que queríamos, si cumplimos nuestras metas, si adelgazamos, si dejamos de fumar, si leímos, etc, etc... Y generalmente esto nos deja un sentimiento de impotencia porque el año está cerrando peor de lo que esperamos o quizá porque las metas no se cumplieron como queríamos... Y después de la frustración nace el más humano de los sentimientos, buscar culpables.

Generalmente al cierre empezamos a ver quienes fueron los posibles culpables de lo que no logramos, el primero siempre es el estado (es que el gobierno no tomo las decisiones para que pudiera ir al gym), luego nuestros parientes... No tuvimos el apoyo suficiente para lograr lo que queríamos... De ellos vienen nuestros amigos, esa partida de dejenerados que nos inclinaron a los vicios y la rumba y nos llevaron a no lograr lo que queríamos, obviamente entra nuestra pareja que fue más un lastre que un impulsor para lograr lo que queríamos...

Al final siempre llegamos a los últimos culpables del cuento, si somos creyentes, Dios nunca nos ayudó a lograr lo que nos propusimos (es más, se esforzó para que eso no pasara); por último, nosotros y entonces viene la auto flagelación, nos damos "rejo" casi literalmente y como diría el dicho nos sentamos a llorar sobre la leche derramada... "Si yo hubiera..." Y ahí recuerdo una frase de mi padre "Si mi abuelita hubiese tenido ruedas, hubiese sido bicicleta"... 

El cierre del año no es una oportunidad para darnos rejo o para buscar un culpable de lo que no se logró, es al igual que el ocaso de un día, es una oportunidad para mirar atrás, revisar que debo corregir, dar gracias por otro año terminado y pedir por el año que llega... Tomar un poco de aire, ponerme metas para el "día" que comienza, ser consciente de cuales hábitos debo cambiar... Darme cuenta que el año no me dejo frustraciones, sino que me dejó 365 enseñanzas, fueron días de compartir, de vivir, de aprender, de amar...

Y ahora tenemos enfrente un año que comienza, muchos dicen que son otros 365 días... Eso en realidad no lo sabemos, quizá sean menos... Por eso la principal meta que nos debemos poner es no desperdiciar cada amanecer, amar, vivir, reír... Expresar siempre lo que está en nuestro corazón , no dejar que la envidia o el odio obscurezca alguno de nuestros días... Que no llegue el ocaso sin haber aprendido algo... Que cada amanecer seamos una mejor persona que la del anterior... 

El ocaso de un año no debe ser un momento de tristezas, es un momento de esperanzas, de sueños, de oportunidades... De agradecimiento... Cuantas veces te has tomado la oportunidad de agradecer todos los que conoces por lo que te aportaron... Al ser supremo en el que creas... A la vida, al buki, a Dios...

Como diría la canción... "Oye, abre los ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas bellas que tiene la vida..."

Tienes un nuevo año que está llegando, con el ocaso de este que termina... Aprovéchalo!!!

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