lunes, 15 de mayo de 2017

¿El derecho ajeno?


Una de las costumbres que tengo cuando doy clases, es iniciar la jornada con el análisis de la proposición de algún personaje conocido, un escritor, un político o un científico, alguien que desde su percepción de la vida y el mundo pueda contribuir a que las personas pongamos en perspectiva nuestra vida y aprendamos de su experiencia.

Hace unos días, en esos juegos de azar, le tocó el turno a un político mexicano a quien le tengo mucha admiración, Benito Juárez. Una de sus frases célebres ha sido expresada como “Entre los hombres, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

Como me había esperado, mis estudiantes no hicieron mucho dialogo sobre esta profunda frase, aunque algunos de los pocos comentarios fueron acertados frente a la aplicación de este principio de vida. Sin embargo, durante el transcurso de la semana la frase siguió rondando mi cabeza, en especial al ver tantos conflictos tanto en mi bello macondo, como en algunos de nuestros países vecinos, por no irnos muy lejos.

Es evidente que algo muy profundo nos pasa como sociedad, el respeto por la vida, por la dignidad, por el buen trato se ha desvanecido completamente. En la calle es más fácil que una persona te empuje a que te de la mano. Los corazones de los hombres y de las naciones están ansiosos por la violencia y la agresividad.

Y ni que decir cuando expresas tus ideas o posturas frente a un determinado tema, sino está en línea con lo “Generalmente aceptado” o lo “políticamente correcto” eres un retrogrado, fascista, imperialista o ignorante… por no ahondar en otros apelativos un poco más agrestes.

Y entonces, disertando un poco sobre el tema, quería encontrar un detonante para que nuestra sociedad no pueda seguir un principio tan elemental y vivible como respetar el derecho ajeno, permitir la expresión del otro (al mejor estilo de Voltaire), ¿cuál es nuestra problemática social? ¿por qué es tan difícil lograr un buen espacio de convivencia?

Hubo, en ese espacio de ocio, una serie de ideas que flotaron sobre mi cabeza, desde la concepción de que nadie puede dar de lo que no tiene, hasta la mirada perversa de cada ser humano en relación con los demás… pero en esa etapa de disertación llegó la “epifanía” y es que simplemente no concebimos la existencia del otro.

El otro se ha desvanecido completamente en esta sociedad moderna, no existe, no tiene derecho a existir. El mundo se ha inmerso en un completo egocentrismo donde si el otro no actúa como yo, como yo deseo, como yo espero, como a mi me interesa… simplemente no tiene derechos.

Vamos haciendo las cosas como yo las considero, como a mi me interesan y los demás, que “se jodan los demás”. El otro solamente existe cuando cumple mis expectativas y mis sueños, cuando está a mi disposición, así yo nunca esté para la suya.

Estamos inmersos en un mundo donde la mayor interacción con el otro es a través de un dispositivo móvil, pero ya no sentimos compasión. El mundo se ha olvidado que hay otro, que tiene una historia, una experiencia, unos sueños, unas creencias y que por el simple hecho de existir, aunque no se comporte como yo espero, tiene derecho a ser.

Solo cuando volvamos a concebir la existencia del otro, cuando entendamos que a pesar de las diferencias es en mi interacción con el otro como yo puedo existir, ser, crecer y desarrollarme… solo hasta que comprendamos que los derechos del otro no dependen de que estén como yo deseo, solo hasta ese momento podremos vivir en una sociedad que aprenda a respetar el “derecho ajeno”…

Es imposible respetar el derecho ajeno, sino entiendo que existe otro, primero debo darle lugar al otro y entonces podré respetar sus derechos…

Así que mi querido amigo, recuerda que a pesar de que el otro piense diferente, sienta diferente, ame diferente, vea el mundo desde otra perspectiva, al igual que tú, merece un lugar en este mundo… y entonces, aceptarás que el otro puede expresar sus pensamientos, sus creencias, sus vivencias, sus sueños…


El yo no puede existir sin el otro.

Fuente imagen: http://hermandadblanca.org/wp-content/uploads/2016/10/hermandadblanca_org_la-paz-interior-.jpg

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