martes, 3 de octubre de 2017

Aferrado al viento


Una de las sagas juveniles más famosas de los últimos años es la de los juegos del hambre, en la película hay un pequeño diálogo entre el presidente de ese mundo apocalíptico y el encargado de los juegos del hambre en relación con la esperanza. En ese breve dialogo el presidente expresa como en ocasiones el mayor mecanismo de represión puede ser, en ocasiones, un hálito de esperanza.

Es interesante como este pérfido personaje, pues es uno de los líderes megalómanos más perversos de la ciencia ficción, presenta a uno de sus subalternos como la esperanza, en una pequeña medida, termina siendo perjudicial para quienes la ostentan, como ese elemento añorado por todos y el cual todos agradecemos a Pandora no haber dejado escapar, a veces puede ser más perjudicial que benévolo.

Recordando este dialogo y algunas vivencias personales, me puse a disertar ¿cuándo es que la esperanza termina siendo perjudicial? Y dando mucho giros y rebotes sobre mis propios paradigmas relacionados con la esperanza, su bondad y beneficio para nuestras vidas, que llegué a un elemento en el que definitivamente termina siendo solo otro mecanismo de autodestrucción.

Ese elemento es cuando nos aferramos a nada, cuando la fuente de nuestra esperanza es solo una ráfaga invisible de viento, de nada. Cuando al igual que los ciudadanos de esta novela de ciencia ficción piensan que realmente alguno sobrevive a los juegos, cuando en realidad están muriendo todos bajo el yugo de un gobierno injusto.

Es ahí, donde la esperanza nos lleva a aferrarnos a nada, a un imposible, a algo que jamás va a pasar, pero que extrañamente nuestra mente nos suplica que no dejemos de esperar, que no dejemos de soñar con ese imposible que no dejemos de esperarlo, que algún día pasara, que no avancemos, porque quizá justo en el instante en que decida cambiar de camino pasará lo que tanto he anhelado… es ahí donde la esperanza es totalmente dañina.

Es ahí donde hubiese sido preferible que Pandora la hubiera dejador irse, porque es ahí cuando la esperanza solo se convierte en un veneno que mata tu alma y tu existencia lentamente, cuando te obliga a aferrarte a nada, a una columna de humo que cuando se disipe solo te dejará tristezas y amarguras por haberte esperanzado con la ilusión de algo que definitivamente tu mente siempre supo que jamás iba a pasar.

La esperanza no siempre es maravillosa, menos cuando nos exige esperar sobre ilusiones y nos aferra a momentos que nunca volverán, en esos momentos es mejor perder la esperanza, arrancarnos la ilusión de lo que estamos anhelando y comenzar un nuevo camino. No es fácil, definitivamente no es fácil, es lo más complejo y duro de nuestra existencia.

Es arrancar de nuestra alma y de nuestro pensamiento ese sueño que por un instante fue la fuente de nuestra existencia y decir, no más! Es levantarse, dejar ese ideal en el pasado y comenzar el camino hacia nuevos ideales, construir nuevas esperanzas sobre hechos y no sobre ilusiones.

Aceptar simplemente que no todo es alcanzable, que no todo es posible, que definitivamente siempre habrá cosas que no vamos a lograr por más “pensamiento positivo”, que hay cosas que no importa cuánto nos “programemos”, nunca las vamos a conseguir. Que hay objetivos, sueños y metas que simplemente son imposibles, y que como diría mi abuelo “es más fácil hacer un hombre nuevo, que revivir un muerto”

Cuando aprendemos a aceptar que hay cosas que simplemente no están bajo nuestro control, por no decir que todas, que lo más importante en la vida no es la esperanza, sino la aceptación, aceptar lo que tenemos, aceptar nuestros errores, aceptar a los demás y aceptar lo que no podemos hacer, entonces es mucho más fácil vivir… se sufre menos, se vive más.


Así que en definitiva, hay esperanzas que es mejor matarlas, porque de lo contrario nos matarán lenta y dolorosamente, hasta que en nuestros corazones solo hayan amarguras y sueños del pasado.

Fuente imagen: https://2.bp.blogspot.com/-irUfKaVON3g/VDPWhXMQ-AI/AAAAAAAAMaI/3tEEo1K0ZLs/s1600/Hospital%2Bpsiquiatrico.jpg

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