viernes, 1 de septiembre de 2017

La de malas


Mi anciano padre (de cariño) tiene un dicho que siempre pronunciaba en esos momentos donde yo culpaba al devenir (a la fortuna) de mis problemas “la de malas y los pendejos, siempre van de la mano”, dicho en palabras un poco más coloquiales, la mala suerte es la excusa de los idiotas.

En aquellas épocas lo tomaba generalmente como una crítica sin sentido, hasta lo sentía como una burla de parte de mi progenitor, pues no podía creer realmente que aquellas cosas malas que pasaban fueran mi culpa. Tenía que existir algún elemento externo, una fuerza sobrenatural que estaba pendiente de que estaba haciendo yo, para ir a dañarme “el caminado” y afectar significativamente lo que estaba haciendo.

Sin embargo, y como todo en la vida, el pasar del tiempo me ha hecho ver un poco diferente las situaciones que han ocurrido en mi vida, cambiar mi consideración frente a la de malas, y evaluar un poco más las pendejadas que he ido cometiendo con el paso de los años… bueno ya lo dice el dicho “sabe más el diablo por viejo, que por diablo”. Y es que disertando sobre esta la realidad, en aquellos momentos de meditación, existencialismo y desocupe, empecé a caminar en retrospectiva sobre las crisis pasadas y presentes.

En cada momento de dificultad, que parecía llegar de forma fortuita en mi vida, que parecía resultado del azar o de las perversas intenciones de un malvado ser interesado en poner trabas y tristezas a mi miserable existencia… al verlo un poco en retrospectivas y con la mirada fría y calculadora de un observador y no del protagonista de esa historia, me di cuenta que cada fracaso, cada frustración, cada tristeza y dolor fue solo el resultado acumulado de muchas decisiones equivocadas, tomadas a la ligera y sin pensar.

Por poner unos pocos ejemplos, una de las grandes frustraciones de mi vida guarda relación con la imposibilidad de estudiar ingeniería electrónica en “la mejor, para los mejores” efectivamente mis posibilidades económicas no daban para más. Y en lugar de organizarme, estudiar y dedicarme, me confié de mi brillantez y no me esforcé más por estudiar y obtener un mejor puntaje en las pruebas de estado.

Mi resultado fue muy bueno, pero no suficiente, la vagancia no me dejó lograr algo más. Luego, al momento de presentarme, mi padre me aconsejó ingresar a otro programa y luego pedir traslado interno, pero mi astucia me dijo que entraba a esa o esa… y  el destino me dijo que no. Y así fueron pasando mis días con grandes errores. Cuando debí pensar en estudiar pensé en rumbear. Cuando ya estudiaba y podía pensar superarme aún más, solo pensaba en la vagancia.

Cuando debía ahorrar y administrar, solo pensé en malgastar y presumir, siempre fui tomando las decisiones inadecuadas. Cuando debí invertir, tiré. Cuando debía escuchar, hablé… Cada momento de mi vida, cada error, cada frustración estuvo siempre precedida de una decisión acelerada, a la ligera y pensando solo en el momento, sin pensar en el impacto.

En ese camino hubo muchos que me invitaron a centrarme, a pensar y calcular, pero mi brillantez solo me permitía escuchar los consejos de mi ego, encaminados a llevarme a fracasar. No puedo decir que todavía haya aprendido por completo mi lección, pero al menos ya encontré la fuente de mis descaches; ya tengo la certeza de que la fortuna, la de malas o el azar, son solo excusas que inventamos para quitarnos la responsabilidad.

Quizá pienses que estoy equivocado, que tu caso es diferente, que tú eres la víctima de un malvado ser del universo empecinado en hacerte llorar por las noches, amargamente junto a tu cama, pero puedo invitarte, al igual que con mi vida, que te siente a revisar cuales fueron las decisiones que te trajeron hasta donde estas y te aseguro que de la fortuna y el azar solo encontrarás aportes positivos, porque los negativos serán solo el resultado de tus decisiones.

Por eso, yo he decidido dejar mi dependencia de la suerte y empezar a labrarme, de la mano de mis decisiones y mi voluntad, un futuro más conforme, satisfactorio y gratificante. Dejar las excusas y temores, tomar conciencia y responsabilizarme de mi vida, aceptando que lo que pase o deje de pasar, solo será el resultado de lo que yo haya decidido construir para mí.


Ojala pienses lo mismo para ti.

Fuente imagen: http://www.elinformador.com.co/images/stories/sociales/2016/12-diciembre/13soc4.jpg

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