Hay momentos de nuestra vida donde como diría el poeta
“solo abrojos nuestra planta pisa” donde cada paso que damos parece llevarnos
cada vez más a un abismo del cual creemos no encontrar salida. Donde todo es
solo oscuridad y tristezas, pero la fuerza y la esperanza nos ayuda a
superarlos y salir de ellos.
Y otros momentos donde la vida nos sonríe, donde cada
paso que damos nos ayuda a crecer y superar las dificultades. Donde cada
decisión, cada acción son un camino al éxito que siempre hemos querido. Sin embargo,
por extraño que parezca, a veces en ese camino de rosas se oscurece nuestro
corazón.
Es sumamente extraño como caminando en ese camino
donde deberíamos sentirnos completos y triunfadores, sentimos un vacío
existencia, algo nos falta, nos sentimos todavía incompletos… es una insatisfacción
desoladora, queremos más y no sabemos que es lo que queremos. Y buscamos como
llenar ese vacío con lo que creemos que nos puede llenar.
Recurrimos a las pasiones, los vicios, los espacios
superficiales donde al estar rodeados obligatoriamente tenemos que sonreír,
donde obligatoriamente tenemos que mantener una careta de felicidad, pero por
dentro solo encontramos una vacuidad que jamás se logra satisfacer.
No importa que tengamos el éxito profesional o laboral
que deseamos, que incluso tengamos el dinero que nos sustente nuestras
necesidades y gustos, algo hace falta, algo no nos permite sonreír con
honestidad. Al mejor estilo de Garrick, nos pintamos una sonrisa pero en nuestro
interior solo hay una desolación abrumadora que no logramos sanar.
Buscamos la soledad, los espacios donde nos podamos sentar
aislados para alimentar esa desolación con nuestro constante pensamiento, y
nada, absolutamente nada nos llena de felicidad. Y las pasiones que usamos como
placebo, para superarla, solo logran incrementar más ese vacío existencia.
Pero ese no es el camino, entre más nos llenemos de
superficialidades y placebos, solo estamos empeorando la situación. Es entonces
donde en lugar de pensar en las ausencias y carencias, debemos voltear la mirada
a todo lo maravilloso que nos rodea. A todas las bendiciones que la vida nos
está otorgando.
La solución es cambiar nuestra actitud infantil de exigir
y empezar a agradecer, agradecer a Dios, a la vida, al universo… a quienes nos
aman, a quienes nos acompañan para darnos su amor, por caminar sobre este mundo
tomados de la mano. Dejar de pensar en la vacuidad y pensar en todo lo que
tenemos, en todo lo que esta a nuestro alrededor, no dar el espacio a que en
ese camino de distracción perdamos eso que teníamos por pensar en lo que no tenemos.
Como solía decir el gran Facundo Cabral, no estas deprimido,
estas distraído, distraído de la vida que te rodea, de la naturaleza, del amor,
de las personas que te aman… de las cosas maravillosas y estás prestando
atención a un vacío inexplicable, porque es solo eso, un espacio que será
llenado cuando dejes de mirarlo y te concentres en lo mucho que tienes.
Solo entonces te darás cuenta de que ese gran cráter en
tu existencia emocional se cerrará con la llenura de tu gratitud.
Por lo menos así lo veo yo.