Una
de las canciones que más me mueve en esos días de oscuridad es cantares de Joan
Manuel Serrat, en ella se expresa con la voz de un poeta, que no hay camino, no
hay ruta… se hace camino al andar, dejando atrás la senda que no se ha de
volver a pisar.
Y
en estos momentos donde el amanecer empieza a asomar, donde hay que emprender
las rutas o caminos por seguir en este año que tan solo tiene unas horas de
vida, es el momento de empezar a construir camino. Este es el momento de
empezar a definir la senda sobre la que queremos caminar en los días que nos
depara el porvenir.
Es
el momento de construir los hábitos que queremos que nos identifiquen, de moldear
nuestra carácter, de elegir los compañeros de camino y también de decir adiós a
las acciones que ya no queremos repetir. Suena fácil, pero nada más complejo
que dejar un habito destructivo o adquirir uno nuevo.
Todo
esto requiere disciplina y la disciplina requiere doblegar nuestro ego,
obligarnos a nosotros mismos a cambiar, es construir una senda donde no la hay,
es abrir una trocha en un monte donde tienes que ir con el machete cortando
ramas, pisando fuerte sobre el suelo para no resbalar y sobre todo con la
mirada fija en el destino que queremos alcanzar.
Habrá
raspones, habrá caídas, habrá lágrimas y muchos momentos de desconsuelo al sentir
que no podemos avanzar, que no queremos… que es mejor continuar por la senda de
lo conocido, retroceder en el camino y volver sobre los pasos caminados, en las
zonas tranquilas de la seguridad y lo que conocemos… en esos espacios de
confort.
Pero
si queremos crecer, si queremos dejar huella la vida de quienes están a nuestro
lado, si queremos ser algo más que una hoja al viento que va y viene sin rumbo
definido, si realmente queremos pasar por esta vida ¡Viviéndola! Entonces tenemos
que abrir nuevos caminos… tenemos que adquirir nuevos hábitos, cambiar, crecer,
doblegar nuestro carácter para moldearlo en línea con lo queremos.
Solo
entonces, abriendo esos nuevos caminos y siguiendo por esta senda que vamos
construyendo es que nos daremos cuenta de lo que somos capaces, de la luz que
podemos dar, de los comportamientos que podemos cambiar y del amor que podemos
brindar.
No
es fácil, pero nada que realmente valga la pena lo ha sido jamás… todo lo que
realmente nos llena de satisfacción, algunas vez requirió de un sacrificio, de
una entrega, de una lucha, de un aprendizaje.
Bueno,
por lo menos, así lo veo yo.
Fuente imagen: https://huellasenelcamino.wordpress.com/2011/10/20/haciendo-caminos/
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