Viendo
muchos deseos de año nuevo es lindo ver a través de redes sociales como muchas
personas quieren que este año aparezca el amor, muchos viajes, un nuevo trabajo
y mucho dinero. Aunque puedo decirlo que en muchos aspectos me siento en la
misma línea, reflexionando y disertando sobre lo que quiero en este nuevo año me
inclinado por lo que podría parecer más fácil, pero que el fondo, realmente
complejo: tranquilidad.
Cierto,
ese concepto tan mágico y maravilloso como es el amor, es lo que muchos buscan.
Esa magia que te enceguece la razón, te acelera el corazón y te entrecorta la
respiración. Esa sensación irracional que te hace sentir que ese otro es el
todo, que el universo entero gira en relación con esa persona. Es magnifica emoción
que te hace creer que es para toda la vida, que esa persona será quien llene de
magia tu vida… por el resto de tus días…
Y
a menos que tu expectativa de vida sean unos cuantos meses, esa emoción poco a
poco irá desapareciendo, en muchos casos transformada por una magnifica
dependencia irracional y hasta masoquista a un ser que primero te ofreció
llenar tu vida de arte y cuadros, y a la final lo que te hizo fue la vida de
cuadritos. Pero como es “amor” tu te sigues aguantando y soportando y llorando
y otros tanto procesos más, resistiendo porque es amor verdadero.
Hasta
que la magia vuelve a empezar, generalmente después de una largo periodo de
despecho y alcohol y lágrimas. Y entonces se reinician las mariposas, las palabras
bonitas, la respiración entrecortada, el corazón acelerado y la mente cegada.
Pero eso solo se convierte en un circulo vicioso de dolor, lagrimas, risas y
amarguras, que parece no tener nunca fin.
Hasta
que logras entender que lo que realmente quieres no es adrenalina en tus venas sino
serotonina (felicidad) y progesterona (tranquilidad), que nada como poder
dormir tranquilo, poder disfrutar un helado y una buena conversación. Incluso
una buena película al lado de alguien que quizá no te entrecorta la respiración
o quizás no te acelera el corazón, pero que sabes que esparce en todo tu cuerpo
tranquilidad, esa que te hace sentir en armonía con el universo. Esa que puede
compararse a ver un atardecer, con una copa de vino y un buen jazz en el fondo.
Esa
que te enseña lo que es la vida, para que estas aquí, que no necesitas mucho,
que la adicción a las emociones fuertes es adictiva y destructiva y que te
estas disfrutando la vida con las cosas hermosas, con los elementos lindos, que
no es necesario correr, que es mejor caminar. Que no es necesario volar, cuando
puedes simplemente flotar.
Y
entonces me di cuenta, después de tantos afanes de mi vida, de tantos
correcorre y aceleres, de tantas emociones fuertes y salidas de la realidad,
que lo que yo realmente quería era eso, tranquilidad, felicidad… el placer de
disfrutar cada segundo, cada minuto, respirando profundo, sintiendo todo lo que
pasa a mi alrededor, sin tener que correr.
Y
comprendí que eso es lo que quiero a mi lado, alguien para conocer, para
disfrutar, no para correr… simplemente alguien que invada mi vida con
tranquilidad, con felicidad, con seguridad. Que al ver su mirada y estrechar su
mano tenga la certeza de que podemos caminar tranquilos, que anhele como yo,
llegar al climax de la tranquilidad y disfrutar cada segundo la brisa, el
atardecer y la música.
Yo
ando en búsqueda de eso, de tranquilidad y de alguien para compartirla ya
vivirla… hay muchas cosas que puedes buscar, muchas emociones que puedes
encontrar… pero te aseguro que nada, absolutamente nada puede superar la
sensación de estar libre y tranquilo.
Bueno,
por lo menos así lo veo yo.
Fuente imagen: https://edukame.com/emociones/tranquilidad
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