Hace algunos años, hablando con mí “anciano padre” me hizo referencia de un
libro que alguna vez había leído, titulado como este post: 33 años Cristo, 2000
años Judas. Donde la principal reflexión es que los supuestos seguidores de
Cristo, en sus comportamientos y actitudes parecían más seguidores del más
famoso de los traidores, que del humilde carpintero de galilea.
Y es que en este referente, y sin
pretender colocar ningún matiz religioso, pues es algo que evidentemente he
querido evitar en todas mis publicaciones, mi disertación al lado del camino,
estará centrada más que en lo religioso en las actitudes de las personas, más
cuando estamos a unos pocos días de conmemorar el nacimiento de este personaje
que cambio la historia de la humanidad.
Durante muchos años nos encontramos
como en nombre de este humilde personaje se han realizado guerras, se han
justificado genocidios y atrocidades, basta con dar una pequeña mirada a la
historia de la edad media o voltear un poco la mirada hacia el medio oriente, o
hacia nuestros vecinos del Norte, para ver cómo el mundo se llena los labios de
luchar en pro de la fe del carpintero, pero la realidad es que sus actos
muestran todo lo contrario.
Pero no nos vayamos tan universales,
si nos vamos a nuestras pequeñas realidades encontramos como quienes son “más cristianos” se sienten con el
derecho de juzgar los comportamientos de los que los rodean, se creen jueces
del mundo solo por expresar que tienen una fe. Van por la vida condenando a
todos los que están a su alrededor y sobre todo menospreciando las vidas de los
demás, generando un rechazo generalizado.
Y evidentemente al mejor estilo del “guerrillero traidor” (entiéndase Judas),
cada vez que pueden venden la fe por 30 monedas de plata, aunque hoy es por
billetes y si son de los verdes mejor… porque la fe no importa, importa el
dinero, volvimos de forma interesante a la compra de indulgencias que en su
momento fue tan criticada por Martín Lutero…
Lo más triste es que estas acciones
y actitudes llevan a que las personas rechacen las excelentes enseñanzas de
este personaje que nacería en un humilde pesebre… y es que más allá de lo
religioso o fanático, este humilde personaje del medio oriente, quien podría
ser considerado “un joven rebelde” se
fue en contra de los postulados religioso de su momento, los cuales segregaban
la sociedad.
Este “rebelde con causa” promovía el amor al prójimo sin más medida que
el amor propio, nunca hizo distinción de personas, sin importar lo que
hicieran, el dinero nunca fue algo que lo moviera y por el contrario enseñaba
que había que darlo todo, no solo por Dios, sino por los demás… y por encima de
todo, buscó enseñarnos que ninguno tiene la capacidad, ni la autoridad para
juzgar a los demás en su comportamientos o vivencias.
Su principal enseñanza fue que amar
a los demás era el centro para lograr una verdadera convivencia entre las
personas, que teníamos que aprender que el otro, es fundamental en nuestra
existencia y que la verdadera forma de expresar el amor al ser supremo, era
expresar amor al que tengo enfrente y puedo ver… que la violencia no era el
camino a absolutamente nada y que antes de criticar a los demás, debía ver mi
vida y ponerla en orden, lo cual no lo lograría hasta la muerte.
Si por un momento, si tan solo por
un instante todos siguiéramos estas útiles enseñanzas de vida, estoy
completamente seguro de que el mundo sería realmente un maravilloso lugar para
vivir, si en lugar de pensar que yo soy el bueno y los demás dignos de las “llamas del infierno” y nos diéramos cuenta
que el verdadero camino a la felicidad es el amor… no habría que esperar un paraíso o un nirvana… lo estaríamos viviendo aquí en la tierra.
Por eso, pienso que en estas fechas
donde recordamos su nacimiento, deberíamos, por encima de todo, recordar sus
enseñanzas, esas no tienen tinte político, religioso y mucho menos doctrinal…
son solo unas enseñanzas de cómo hacer un mundo mejor.
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