Hace algunos años una persona muy especial me enseño
que las cosas que se piensan y no se dicen “generan
cáncer”, que siempre debíamos expresar lo que sentíamos, que guardar eso
nos iba destruyendo poco a poco por dentro, hasta que ya no pudiéramos más,
casi como dice una imagen por las redes “No
es lo que decimos lo que nos mata, es lo que no expresamos lo que nos destruye”.
Lo triste es que muchas veces nos guardamos nuestros
pensamientos, creemos que las personas deben suponer lo que sentimos, que lo
que nos molesta es evidente para los demás, en muchos casos llegamos a
conjeturar y a suponer que “si el otro
nos conoce, debe saberlo” y vamos por la vida guardando y almacenando todo
lo que sentimos y pensamos.
Nos vamos por la vida haciendo las cosas que no nos
gusta, por el simple hecho de guardar en el corazón todo lo que nos hace daño,
para no ir a lastimar a los demás o porque los demás deberían saberlo… y olvidamos que simplemente los demás son
diferentes, no saben lo que sentimos, no sienten como nosotros, es más, aunque
parezca increíble, no piensan como nosotros.
Y poco a poco, todo eso que callamos, todo eso que
guardamos va envenenando el corazón, nos va destruyendo paso a paso, como si estuviéramos
tomando un veneno en dosis muy pequeñas y sin darnos cuenta nos va destruyendo,
primero mata nuestras sonrisas, luego mata nuestras esperanzas y por último
mata nuestro deseo de continuar.
Vamos sintiendo que el mundo no está hecho para
nosotros, nos aislamos sentimentalmente y creemos que estamos hechos para
sufrir, que esta injusta vida nos trajo al mundo solo para derramar lágrimas…
lagrimas que no siempre son visibles, que a veces son internas para que el
mundo no nos vea llorar, pero nuestro corazón siempre está así… melancólico y
desesperanzado.
Creemos que le hacemos un bien a los demás al no decir
lo que sentimos, al no expresar lo que nos molesta, a seguir aguantando las
tristezas de la vida sin hacer nada, simplemente sufriendo y llorando por
dentro… perdemos amores y personas valiosas porque nos llenamos de sentimientos
sin expresar y dolores sin mostrar.. Hasta que todo revienta.
Pero nunca es tarde para cambiar, nunca es tarde para
renacer, para expresar lo que sentimos, para que ese cáncer no nos mate por
dentro… Siempre que estemos vivos tenemos la posibilidad de renacer como el fénix
de nuestras cenizas y soltar, decir, gritar, llorar… pero no guardar.
La vida no nos trajo a guardar nuestros sentimientos,
no nos trajo a guardar lo que nos molesta, no nos trajo a aguantarnos lo que no
nos gusta… nos trajo a vivir, a expresarnos, a sentir… a decir… nos trajo a ser
felices.
Y aunque alguien nos pueda decir que la felicidad son
momentos, no, la felicidad es un camino, un camino donde vivimos fuerte e
intensamente, donde no hagamos las cosas por “compromiso” donde hagamos lo que hagamos sea por amor, sea porque
queremos, porque nos nace hacerlo.
Vive, no lo dejes para mañana ¡hoy es el día!, expresa,
di, deja de hacer lo que no te gusta, libérate de lo que te hace cautivo, vive
la vida intensamente, no almacenes sentimientos ni dolores, guarda recuerdos,
sonrisas… guarda en tu corazón lo que te hace grande…
Y sobre todo, recuerda que la única persona de la que
realmente eres responsable eres tú mismo y cuando realmente vivas, podrás
ayudar a otros a vivir.
Fuente imagen: http://fmdelpuebloazul.com.ar/fm/wp-content/uploads/2015/05/SILENCIO.jpg
No hay comentarios.:
Publicar un comentario