Uno de los mayores anhelos de los seres humanos está
relacionado con la abundancia, lograr una vida sin escases, sin necesidades
económicas está generalmente asociado el éxito y la felicidad, alcanzar, de
cualquier forma, ese estando en el que no tengamos escases materiales es
considerado el mayor nivel de desarrollo. Y aunque siempre he considerado que
la felicidad y el éxito no están medidos solamente por la presencia del factor
monetario o la riqueza económica, tampoco se puede negar que alcanzar una buena
calidad de vida, siempre está amarrado en una u otra medida, a que nuestras
vidas no vuelvan a pasar por los caminos de la escasez y la necesidad.
Y dándole vueltas al tema y disertando de porque muchas
veces no logramos avanzar y salir de los procesos de miseria en los que a veces
parecemos estar enfrascados, no solo como personas, sino en general como
sociedad latinoamericana, lo que es demasiado extraño al ser una sociedad
altamente rica en recursos naturales, además de serlo en las capacidades personales,
nos deja entonces con la inquietud de conocer cuáles son las motivaciones o
factores que influyen para que no solo como individuos, sino como sociedad,
mantengamos constantemente en estados de miseria y escasez.
Fue entonces donde, pensando en cuales son los
comportamientos más comunes que nos identifican como personas y como sociedad,
donde llegue a la conclusión de que, en ambos casos, tenemos tres
comportamientos que se han convertido en pilares, en regentes de nuestra vida y
que son los que nos han llevado a mantener una vida donde la ausencia de
abundancia es persistente y muchas veces son cortos los periodos de tiempo
donde estamos en comodidad y luego volvemos a los largos lapsos de vivir con el
cinturón apretado y el bolsillo corto.
El primero de estos comportamientos es el resentimiento, ni
como personas, ni como sociedad logramos dejar el pasado donde debe estar, en
el olvido; sino que constantemente estamos trayendo el pasado al presente para
llenarnos de rencor y de odio, especialmente si a través de este podemos culpar
a otra persona de nuestra lamentable, precaria y patética situación. Guardamos
en el corazón como si fuera el más preciados de los tesoros, el resentimiento
hacia otros que nos hicieron daño, pero nunca, ni por casualidad somos capaces
de dejar eso en el olvido y continuar. Por ejemplo, ya son más de 400 años del
descubrimiento de américa y todavía consideramos que el oro que nos robaron los
españoles nos ha dejado en la miseria, 4 siglos y seguimos sin poder superar un
robo.
El segundo, va muy ligado al primero y es la constante
búsqueda de un culpable, nosotros nunca fuimos los responsables, nosotros nunca
hemos sido los causantes de nada, solos somos las víctimas; ya sea de la
sociedad, de nuestros padres, de nuestras parejas y hasta de nuestros hijos,
pero nunca hemos tomado la responsabilidad de aceptar el papel protagónico que
tenemos en lo que logremos o no como personas. Al mejor estilo de Adán en el
paraíso, nuestra respuesta ante cualquier situación adversa y la pregunta de lo
que nos pasa mal, se asemeja a la respuesta del primer hombre sobre la tierra
“la mujer que tú me diste” y es que al igual que este irresponsable, nosotros
nunca somos capaces de asumir la responsabilidad sobre nuestros actos y sobre
sus consecuencias.
Por último y ligado directamente a los dos pilares
anteriores tenemos la constante búsqueda de un mesías, lo cual va de la mano
con no tomar nunca responsabilidad frente a nuestra realidad y nuestras
decisiones, siempre estamos a la espera de que alguien, nuestra pareja, un
amigo o el político de turno tome las decisiones necesarias para que yo deje de
estar como paloma, cada dos pasos, y como si fuese fruto de un hechizo, nuestra
vida tome el rumbo que nosotros siempre hemos querido, pero nunca hemos tenido
la capacidad de conducirlo.
En otras palabras, el tomar las riendas de nuestras vidas,
aprender a perdonar y asumir la responsabilidad tanto de nuestros actos y
decisiones, como de sus consecuencias, en un trasfondo profundo y metódico pueden
no representar el secreto absoluto para tener una vida llena de abundancia y
comodidades, pero lo que sí es definitivamente claro, es que la ausencia de
estas características son la base fundamental para mantener una vida llena de
altibajos, necesidades y penurias. Por lo menos así lo he vivido yo.
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