Hace algunos días un amigo me
preguntaba si era posible que un pueblo cambiara sus costumbres en un corto
periodo de tiempo, al darse cuenta que su idiosincrasia lo estaba llevando por “terrenos escabrosos” y mi respuesta,
como amante de la historia, fue que la realidad es que en la historia los
pueblos no cambian, generalmente, sus costumbres, a no ser que se encuentren en
un momento de crisis extrema.
En su momento puse varios ejemplos
que soportan esta premisa, pero la pregunta que siguió fue verdaderamente
obvia, “¿no existe una experiencia
diferente?” y aunque inicialmente patiné
un poco en la respuesta pude encontrar algunas experiencias diferentes.
Sin embargo, y después de una
conversación con el ser más maravilloso del mundo, en la cual me expresaba que
gracias a una crisis yo también había emprendido un cambio radical en mi vida…
en medio de la discusión, aunque acepté que en su momento la mayor crisis de mi
vida (y no me refiero a dinero, sino haber perdido al amor de mi vida y haber
perdido a mi familia) me llevó a darme cuenta de cuantas cosas estaba haciendo
mal.
Y a pesar de que en la historia de
la humanidad y de los seres humanos son las crisis las que nos hacen ver los
malos caminos que estamos emprendiendo; y aunque muchas veces nuestros cambios
son superficiales cuando no son fruto de una crisis... esto no significa que
debamos estar agradecidos con las crisis, ni que debamos dar gracias por las
mismas.
Sí, efectivamente la crisis nos
lleva a revaluarnos y darnos cuenta de que hay cosas en nuestra vida que
debemos cambiar, eso nos hace inteligentes. Porque como diría una frase de un
amigo al que aprecio mucho: “el necio no
aprende de sus errores, el inteligente aprende de sus errores, pero el sabio
aprende de los errores de los demás”.
Lo cierto es que disertando un poco
sobre el asunto, a veces no cambiamos porque el entorno nos lleva a un estado
de confort en el cual encontramos siempre una salida, pero la realidad es que
sin llegar a la crisis total, si el entorno se encargara de mostrarnos que todo
puede llegar a su final, no permitiríamos la llegada de la crisis.
Cierto, en mi caso lo perdí todo,
todo lo que me llenaba de felicidad cada día, todo lo que realmente le daba
sentido a mi vida, y esta crisis me llevó cambiar, a tomar un nuevo rumbo en mi
vida… a tomar nuevas decisiones y a buscar ser un mejor ser humano… pero lo
cierto es que no debió llegar a esto, quizá una conversación y un consejo
oportuno me hubiera servido para darme cuenta de lo que iba a perder, pero en
ese momento no hubo quien lo hiciera.
Hoy solo puedo pensar una cosa, la
crisis me permitió cambiar, me dio la oportunidad de darme cuenta lo mal que
estaba y el mal camino que estaba llevando, pero lo cierto es que no tengo nada
que agradecerle. Perdí lo que realmente le daba significado a mi vida… y aunque
he cambiado, hoy me doy cuenta que realmente me falto un buen consejo en esos
momentos.
Sí, el cambio real a veces es fruto
de una crisis total, pero lo cierto es que como seres racionales no debemos
permitir que esto pase, debemos vivir evaluando el rumbo de nuestras decisiones
y reflexionar sobre lo que estas nos pueden llevar a perder o a ganar.
Amigo lector, quizás estés pasando
por una fuerte crisis o quizá no hayas llegado a ella, lo importante es que
cada día evalúes si realmente eres la persona que realmente quieres ser, sin
lastimar a nadie, o si estas por un camino que te va a generar más tristezas y
amarguras que alegrías… no permitas que tengas que llegar a la crisis para
cambiar.
No dejes que la crisis asome a tu
ventana para cambiar, se como el sabio, aprende de los errores de los demás y
serás mucho más feliz.
Fuente Imagen: http://www.tuhomeopatia.com/wp-content/uploads/2012/05/ataquepanico.jpg
No hay comentarios.:
Publicar un comentario