Nunca he sido muy amante de tener
mascotas, de niño realmente tuve unas pocas, alguna vez un perro, otra un
conejo o un pollo; pero las que más repitieron fueron los hamsters. Eso si
nunca tuve un ave enjaulada, pero una tía sí. En ese entonces la pilatuna (broma infantil) más
entretenida era dejar escapar alguno de sus pajaritos… eso me costó muchos correazos.
Recuerdo mucho lo entretenido que
podía ser ver al pajarito emprender el vuelo hacia el infinito, pero del otro
lado estaba la actitud triste (y obviamente malhumorada) de mi tía al ver sus
pajaritos volar libremente fuera de su “protección”.
Los sermones o cantaletas siempre empezaban con argumentos de lo peligroso que
era para esa pobre ave enfrentar el mundo, lejos del refugio “carcelario” que se le había construido
para su FELICIDAD.
De niño siempre pensé que era
ilógico querer retener algo por la fuerza, considerando que mis intenciones
eran benévolas; que pensar que el otro ser no sea consciente de que lejos de mi protección,
solo le espera sufrimiento o que sus ansías de volar son totalmente locas y debe quedarse conmigo, aunque no quiera; es la idea más tonta que una persona pueda tener.
Sin embargo, como todo niño, llegó
el momento de crecer... y durante mi proceso de maduración empecé a generar este
sentimiento de sobre protección hacia muchas personas (No sé si evolucione o involucioné),
quizá no con pájaros, pero si con personas, nacieron en mi estos sentimientos de
querer obligar a otros a quedarse conmigo, a manipular a otros sentimental o
económicamente a estar a mi lado “porque
era lo mejor para ellos”.
Durante muchos años… que muchos
años, hasta hace muy poco he tratado de manipular a los que amo para que se
mantenga a mi lado donde pueden ser felices, sin darme cuenta que, al igual
que el pájaro, la jaula puede ser de oro pero retener a alguien contra su voluntad, solo lleva a
que su deseo de volar sea cada vez mayor y con más fuerza.
Esto me permitió darme cuenta que amar, no significa ser amado, no significa esperar nada cambio y mucho menos coartar o
manipular al otro para estar a mi lado. Amar es saber que debes abrir la jaula,
dejar ir, que el verdadero amor no espera que el ave se quede a tu lado para
cantarte cada mañana. Amar significa sonreír pensando que ese hermoso pájaro está
cantando libre desde alguna rama.
Duele, va en contra de toda razón,
siempre estamos pensando que amar es tener, retener, aferrar; pero no, amar
significa liberar, soltar, dejar ir. Entender que el otro tiene que buscar su
felicidad. Que el otro tiene que crecer y que quizá ese crecimiento no sea a tu
lado. Que esa persona estuvo contigo hasta que sintió que tú eras su felicidad.
Pero que si decidió seguir su camino, es porque está en búsqueda de su
felicidad.
En ese momento, si realmente lo
amas, solo vas a querer que esa persona sea feliz. Que sus mejillas no vuelvan
a mojarse de lágrimas de tristeza, que sus noches no se vuelvan a llenar de
insomnios y que todas sus mañanas sean felices.
Esto no significa dejar de amar,
esto no significa olvidar; solamente significa que has aprendido a amar como un
niño, consciente de que puedes amar sin poseer, que puedes amar sin retener…
amar solamente por lo que es la otra persona… amar, con pureza.
Dejar ir duele, duele en el alma... porque
nos confronta con nuestro egoísmo, pero no hay mayor expresión real de amor que aprender a ansiar la libertar y la felicidad de quien amamos.
No fuerces las cosas, no manipules
para que otro esté a tu lado, aprende a dar sin esperar nada a cambio, aprende
a amar, sin ser amado… “no vayas detrás de
la mariposa, organiza tu jardín y la que ha de ser para ti, llegará a el”
(Mario Benedetti)
Fuente imagen: http://comotenersuerte.com/wp-content/uploads/2014/11/LetGo-1024x765.jpg
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