Toda la vida me he considerado una
persona “más o menos” valiente,
siempre he sido de los que se le mide a cualquier reto que le propongan y desde
niño, ni la obscuridad me ha detenido para reír, caminar o disfrutar, por el
contrario, parecía disfrutar de la obscuridad. Aunque no voy a presumir mucho,
hubo mis momentos de susto.
Mi infancia la viví al lado de, los que considero, los personajes más terroríficos del séptimo arte: Freddy Krueger,
Jason Voorhees y Michael Mayers. Siempre he pensado que Dracula, el hombre
lobo y monstruo de Frankenstein “Comen
chitos” al lado de los tres primeros, porque a diferencia de los otros, los
primeros son inmortales, nada los puede destruir y son capaces de atacarte
hasta en lo más íntimo de tus sueños.
Obviamente el “séptimo arte” siempre busca la mejor forma de asustarte y que no
puedas dormir sin tener la luz prendida o sin que ninguna de las partes de tu
cuerpo salga de la sábana. Hoy por ejemplo encontramos algunos como Anabell
o Samara Morgan, quienes te vienen a sembrar el terror hasta en lo más profundo
de tus entrañas.
Sin embargo, a pesar de todos estos
grandes personajes e historias de terror, lo único en mi vida que logra erizarme
hasta lo más profundo de mis entrañas, lo único que realmente me hace temblar
de miedo y llorar desconsoladamente, es “la
aterradora SOLEDAD!”… y no me refiero a estar solo, comer o ir a un espectáculo solo, ni siquiera a sentarme en un bar a tomarme una cerveza (Ya van a
decir que soy alcohólico).
No, mi temor va muchos más allá, es
el miedo a pensar que no le importo a nadie, a pensar que voy a llegar a la
habitación donde duermo y estaré solo, que no tendré a quien abrazar, a quien
besar, que no tendré a quien amar y mucho menos alguien que me pueda amar, no
tener con quien desear despertar y no solo dormir.
Y en muchos momentos de mi vida esta incontrolable fobia, a este terrorífico personaje (La soledad), me hizo rodearme de
personas destructivas, personas que me generaban más tensión y estrés que
tranquilidad, pero prefería aguantarme ese tinto recalentado o los cuernos de
una niña indefinida o las excentricidades de una dama de cuatro décadas, que
tener que enfrentar mi mayor miedo.
Pero llegó el momento, donde al ver
la situación de vida de alguien muy cercano a mí, que en el afán de huir del
dolor y la soledad se acompañó de un personaje, al cual nunca había
vislumbrado como pareja, que recordé aquel viejo dicho de los abuelos “Más vale solo, que mal acompañado”.
Y entonces empecé a recordar como en
muchas ocasiones, por el afán de no estar solo, me rodee de personas que
terminaron siendo más perjudiciales que benéficas para mi vida, tanto “amigos” (Entre comillas, porque nunca
lo fueron), como parejas y entendí que la sabiduría de los ancianos es el
resultado de muchas experiencias de vida.
Cuantas veces por miedo a la soledad
terminamos destruidos, derrotados, traicionados, perdidos. Cuantas veces en ese
afán de estar rodeados y “acompañados”
terminamos perdidos, dejando ser quienes realmente somos, ocultando nuestros
sueños y deseos, mintiendo y engañando solo por mantener en nuestras vidas
personas que realmente no queremos.
Y fue entonces donde tuve que
enfrentar este aterrador miedo y descubrí algo aún más importante, no era a
estar solo a lo que le tenía miedo, era a estar solo conmigo mismo, era miedo a
conocerme en realidad, porque cuando estaba rodeado de personas no era yo quien
estaba ahí, era la persona que ellos querían ver en mi la que estaba.
Estar solo me ha llevado a
conocerme, a saber quién soy, a no tener miedo a ser aceptado o rechazado,
simplemente a aceptarme yo. Es duro, sobre todo llegar a una habitación de un
apartamento solitario y pensar en la mujer amada en otra cama, pero mientras
que la vida así lo estime seguiré compartiendo este camino con el ser humano
más interesante que la vida me ha permitido conocer… YO
Te invito a que no tengas miedo a la
soledad, que no temas conocerte, a veces la vida nos invita a recorrer algunas
distancias solos para que aprendamos a apreciar algunas cosas que estando
acompañados no tendríamos la posibilidad de ver… es como salir a caminar en
medio de la naturaleza, si vas solo tendrás más posibilidad de disfrutar de la
belleza que te rodea, que si vas acompañado… esa persona llegará o volverá a tu
vida cuando sea el momento indicado.
Recuerda, la única forma de superar
los miedos, es enfrentándolos… vale la pena.
Fuente imagen: http://www.sanar.org/files/sanar/la-soledad-puede-afectar-la-salud.jpg
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