Voy
a cambiar un poco mi acostumbrado estilo de escritura en este post, en respuesta
con los cientos de posiciones que he visto en las redes sociales esta temporada
electoral. En estas elecciones se está retomando un discurso altamente
destructivo: la lucha de clases. Es por esto que me puse a disertar un poco sobre
el tema desde MI realidad. No voy a hablar, ni a juzgar los casos extremos que
siempre los habrá.
Después
de hacer una breve revisión a todas las decisiones de mi vida, los caminos
recorridos y las experiencias vividas, me di cuenta que yo no tengo dinero (porque
rico sí que estoy) por culpa de las oligarquías, los millonarios y los
empresarios. Por eso yo no tengo casa, no tengo carro y mucho menos dinero. PORQUE
TODOS, incluido este estado ladrón, son responsables de que yo no tenga un
peso.
No
es mi culpa, no. Nada tiene que ver el hecho de que, en lugar de ser más dedicado
en mis estudios secundarios para alcanzar una mejor calificación en los
exámenes de estado, me dedicarme a la recocha y la vagancia. Tampoco el que,
teniendo la posibilidad de ingresar, no escuché el consejo de mis padres y
luego me gustara más tener plata que estudiar.
Tampoco
tiene relación el que trabajando y ganando dinero me dedicara a la rumba, a
salir cada fin de semana con mis amigos y endeudarme para tener con que rumbear.
Tampoco es haberme retirado de la U por estar de “culi pronto” detrás de una mujer
mayor. Y menos el endeudarme para que ella tuviera su casa.
Tampoco
el demorarme 4 años en mejorar mi nivel profesional y mejorar mis ingresos. Desde
luego, el que hubiera DECIDIDO pagar las deudas de una novia que tuve y continuar
con mi vida de bohemio, junto a ella, dedicado de lunes a sábado, en tertulias
de Martini, tampoco tiene algo que ver.
¡No!
La culpa es de los empresarios, del estado que nos tiene pobres, no de mis
decisiones… ¡No! toda la culpa es de la oligarquía que no me quiere ver
progresar. Tampoco es culpa de que en mi desorden perdí uno de los trabajos
mejor remunerado que tuve y me dediqué a la guachafita con personas que dijeron
estar a mi lado y en medio de la necesidad me dieron la espalda y me dejaron
solo, incluida mi pareja.
Yo
no soy responsable de nada, el ESTADO me debe asegurar una calidad de vida, la OLIGARQUIA
y los grandes empresarios se deben responsabilizar, no solo de mí, sino de los
millones de personas que estamos estirando la mano para que nos den comida y
calidad de vida… Es que, ¡cómo no lo pude vislumbrar antes! Todos los que se
han retirado de la universidad para seguir la rumba o mantener la bendición; todos
los que llega el viernes y se toman su dinero en la cantina del barrio; todos
los que trabajan de sol a sol y luego se olvidan que tiene hijos.
¡Ellos
no son los responsables! ¡es el estado! Tampoco los jóvenes que se retiran del
colegio para conseguir dinero y embarazar a la peladita de la cuadra y luego
terminar delinquiendo. ¡Ellos tampoco son responsables! ¡es la perversa Burguesía!
Pero
dejando de lado los sarcasmos y confesiones; dejando de lado los casos extremos
fruto de padres irresponsables que tiene hijos en medio de la basura o
embarazan una adolescente y las dejan abandonadas. Yo considero que es el
sujeto el responsable de su realidad; de lo que obtiene y de lo que pierde.
Siempre me llevaré en el corazón ese poema que me enseño mi padre: “al final de mi rudo camino, me di cuenta que
fui el arquitecto de mi propio destino”
Mi
padre siempre me enseñó que pasara lo que pasara con mi vida, el único
responsable sería yo, de los triunfos o fracasos. Y eso me ha llevado a buscar,
a pesar de las necesidades en las que nacimos, un mejor presente. Cierto, yo no
tuve dinero, hubo mucha escasez en mi hogar, pero siempre estuvo mi padre y mi
madre dándonos amor y ejemplo.
Cierto,
hay muchas personas que tiene muchas necesidades o nacen en medio de
situaciones extremas y el estado tiene mucha responsabilidad. Pero a pesar de lo
que le corresponda al estado, debemos recordar las responsabilidades del sujeto,
de cada uno. De los miles de padres que se olvidaron de sus hijos, de las miles
de madres que los abandonaron. De los que prefirieren el vicio a sus familias o
delinquir que trabajar.
Hoy
se habla mucho de la responsabilidad de los demás hacia el sujeto, pero no debemos
olvidar que cada uno es el arquitecto de su destino, cada uno tiene la
posibilidad de decidir. No solo excusarnos y decir “el estado no me ayudo, no me brindaron la oportunidad” porque no
importa que tan injusta sea la vida, a cada paso siempre tenemos la oportunidad
de tomar una decisión.
Yo
he tomado muchas malas decisiones y unas cuantas buenas, pero si algo me he
llevado toda la vida en el corazón es que yo seré el culpable “de la hiel o la miel” que reciba de las
cosas. No se tu caso, pero te invito a reflexionar si realmente eres solo una víctima
de las circunstancias o eres fruto de tus decisiones. No pienses en las
decisiones de tus padres, piensa en lo que pasa fruto de tus propias decisiones.
Espero
que al final, al igual que yo, te des cuenta que somos solo el resultado de lo
que nosotros hemos labrado para nosotros. Y así, ojalá, en medio de estos discursos
que tanto se oyen no viéramos clases, sino realidades y responsables.
No
existe un mesías que nos pueda solucionar la vida, si nosotros no trabajamos
para cambiar nuestra realidad, ningún Superman lo hará.
Por
lo menos así lo veo yo.