Uno de los momentos tristes en
cualquier historia es ir llegando al final, cuando estamos leyendo un libro o
cuando estamos viendo una película y se acerca esa terrible expresión “Fin” nuestro corazón se acelera, nuestra
respiración se vuelve jadeante, incluso nuestras pupilas se dilatan. Nada nos
causa más frustración y tristeza que ver que el final de algo llega.
Siempre creemos, como en aquella película
de la infancia, que las buenas historias no tienen fin, que son una historia sin fin… o que como en los
cuentos de hadas, terminará con esa idílica expresión “Y vivieron felices, por siempre” pero a veces las películas, los
libros y las historias tienen esa terrorífica expresión… final.
Algunos dirán que es nuestra
concepción de eternidad, otros que es algo cultural, pero lo cierto es que en
nuestro corazón no hay nada más difícil de aceptar que, a veces, querámoslo o
no, las cosas tienen un final. Los más optimistas tratan de ocultar sus
sentimientos con expresiones como “el final
de algo, solo es el comienzo de otra cosa”, pero la verdad creo que solo es
una forma de ilusionarse con nuevos inicios… porque a veces un final es solo
eso, un final.
En ocasiones, llegas al final del
camino, no hay nada más, solo un final. Llegas a la pasta de ese libro, de esa
maravillosa historia que te emocionó, te dio alegrías, te dio tristezas, te
hizo llenar de emociones y no quieres que termine… deseas con fervor que el
escritor le agregue unos capítulos más, luchas con todas tus fuerzas para que
no termine… procuras leer más despacio simplemente quieres que no termine, no
quieres aceptar que eso se acerca.
Te aferras con todas tus fuerzas y
esperanzas para que se mantenga, para que la historia no termine, para que al
igual que una serie de televisión los escritores agreguen unos capítulos más,
pero quieras o no aceptarlo a veces es el final.
Tratas con fervor de volver a leer
el libro, pero pareciera que ese libro ya no quisiera ser leído por ti, te
esfuerzas porque las emociones que sentías vuelvan a nacer, pero ese libro lo
único que quiere es que haya otro que lea su historia, lo dejas en un anaquel
para ver si en algún momento los sueños y deseos de ser leído por ti vuelvan a
surgir… pero simplemente ya lo terminaste, bien o mal, apurado o distraído, con
emoción o con un poco de desdén, ya simplemente ese libro necesita ser leído
por alguien más.
Y en ese momento te das cuenta que
ese libro, que esa historia se marco, que aunque quieras iniciar un nuevo
libro, ya no es igual. Anhelas que se pudiera volver a leer, deseas regresar el
tiempo y que la magia que alguna vez tuviste volviera a nacer, pero ya no
puedes hacer nada… el tiempo pasó y esa historia llegó a su fin.
Y te das cuenta que en algunos
momentos la solución no es leer otro libro o ver otra historia, a veces lo
único que te queda es escribir tu propio libro, crear tu propia historia,
porque buscar otra, solo te va a llenar de un vacío terrible al darte cuenta
que no es tan bueno como el anterior… que ese, el cual terminaste a regañadientes,
no tiene remplazo.
Y entonces es el momento de quedarte
en el borde del camino, porque ya no hoy más para donde avanzar, llegaste
simplemente al final del camino, es simplemente el momento de sentarte y
esperar que la vida continúe… quizá, si estas de buenas, haya una secuela de la
historia, una segunda parte, pero tu simplemente no eres el escritor… en
ocasiones dicen que las buenas historias tienen segundas partes… a veces los
caminos continúan, otras simplemente te toca aceptar quedarte con el recuerdo
de la historia.
Aceptar que quizá ya llegaste al
final del camino, pero no siempre la solución es buscar un nuevo camino, a
veces es bueno simplemente quedarse al borde y acampar, mirando hacia atrás recordando
lo maravilloso que fue el camino y que no quieren avanzar más.
Aceptar el final, darse cuenta que
no significa un inicio, solo significa eso, el final… ahí solo queda abrazar
los recuerdos y dejar que el libro quede en manos de alguien más, esperando que
a diferencia tuya, abrace mejor la historia de lo que tú lo hiciste… y tener
claro que cuando regalas un libro, ya no tienes dominio sobre él, ya lo diste…
es más dañino tratar de leer unas páginas cuando ya no es tuyo.
Así que con el dolor de mi alma, hoy
estoy aceptando que esta historia, que este maravilloso libro llegó a su final…
solo me queda esperar que su autor quiera continuar la historia y, sino es así,
empezar a escribir el mio, teniendo siempre el maravilloso recuerdo de esa
historia, de ese libro que tantas alegrías me dio y tantas enseñanzas me dejo…
por lo menos de mi parte no pienso empezar otro.
Fuente de imagen: https://mejorvendedor.files.wordpress.com/2013/08/vida-despues-de-la-muerte.jpg
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