domingo, 26 de febrero de 2017

¿Y qué de la viga en tu ojo?



Una de las actitudes humanas más comunes, o por lo menos con la que más me he encontrado últimamente, es la crítica, ese anhelo de las personas de despedazar la labor o acción de los demás, ese deseo constante de destruir lo que otro hace, sin otra intención que dar a entender que lo que ellos hacen es mucho mejor y diferente que lo que hacen los demás.

Entonces recordé una de las enseñanzas de aquel humilde carpintero de galilea “porque críticas la paja que tiene tu hermano en el ojo y no miras la viga que tienes en el tuyo”. Y es que de tanto caminar, han sido muchos los momentos donde me he encontrado con personas que parecen recibir cierto placer, al sacar a la luz pública los errores de los demás. Son muchas las ocasiones donde veo personas que lo único que los inspira a seguir viviendo es encontrar los defectos del otro.

Tienen constantemente un afán de demostrar sus conocimientos y capacidades, criticando lo que otro hizo, lo que otro hace o por lo menos, a diferencia de ellos, intenta hacer. Te los encuentras en diferentes ámbitos, nunca falta el que no puede ver una película sin encontrar que criticar, en lugar de buscar sobre que disfrutarla. Aquellos que en su vida no han hecho nada significativo, pero cuando ven alguien que lo logra, siempre encuentran el comentario incisivo de “quien sabe cómo lo logró”.

Y si nos vamos al ámbito laboral, pareciera que el primer requisito para contratar algunas personas fuera, que tanto es capaz de criticar al otro, que tan bueno es encontrando el error en el otro. Muchas veces me he topado que su labor es mediocre, pero para lo único que son buenos es para encontrar el defecto en los demás. Y sí, en este caso, y como alguien me lo criticó alguna vez, voy a caer en ese espantoso defecto de criticar, pero como ladrón que roba a ladrón… voy a criticar a los criticones, esperando tener 100 años de perdón.

Disertando sobre esto, una de las características más evidentes de toda persona que vive en pos de juzgar a los demás, es una profunda amargura, una frustración constante de no ser lo que le hubiera gustado ser, está tan amargado con su lamentable situación, que la única forma de encontrar un significado real para seguir viviendo, es buscar siempre en los demás algo digno de poner en la picota pública.

Generalmente me he encontrado con personas que el primer defecto o error que ponen en evidencia en los demás, es precisamente el mismo que los distingue en su labor. Aquellas acciones que siempre marcan en la labor de los demás, es precisamente en que con mayor frecuencia caen, pero como son perfectos, nunca van a tener la capacidad de cambiarla.

Sin embargo, algo que es más representativo en este espécimen, de la jungla de asfalto, no solo es su capacidad para criticar al otro, sino capacidad para evitar al máximo tener que hacer algo. Obvio, a diferencia del que sufre sus críticas, este evita al máximo hacer algo para no tener que sufrir los mismos padecimientos. Generalmente los criticones no son capaces de hacer, como solo pueden ver defectos, ni siquiera en ellos encuentran realmente aciertos.

Su vida, se va llenando de amarguras, son cobardes, incapaces de crear, de hacer y mucho menos de vivir o ser felices. Y es que cuando se vive en pos de criticar a otros, se es imposible realmente vivir. Además, siempre con el temor a vivir y caer en las garras de otro igual a él.

Eso sí son los mejores jueces del comportamiento de los demás, ellos son los únicos buenos, pero no serían capaces de enfrentar ni la mitad de las tentaciones de quienes sufren su juicio, sin caer más bajo. Su vida está limitada a ser la sombra de quienes realmente se atreven a vivir.

Si por un momento se detuvieran ver su vida, su actuar, sus logros o sus acciones, no tendrían tiempo de ver la vida de los demás para criticarla. Pero como buenos mentirosos se venden la mascarada de ser perfectos, intachables, increíbles e inimitables, y obviamente, esto va entorpecer significativamente su capacidad de cambiar, de mejorar, de ayudar y ser realmente útiles para la sociedad.

Mi querido amigo, uno de los cuidados más grandes que debemos guardar es no caer en este denigrante defecto, no hay elemento que nos destruya más como seres humanos que vivir en pro de juzgar, menospreciar y criticar al otro. Tú no conoces su realidad, su vida, sus esfuerzos, así que no tienes la autoridad para determinar que tan bien o mal está.

La peor trampa en la que podemos caer, como personas, es en la de levantar nuestra vos y nuestras fuerzas para dañar al otro, más cuando las escondemos detrás de conceptos tan superfluos como “mi crítica es constructiva” eso no existe, se enseña, se aconseja, pero la crítica siempre estará en pos de destruir al otro.


Y una vez caes en esto, alcanzar la felicidad será cada vez más complicado… así que mi único consejo es, ocúpate de la viga que tienes en tu ojo, te aseguro que no te dará tiempo de pensar en la paja que tiene tu hermano en el suyo.

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