Hace algunos años un comercial de
televisión, creo que relacionado con productos de belleza, popularizó la
expresión “Envidia, es mejor despertarla
que sentirla”, dejando en el ambiente la sensación de que en la vida solo
existen estos dos caminos, frente a esta dañina emoción humana, la despiertas o
la sientes.
Es aquí donde, a raíz de algunas
experiencias de vida, me puse a disertar un poco frente a este generalizado
dilema de la sociedad: la despierto o la siento… Lo primero fue tratar de
entender un poco sobre esta común emoción humana, presente en casi todos los
entornos de la sociedad.
Y me encontré que está en todos los
espacios donde el ser humano se encuentra. Siempre alguien desea con fervor lo
que otro tiene, lo anhela, lo busca. Incluso hay momentos donde este deseo no
es siquiera tener lo mismo que el otro, es que el otro no lo tenga. Esta
emoción va carcomiendo el corazón y el alma de quien la padece.
Creo, de corazón, que no existe
sentimiento que destruya más vidas, corazones y almas, que llene de amargura
los entornos y aflija los rostros como la “ENVIDÍA”.
Al mejor estilo de una enfermedad, va envenenando el corazón de las personas llenándolo
de odio, rencor e ira… Y es que en este mundo ha habido más crímenes por culpa
de la envidia, que por culpa de la avaricia.
Ahora pues, llegamos al dilema: despertarla
o sentirla. Y viéndolo desde todos los lados y cristales, desde todas las
esquinas “Yo, entre A y B, me quedo con
la C”. Y es que ninguno de los dos caminos deja realmente en corazón
intacto. Si nos vamos por el camino de despertarla
habría que empezar a ver en lo profundo de mi corazón y encontrar la razón
de ¿por qué quiero que los demás me envidien?... Y siendo completamente
honesto, la respuesta no será muy loable que digamos.
Siempre que queremos que otro sienta
envidia de nosotros generalmente es porque en otro momento nosotros sentimos
envida de él o quizá porque tengo tan poco amor propio y consideración de mi,
que la única manera de encontrar significado en mi vida es que los demás me
tengan envidia.
Obviamente, a veces se despierta
envidia en los demás sin buscarlo, pero los que lo hayan padecido estarán de
acuerdo que no existen entornos más estresantes, más intranquilos y más
asfixiantes que aquellos donde tenemos que convivir rodeados de personas con
envidia hacia nosotros. Llega el momento donde anhelas simplemente pasar desapercibido, que se acaben las envidias
y los malos sentimientos hacia ti, que nadie quiera lo que has logrado, o
incluso no lograr nada para que nadie tenga que envidiarte.
Por otro lado esta sentirla y para
no sonar repetitivos frente a los daños internos que nos generan, solo bastara
decir que este sentimiento es la expresión de no amarme, de no quererme y no darme
cuenta que lo que soy, tengo y alcanzo es fruto de mi esfuerzo, de mi amor por mí.
Por tanto, si me amo, no me interesará lo que el otro tenga, alcance o logre.
Así que, en últimas, ni despertarla,
ni sentirla… La envidia no tiene lado bueno, no tiene un factor positivo. Solo
nos divide y nos distancia, hace énfasis en las diferencias y nos llena de
odios, corajes y tristezas.
Desde mi corazón y mi experiencia
puedo decir que el mejor camino en la vida es aquel que está lejos de la envidia…
el mejor camino es el que nos lleva a amarnos y a entender que las diferencias
solo nos enriquecen como sociedad… como familia, como amigos…
Por tanto, ni despertarla, ni
sentirla… amarnos!
Fuente imagen: http://www.psicodinamicajlc.com/articulos/jlc/img/envidia2.jpg
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