Siempre escuchamos que una de las
peores emociones que una persona puede sentir es el deseo de renunciar, toda la
vida nos han bombardeado con el
concepto que cuando se renuncia a algo se es cobarde, se está desistiendo, se está
dejando de amar y no vales la pena. Que luchar es mantenerse, insistir e ir
contra la corriente.
Es tan alto el elevado concepto que
existe de que alejarse es renunciar, es cobardía y dejar de luchar, que hubo
muchas personas que cuando vieron Titanic juzgaron a Rose por dejar que Jack se
hundiera en el océano y no quedarse aferrada a él, no seguir por amor con aquel
hombre que moría por estar a su lado (como efectivamente pasó). Todos quieren
un amor al estilo de Romeo y Julieta, donde el uno murió al lado del otro,
porque no iban a renunciar a estar junto a su amor.
Siempre nos están llevando a pensar
que la única forma de luchar es persistir, exigir que el otro esté a nuestro a
lado… hasta los hijos, queremos que nunca se vayan, que estén con nosotros. No
queremos aceptar el hecho de que algún día abrirán las alas y tendrán que
seguir su camino.
Es más, si fuéramos aves, estoy
seguro que a diferencia de estas, que tiran a sus crías del nido para que
aprendan a volar y hagan su propia vida, nosotros seguramente les cortaríamos las
alas y los ataríamos al nido para que estén con nosotros por el resto de
nuestra vida.
Pero la realidad es que, como seres
humanos posesivos que somos, esto lo transferimos a todos los aspectos de
nuestra vida, tomamos ese apego y lo reforzamos con una lucha cultural contra
la cobardía… haciendo énfasis en que renunciar es dejar de amar, es estar
derrotado, es estar vencido.
Pero no, a veces reununciar a
alguien es la forma más pura de amor, es tener que luchar contra tu corazón,
contra tus sueños… es luchar con todas tus fuerzas por alejarte del ser que
amas con toda tu alma y pensar en su felicidad y no en la tuya. Es anteponer a
esa persona a todo lo que significa tu ego y tu orgullo, ceder como Jack, la
tabla para que Rose sea quien viva, así eso signifique que vayas muriendo poco
a poco, congelado en el frío de la soledad, pero con la certeza de que ella
vivirá y será feliz.
A veces renunciar es enfrentar la
más difícil de las luchas, la lucha contra ti, contra todo lo que tú
representas, contra todo lo que siente y decir que es mejor hacerte un lado y
que ese amor siga su rumbo… que siga el camino que ha decidido tomar, que lo
enfrente como Rose tuvo que hacerlo. Sin embargo, nunca en su vida dejo de amar
a Jack, quizá si el hubiera sobrevivido milagrosamente, la vida los hubiera
vuelto a reunir y habrían terminado juntos.
Luchar por amor, es permitir que el
otro se reconozca, sepa lo que es capaz de hacer y vea que tan grande es el
amor por ti, vea que tan fuerte es lo que siente… quizá algún día regrese, pero
lo cierto es que para que alguien regrese, primero tiene que irse.
Por eso, desde mi corazón, pienso
que en ocasiones hacerte a un lado, hacer un alto en el camino, quizá cambiar
de rumbo y dejar que otros vivan su vida, no es una forma de dejar de luchar,
es solamente renunciar a tu felicidad para que el otro sea feliz.
Esa renuncia requiere la fuerza más
grande de la naturaleza para mantenerla, el amor… solo cuando amamos con el
alma, con el corazón y con la vida, anhelamos por encima de nuestra felicidad,
la felicidad del ser amado y por su felicidad en ocasiones debemos tomar
decisiones que nos van a matar, pero que le darán vida a quien amas.
Por eso no podemos decir que la
renuncia es cobardía, a veces se necesita la mayor de las valentías.
Fuente imagen: http://criarum.org.br/wp-content/uploads/2016/01/desistir_nunca.jpg
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