Mi padre suele decir “viejos los
cerros y reverdecen” cada que alguien quería insinuar que por su edad no estaba
en capacidad de hacer o lograr algo. Dejando claro que la edad no es el límite
para hacer las cosas, ni la excusa para no lograr los sueños o las metas. Esta
graciosa comparación siempre me ha dejado divagando sobre reverdecer.
Son muchas las ocasiones, cuando se
aproxima nuestra fecha de cumpleaños, esa conmemoración del primer día que
abrimos nuestros ojos en este plano… que empezamos a sentirnos viejos, agotados
e incapaces, en especial cuando las velitas en el pastel superan las 30.
Por alguna extraña situación cuando
las vamos alcanzando la 4 década de vida, y en adelante, las personas tienen la
tendencia a sentirse acabadas y desmotivadas, especialmente cuando siente que
las metas autoimpuestas, a partir de los resultados de otros, no han sido alcanzadas
o incluso estamos muy lejos de alcanzarlas.
Y es que de una extraña manera, toda
la vida vivimos buscando expresar nuestra individualidad, nuestra diferencia
con los demás, el hecho de que somos únicos y diferentes. Pero a la hora de
evaluar nuestros resultados, de revisar las metas y sueños alcanzados, nos
comparamos con otros, pensando que tenemos que hacer y alcanzar las metas al
ritmo o capacidad de otro, y sino es así, nos sentimos incapaces, inútiles y
fracasados.
Y si a esto le sumamos la edad, el
nivel de frustración se eleva exponencialmente… olvidando que muchos de los que
marcaron la historia, que muchos de los que han dejado huellas positivas en el
mundo lo hicieron en un estado avanzado de edad; sin embargo jamás pensaron la
vejez fuera una limitante… que la adultez fuera sinónimo de incapacidad.
Todo lo contrario, la edad era
entendida como experiencia, los años como conocimiento y tiempo vivido, como un
cumulo de herramientas que favorecerían la posibilidad de alcanzar los sueños y
las metas impuesta. Reverdecieron, no se dieron por vencidos, no se sintieron
fracasados y dieron un paso atras. Avanzaron, lucharon, se levantaron ante cada
caída y buscaron una nueva forma para alcanzar sus sueños.
Así que no fue la edad la que los detuvo,
esta fue una oportunidad de volver a nacer, fue una oportunidad de alcanzar
nuevamente sus metas y seguir evolucionando como ser humano. Así que los años,
sean 40, 50 o 60 no son el límite para alcanzar tu sueños o lograr tus metas,
lo único que te puede detener es tu forma de ver el mundo, es tu capacidad de
luchar, de levantarte; pero sobre todo, tu capacidad para ver todo el
maravilloso ser que eres y que está en construcción.