El
ilustre poeta nicaragüense Feliz Rubén García Sarmiento, mejor conocido como
Rubén Darío, dedico en una de sus bellas
composiciones una estrofa a la juventud, pero desde la nostalgia, desde la
tristeza de su pasar y el vacío que deja su ausencia. En el poema titulado “canción
de otoño en primavera” da entender que la ausencia de la juventud es solo un
cumulo de tristezas y desazones. Sin embargo, disertando un poco sobre el tema
he querido plantear este interrogante, ¿es realmente la juventud un divino
tesoro?
Todo
esto surge a raíz de un dialogo con mi hijo mayor hace algunos días, en el cual
me daba a entender que a mis 36 años ya estaba viejo y había muchas cosas que
ya no podía hacer por el peso de tantas décadas sobre mis hombros. ¿Qué tal que
supiera que son más de 700 décadas?... En fin, en su expresión y desde su
análisis la juventud lo era todo, la vejez ya era la perdida de toda
posibilidad de toda oportunidad, era tan solo el final de la vida.
En
ese momento, y haciendo una breve remembranza de mi pensamiento a sus 15 años
recordé cuanto anhelaba tener 30 o 40 y ser autónomo, tomar mis decisiones,
vivir mi vida y alcanzar mis sueños. No digo que hubiera alcanzado todos los
sueños que me proponía, pero sabía que quería avanzar, no quedarme en la
juventud, por el contrario quería que esa etapa pasara lo más pronto posible.
Recuerdo
mucho que uno de los dichos que más marco mi interés en llegar pronto a mis 40
fue el que mi padre me enseñó como de Winston Churchill “Quien a los 20 años no
es comunista, no tiene corazón y quien a los 40 años lo sigue siendo, no tiene
cerebro”. Recuerdo mucho que lo que más he querido siempre es distinguirme por
ser inteligente, por ser alguien con gran brillantes y sabía que lo que
realmente nos enseña, además de los libros y la escuela, es la experiencia.
Fue
en esa etapa de reflexión que confronte a mi hijo con sus postulados ¿Qué tiene
la madurez que envidarle a la juventud? ¿Cuál es el valor agregado de la juventud
sobre la vejez y madurez? En ese momento su capacidad de raciocinio solo le
permitió enfatizar en la fuerza y la resistencia física. Recuerdo que tan solo
lo miré con cara de decepción y le dije:
La juventud es solo
un cumulo de inexperiencia, una llenura de ignorancia y falta de razón. La
juventud generalmente viene acompañada de la terquedad y la estupidez, como
dicen los poetas, la estupidez de la juventud. La juventud siempre antepone la
fuerza y lo físico a la astucia y la sensatez. La juventud son un cumulo de
sueños sin acciones, sin razones, sin conocimientos y sin humildad. Y es que es
tal la vanidad de la juventud que no se da cuenta de la importancia de escuchar
la voz de la experiencia y termina repitiendo los errores de los que le
hablaron.
En
ese momento su respuesta, desde la arrogancia de la juventud fue: “te dolió que
te dijera viejo”. Y con la típica sonrisa socarrona y llena de sarcasmo que a
veces me caracteriza le respondí “A diferencia tuya, para mí, los años son
éxito, por eso entre más tengo, más orgulloso me siento”. Para cerrar este
aparte, basta con decir que al llegar al parque y mientras resolvía algunos
sudokus me invitó a un reto, cuando le superé le dije que la experiencia y el
conocimiento dan la fuerza que los músculos y la juventud no son capaces de
alcanzar.
Y
desde ese día he traído en mi cabeza ese concepto ¿Es realmente la juventud ese
divino tesoro? Y después de todos los eones que he caminado por esta tierra
disertando he llegado a una sola conclusión, al igual que los frutos verdes, el
verdadero valor que tiene la juventud para el hombre es que es la mejor etapa
para aprender, para absorber conocimiento, es el mejor momento para cultivar
nuestros saberes y ejercitar nuestras capacidades, pero es solo eso, una etapa
de aprender y reconocernos.
Pero
la fuerza del hombre y la mujer se encuentra en su madurez, en esa etapa donde el conocimiento y la
experiencia se juntan para que pueda disfrutar al máximo de su realidad. Es la
madurez la etapa climax del hombre ese pico donde se juntan la fuerza de la
juventud y la experiencia, ese punto donde puedes juntar los sueños con las
acciones y donde realmente, si tienes la voluntad, puedes alcanzar cada cosa y
meta que te propongas.
Los
años no son un castigo, tampoco una condena que entre más pasen más perdemos.
Los años son fuerza, los años nos traen habilidad, conocimiento, experiencia.
Sí, hay mucha gente que se pierde, se rinde, al mismo tiempo que hay jóvenes
que se suicidan. Pero la madurez, la adultez son las etapas donde estamos
listos para conquistar el mundo.
La
edad no es solo un número, los años son un certificado de que has ganado un
poco más de experiencia y que te espera mucho por alcanzar. Por eso, muy a
diferencia de lo que muchos quieren, yo quiero seguir ganando experiencia, sabiduría,
conocimiento y fuerza, fuerza en la voluntad para alcanzar mis sueños, y esta
solo se logra con los años.
36
años o 7 eones, la edad que sea que tenga, quiero seguir ganando años y
experiencia, seguir aprendiendo, caminando y alcanzando sueños. Porque la vejez
o madurez no es para avergonzarse, es para enorgullecerse de todo lo que se ha
vivido y de lo que falta por vivir.
Por
tanto, para mi es en la madurez donde realmente está el divino tesoro y no la
juventud.
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