Quienes hayan tenido
el gusto de conocerme y compartir mi camino, en algún momento de la vida, saben
que uno de mis hábitos más marcados es caminar. Una amiga siempre expresa que
«camina más que el profesor Moncayo», y es que para mí el caminar es una forma
de liberar el espíritu, de alinear los chacras o liberar energías… al caminar
generalmente me desconecto de la realidad y simplemente voy disfrutando del
camino, del aire, de las nubes y de las estrellas.
Pero últimamente, en
determinadas rutas que han sido caminos recorridos, rutas que antes compartía y
que era un hábito, casi diario, recorrerlas en su compañía, hoy se han
transformado en un martirio. Hoy al recorrerlas son solo un cumulo de recuerdos
de viejas lunas y un Sol que quema mis entrañas. Un cumulo de pesares de
tristezas.
De tristezas del
presente que se alimentan de alegrías del pasado, alegrías que colmaron mi alma
y alimentaron mi espíritu, pero alegrías que la fuente que las alimentaba hoy no está presente, hoy no comparte esos caminos, no comparte esas rutas y al deambular
por ellas solo quedan los ecos de las risas, los aromas del pasado. Hoy solo
quedan los suspiros y las lágrimas.
Un camino de
recuerdos, de sueños frustrados y esperanzas fallidas que llenan de amargura el
corazón, enconan el espíritu con anhelos de venganza, de venganza contra el
artífice de esta tristeza, contra el único culpable de que esos caminos hoy
solo sean fuente de tristeza, contra el responsable de que las risas, las
miradas y los besos, de los que aquellos caminos fueron cómplices, hoy solo
sean espinas en el corazón que desangran la alegría y llenan de tristeza.
Solamente sueño con
levantar la mano y acabar con ese malvado ser que trunco mis sueños, acabo
mis esperanzas y frustro mis metas… contra mí.
Y con todo lo que
quiera, con todo el tiempo que quede por delante, sin importar cuantas lunas y
soles pasen, esos siempre serán caminos de tristezas, esas siempre serán rutas
de dolor, de recuerdos, porque esos caminos siempre estarán en mi andar y porque
conmigo siempre los caminará el culpable de mis lágrimas.