Por estos días se conmemoró el día de la
mujer, en homenaje a las víctimas de la explotación laboral que dieron su vida
para mostrar los diferentes niveles de maltrato que en muchos momentos han
padecido las mujeres, víctimas de un trato desigual y menospreciante frente a
su papel, tanto para la sociedad como para los individuos. Y en medio de esta
conmemoración han venido a mi mente las múltiples ocasiones en las que la mujer
sigue padeciendo la discriminación y el maltrato, pero sobre todo el
menosprecio y el señalamiento, especialmente cuando deciden enfrentar el mundo,
en busca de la libertad, la dignidad y la felicidad.
Disertando sobre esto, han venido a mi
memoria las muchas historias de mujeres que han padecido una vida que paso de
las restricciones y limitaciones de familias que, en medio del machismo
cultural, las han coartado y limitado, llevándolas a una búsqueda de
independencia, que las lanzo a relaciones en las cuales su mayor beneficio fue
minar y destruir su autoestima, relaciones con personas que, en medio de sus
incapacidades e inseguridades, proyectaron esto a sus parejas. Relaciones donde
el amor fue remplazado por la costumbre, donde la mujer era tratada como un
objeto conquistado, sin individualidad, sin independencia, sin inteligencia y
sin libertad, destruyendo su dignidad como personas y convirtiendo la felicidad
en cuentos de hadas, algo inalcanzable e inexistente.
Y entonces, estas heroínas del día a día, del
amor por sus hijos e hijas, estas valientes que decidieron liberarse del yugo
machista de hombres incapaces de amar, deciden enfrentar el mundo solas, para
brindar a sus retoños un mundo diferente, un mundo de libertad, dignidad, amor
y felicidad. Deciden salir a luchar por el bienestar de sus familias y se
encuentran con una lucha que nunca pensaron enfrentar, quedando al borde de la desesperación.
La primera gran muralla que deben enfrentar
es el resentimiento, egoísmo y rechazo, de aquellos que alguna vez fueron sus
compañeros y ahora se convierten en sus principales detractores, hombres
mediocres que convierten en su objetivo de vida destruir sus vidas, minar sus
sueños y ponerlas en contra de toda la sociedad que las rodeaba, seres que su
mayor mérito ha sido menospreciar el amor y destruir a quienes dijeron amar. Y
en su afán de venganza, tratan de mostrar falsamente que la sociedad las
rechaza, buscan insinuar que jamás serán capaces de lograr nada. Frente a esta
muralla la mejor arma será nunca olvidar su valor, su capacidad, que siempre
han sido la base para construir, que fueron ellas quienes forjaron un hogar,
que fueron ellas quienes siempre les han dado amor a sus retoños y que nadie le
tira piedras al que está en el piso, solo se le tiran a quien está por encima.
La segunda gran muralla, son los propios pensamientos,
esos que fueron forjados durante años para minar su amor propio, esas frases
que durante décadas fueron repetidas y grabadas en su mente, donde
constantemente se les menosprecio y se les pordebajeo, para que nunca tuvieran
el deseo de escapar, que al igual que a una fiera cautiva, desde muy jóvenes se
les enseño a temerle a la libertad. Frente a esta muralla es mucho más complejo
luchar, requiere que todos los días, cada mañana, al mirarse al espejo recuerde
que ella puede con todo, que sin importa lo oscuro de la noche, siempre llega
al amanecer.
Nunca es fácil enfrentar la libertad, jamás
es sencillo luchar por la dignidad y por la felicidad, requiere romper cadenas,
mitos y enfrentar paradigmas, pero si cada día recuerdas porque lo estás
haciendo, si cada instante que las cosas no dan el fruto que esperas, traes a
tu mente tu motivación, las razones que te llevaron a buscar tu felicidad, tu
libertad y tu dignidad. Si ante cada caída, recuerdas que sobre tus hombros
esta la felicidad de tus hijos e hijas, vas a tener la capacidad de abrir los
ojos y ver como en el horizonte está empezando a salir sol.
Vas a caer, vas sentir que el mundo está en
tu contra, pero si nunca dejas de lado lo que te motiva, podrás ver cómo, en
cada cosa, el universo realmente te está dando una nueva oportunidad de ser
feliz. Por lo menos así lo he visto yo.