Hoy en día existen muchos temores,
miedos obsesivos y fobias (ese temor que rompe todo límite de la razón). Cada día se
escucha de nuevos miedos, desde los más comunes como a las alturas,
hasta gente que le tiene miedo a las figuras con muchos agujeros. Es
interesante como escuchas de cosas tan salidas de los cabellos como temerle a
colores, objetos o partes de cuerpo, incluso a los fluidos corporales. A veces
no se si me causa gracia o tristeza tanta vaina.
Sin embargo, disertando un poco sobre
los temores y las fobias me quedé pensando cual puede ser uno realmente
atemorizante desde mi percepción de la realidad. Y en esos ires
y venires llegue a la consideración de que uno de los más grandes males, y
sobre el que yo tengo gran temor: perderme. Y no hablo precisamente de la
ubicación geográfica; hablo de dejar de ser, de poco a poco desvanecerme y
dejar de ser yo, dejar de existir.
Y es que en mis experiencias de los
últimos años, me di cuenta que hay vacíos en el alma que cuando nos inundan, cuando nos sofocan esas desolaciones, nos
conducen a tratar de llenarnos a como de lugar. En esos momentos sentimos que
nuestra alma y nuestro espíritu se está perdiendo, que nuestra alma se
desvanece y no encontramos consuelo. En ese momento buscamos por todas partes,
amores, vicios, desviaciones, perversiones… caminamos en todos los sentidos tratando
de llenar el vacío de una ausencia, de una pérdida o de una libertad.
Y ese afán de encontrar algo que nos
llene, nos vamos perdiendo, vamos dejando de ser quienes somos, vamos dejando de existir. Es algo peor
incluso que la muerte o que terminar cuadripléjica en una silla de ruedas;
porque al final de todo el camino, lo que queda no somos nosotros. Queda un
ser completamente diferente a lo que alguna vez fuimos, que ha probado y
caminado tanto por el mundo tratando de llenar sus vacíos que lo único que
logra es acrecentar más sus necesidades, sus adicciones y dependencias; queda solo desecho.
Al mejor estilo de un adicto, nada
logra satisfacer ese profundo vacío sobre el cual nuestra alma se está
perdiendo. Pero el problema fue que desde un principio habíamos llenado ese vacío
en el alma con las cosas incorrectas: personas, vicios, objetos materiales,
egos y reconocimientos. Y ese vació en el alma lo único que realmente lo logra
llenar es amarnos.
Suena simple, pero es profundo. Aceptarnos y amarnos, ser conscientes que somos seres humanos
imperfectos en un camino de construcción. Que las personas a nuestro alrededor
solo son compañeros en un viaje y que en cualquier momento cambiaran su rumbo y
el único que siempre estará con nosotros en ese camino, todo el recorrido desde
el principio hasta el final, seremos nosotros mismos. Solo cuando dejemos de
buscar llenar ese vacío con otros, con superficialidades o cosas materiales,
solo cuando aprendamos a amarnos, lograremos satisfacer esa necesidad.
Entonces entendí que ese temor a perderme,
ese temor a dejar de ser quien soy y desaparecer en la búsqueda de saciar ese
profundo vacío que sentí durante muchas noches, me había resguardado de caídas y pesares.
Que ese miedo absoluto a dejar de ser el maravilloso ser humano que vió por
primera vez la luz una noche invierno, me cuido, me protegió… ese profundo
temor me resguardó de muchas cosas.
Gracias a ese temor aprendí una de las
mayores lecciones de mi vida, una que me ha costado 36 años de una búsqueda infructuosa
de la aceptación del otro, y fue darme cuenta de la verdad más sencilla y
profunda, lo único que puede llenar ese vacío en mi corazón es amarme, aceptarme,
quererme y buscar mi crecimiento… y siendo luz, podría iluminar a otros en
el mismo camino.
Por eso mis queridos amigos, de todos
los temores y fobias que se encuentren, solo hay uno que les recomiendo
escuchar, el temor a desaparecer en la búsqueda de llenar los vacíos del alma…
ese temor les enseñará que solo ustedes pueden llenar ese vacío.
Bueno, por lo menos eso creo yo.
Fuente imagen: http://www.cuarzomistico.com/wp-content/uploads/2017/06/VACIO-EMOCIONAL-1024x536.jpg