Se acerca el cierre de otro año, el
cierre de un ciclo, 335 oportunidades que vivimos para ser felices y alcanzar
nuestros sueños (faltan 30 días todavía para ser 365).Y en este tiempo, no sé a
ustedes, viví muchos momentos obscuros donde me sentía atravesando por un
sendero tenebroso, escalofriante y deprimente. En muchas ocasiones tuve la
intención de desistir, simplemente tirar la toalla porque no encontraba una
salida a este espantoso sendero.
En muchas ocasiones me dí por
vencido completamente, sabría que no importaba cuantos días transcurrieran yo
iba a seguir atrapado en ese obscuro lugar. El pasar de los días, en muchas
ocasiones, solo el recuerdo de las frustraciones vividas, de las rutas o
caminos que por mi propia mano dejé que se cerraran ante mis narices. Incluso
laboralmente iniciando el año me sentí afligido e insatisfecho.
Lo más angustiante en su momento fue
buscar un motivo, una razón para todas estas problemáticas, cómo dirían
algunos, el porque me encontraba donde me encontraba. Generalmente la búsqueda de
esta situación me llevaba al mismo punto, era mi culpa, yo había sido el
responsable de ingresar por ese camino, yo me había desviado y había permitido
que todo se volcara por donde se estaba volcando.
En ese momento, y solo por un
instante, le di la razón a quienes no creen en Dios, porque Dios no tenía nada
que ver con las cosas malas que ocurrían o con las emociones que me afligían.
Todo lo que estaba pasando en mi vida era solo la cosecha de los frutos que yo
sembré en el camino. Cada cosa por la que estaba pasando era recoger lo que
durante mucho tiempo había sembrado.
Pero esto, de nada sirvió, encontrar
un responsable no me solucionó nada, eso no me sacaba de ese camino, no cambia
el horizonte y mucho menos prendía una luz en la obscuridad para encontrar una
salida próxima. Todo lo contrario me tenía aferrado a mi tristeza, me dejaba
atrapado en pasado. La única solución que se me ocurría en ese momento era
encontrar un camino a mi pasado y cambiar mi situación (Al mejor estilo de
Marti Mcfly)
Efectivamente la sola idea de viajar
en el tiempo a solucionar mis problemas solo lograba hacerme sentir más estúpido
y enterrarme más en la melancolía. Era un año oscuro, con un camino aún más
tenebroso que cualquiera de las cintas de terror que alguna vez vi en mi
infancia. Y para acabar de completar, mi mente solo buscaba responsables. Tenía
que haber a quien quién pagara por todo el infierno que estaba pasando. Pero
ser la respuesta a la pregunta, me dejaba en el mismo punto donde había
iniciado y ese no era el objetivo.
Era el más obscuro camino que había
caminado en toda mi vida, 36 años o 700 eras… nunca había estado ahí. De
repente, y recordando muchos de mis discursos profesionales, recordé una
premisa que siempre defendí: ante un
problema, no importan los responsables, hay que buscar las soluciones. Los
responsables pueden esperar. Cuando el camino vuelva a su sendero, cuando todo
retome las vías necesarias, ahí será el momento de hallar los responsables.
Y entonces en mi mente todo empezó a
cambiar, lo obscuro del camino ya no me afectaba. Debía trabajar en las
soluciones y no en la problemática, ni en los responsables. En mi mente cada
cosa debía tomar un nuevo sentido y esfuerzo. Cada fuerza en mi ser debía estar
destinada solo a una cosa, cambiar realmente el rumbo de mi vida. La vida me
había llevado a ese lugar, no para quedarme aterrado en un rincón. Era la
oportunidad de replantear, de renacer.
Lo primero, dejar de pensar en el
ayer. Dejar el pasado en el pasado, mirar al horizonte en la búsqueda del nuevo
sendero que seguir, dejar de pensar en lo pasado. Lo segundo soltar las cargas,
las culpas, los rencores, las responsabilidades autoimpuestas que correspondían
a otros. Ya es difícil recorrer el camino con las propias cargas, imaginen
recorrerlo con las cargas de los demás.
Cuando levanté la mirada ante todas
estas decisiones me di cuenta que el año estaba terminando, pero que estaba
avanzando, quizá no al ritmo que hubiese querido, quizá no con los logros que esperaba o las metas
que pretendía alcanzar, pero estaba avanzando. Había logrado algunas, otras
estaban empezadas. El camino al cierre de este año empezaba a tornarse en otros
tonos.
Hubo decisiones dolorosas, personas
que dejar en el pasado, sueños y esperanzas que solo representaban ataduras
imposibles de librar, que era necesario olvidar. Y extrañamente estas
decisiones y acciones, estas libertadas… abandonar la búsqueda desgastante de
un culpable me había permitido pensar en soluciones.
Para muchos faltan unas pocas horas
para cerrar el año y ya empezaron con el látigo a infligirse los castigos
necesarios por no alcanzar las metas esperadas en este obscuro año que termina.
Ya empezaron a juzgarse por los sueños no maternizados o las promesas
incumplidas. Lo que no se dan cuenta es que solo fue otra vuelta al sol, pero
todavía se pueden alcanzar esos sueños y esas metas.
Falta unas horas para terminar esta
vuelta al astro que domina nuestro entorno, pero no para dejar de caminar en
pos de alcanzar las metas proyectadas. Solo es el comienzo hasta lograr lo
querido.
No es un cierre o un final, es un
nuevo comienzo para continuar por el camino, avanzando al horizonte con los
ojos llenos de esperanza, conscientes de que vamos a lograr, de que podemos
alcanzarlos, salir de los escabrosos y llegar a tierras más placenteras. Solo
hay que dejar de buscar culpables y soltar las culpas. Solo hay que caminar
pensando en soluciones y esperanzas.
Feliz cierre de año para todos.
Fuente de soda: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMG5xb1WxNP1vlLohe1R2b6ynuVt9ex2hzzibkxnm3L727Ng0L_XKE8gV8y8saT8ZBHsACdtDhVRUt3ZcM1vY9gQVd9gZjD8-lcu62ejNM2aTwMwMDYH8m7NiQ9OqNEiERDdXnEE7PueRC/s1600/oscuro-bosque-naturaleza-paisaje-31000.jpg
No hay comentarios.:
Publicar un comentario