Mi anciano padre (de cariño) tiene
un dicho que siempre pronunciaba en esos momentos donde yo culpaba al devenir
(a la fortuna) de mis problemas “la de
malas y los pendejos, siempre van de la mano”, dicho en palabras un poco
más coloquiales, la mala suerte es la excusa de los idiotas.
En aquellas épocas lo tomaba
generalmente como una crítica sin sentido, hasta lo sentía como una burla de
parte de mi progenitor, pues no podía creer realmente que aquellas cosas malas
que pasaban fueran mi culpa. Tenía que existir algún elemento externo, una
fuerza sobrenatural que estaba pendiente de que estaba haciendo yo, para ir a
dañarme “el caminado” y afectar
significativamente lo que estaba haciendo.
Sin embargo, y como todo en la vida,
el pasar del tiempo me ha hecho ver un poco diferente las situaciones que han
ocurrido en mi vida, cambiar mi consideración frente a la de malas, y evaluar
un poco más las pendejadas que he ido
cometiendo con el paso de los años… bueno ya lo dice el dicho “sabe más el diablo por viejo, que por diablo”.
Y es que disertando sobre esta la realidad, en aquellos momentos de meditación,
existencialismo y desocupe, empecé a caminar en retrospectiva sobre las crisis
pasadas y presentes.
En cada momento de dificultad, que parecía
llegar de forma fortuita en mi vida, que parecía resultado del azar o de las
perversas intenciones de un malvado ser interesado en poner trabas y tristezas
a mi miserable existencia… al verlo
un poco en retrospectivas y con la mirada fría y calculadora de un observador y
no del protagonista de esa historia, me di cuenta que cada fracaso, cada
frustración, cada tristeza y dolor fue solo el resultado acumulado de muchas
decisiones equivocadas, tomadas a la ligera y sin pensar.
Por poner unos pocos ejemplos, una
de las grandes frustraciones de mi vida guarda relación con la imposibilidad de
estudiar ingeniería electrónica en “la
mejor, para los mejores” efectivamente mis posibilidades económicas no
daban para más. Y en lugar de organizarme, estudiar y dedicarme, me confié de
mi brillantez y no me esforcé más por
estudiar y obtener un mejor puntaje en las pruebas de estado.
Mi resultado fue muy bueno, pero no
suficiente, la vagancia no me dejó lograr algo más. Luego, al momento de
presentarme, mi padre me aconsejó ingresar a otro programa y luego pedir
traslado interno, pero mi astucia me dijo que entraba a esa o esa… y el destino me dijo que no. Y así fueron
pasando mis días con grandes errores. Cuando debí pensar en estudiar pensé en
rumbear. Cuando ya estudiaba y podía pensar superarme aún más, solo pensaba en
la vagancia.
Cuando debía ahorrar y administrar,
solo pensé en malgastar y presumir, siempre fui tomando las decisiones
inadecuadas. Cuando debí invertir, tiré. Cuando debía escuchar, hablé… Cada
momento de mi vida, cada error, cada frustración estuvo siempre precedida de
una decisión acelerada, a la ligera y pensando solo en el momento, sin pensar
en el impacto.
En ese camino hubo muchos que me
invitaron a centrarme, a pensar y calcular, pero mi brillantez solo me permitía escuchar los consejos de mi ego,
encaminados a llevarme a fracasar. No puedo decir que todavía haya aprendido
por completo mi lección, pero al menos ya encontré la fuente de mis descaches;
ya tengo la certeza de que la fortuna, la de
malas o el azar, son solo excusas que inventamos para quitarnos la
responsabilidad.
Quizá pienses que estoy equivocado,
que tu caso es diferente, que tú eres la víctima de un malvado ser del universo
empecinado en hacerte llorar por las noches, amargamente junto a tu cama, pero
puedo invitarte, al igual que con mi vida, que te siente a revisar cuales fueron
las decisiones que te trajeron hasta donde estas y te aseguro que de la fortuna
y el azar solo encontrarás aportes positivos, porque los negativos serán solo
el resultado de tus decisiones.
Por eso, yo he decidido dejar mi dependencia
de la suerte y empezar a labrarme, de la mano de mis decisiones y mi voluntad,
un futuro más conforme, satisfactorio y gratificante. Dejar las excusas y
temores, tomar conciencia y responsabilizarme de mi vida, aceptando que lo que
pase o deje de pasar, solo será el resultado de lo que yo haya decidido
construir para mí.
Ojala pienses lo mismo para ti.
Fuente imagen: http://www.elinformador.com.co/images/stories/sociales/2016/12-diciembre/13soc4.jpg
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